Dɪᴠᴇʀɢᴇɴᴛ [Tobías Eaton]

→ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛʜɪʀᴛʏ ᴛʜʀᴇᴇ

ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛʜɪʀᴛʏ ᴛʜʀᴇᴇ
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ᴅᴇᴀᴅ
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“ʟᴏ sɪᴇɴᴛᴏ﹐ Jᴇᴀɴɪɴᴇ﹐ ᴘᴇʀᴏ ɴᴏ ᴛɪᴇɴᴇs ᴏᴘᴄɪᴏ́ɴ”

   —Al menos no has muerto —susurro tenuemente hacia Tobías.

   Me apoyo completamente en él, mientras el cañón de una pistola me aprieta en la espalda, apurándome a seguir. No van a matarme, lo sé, van a hacer algo mucho peor.
   Entramos por la puerta principal a lo que supongo es la sede de Abnegación, un edificio bastante sencillo, completamente gris y de dos plantas.
   La pistola me empuja hacia una puerta vigilada por dos soldados de Osadía. Los tres atravesamos el lugar y entramos en un despacho sencillo en el que hay un escritorio, un ordenador y tres sillas vacías. Jeanine está sentada ahí, hablando por teléfono.

   —Bueno, pues envía a algunos de vuelta al tren —dice—. Tiene que estar bien protegido, es lo más importante..., no estoy dici... tengo que irme.

   Cuelga con un golpe y me clava sus ojos grises.

   —Rebeldes divergentes —dice uno de los de Osadía; un líder o tal vez un recluta que ha jurado lealtad y han sacado de la simulación.

   —Sí, ya lo veo —dice quitando sus gafas, dejándolas sobre el escritorio—. Tris, ¿cómo te sientes?

   —Me siento genial —replica ella cortamente.

   —_____, ¿cómo te siente? —cuestiona esta vez mirándome.

   —Como si fuera un millón de dólares, Jeanine —sonrío de lado con suficiencia.

   —Lo tuyo —dice señalando a Tris— me lo esperaba. Todo el lío con tu prueba de aptitud me hizo sospechar desde el momento cero. Pero lo tuyo... —continúa, sacudiendo la cabeza cuando mira a Tobías—. Tobías, ¿o debería llamarte Cuatro? tu conseguiste eludirme —explica en voz baja—. Todos tus datos encajaban: los resultados de la prueba, las simulaciones de iniciación, todo. Sin embargo, estás aquí, a pesar de ello. —Jeanine junta las manos, apoyando la barbilla en ellas— Quizá puedas explicarme cómo es posible.