→ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴡᴇɴᴛʏ ᴏɴᴇ

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ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴡᴇɴᴛʏ ᴏɴᴇ
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sʜᴜᴛ ᴛʜᴇ ғᴜᴄᴋ ᴜᴘ
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ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴡᴇɴᴛʏ ᴏɴᴇ╔══════════╗sʜᴜᴛ ᴛʜᴇ ғᴜᴄᴋ ᴜᴘ╚══════════╝

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“Nᴜɴᴄᴀ ᴊᴀᴍᴀ́s ᴠᴜᴇʟᴠᴀs ᴀ ᴀᴄᴇʀᴄᴀʀᴛᴇ ᴀ ᴍɪ́”

“Nᴜɴᴄᴀ ᴊᴀᴍᴀ́s ᴠᴜᴇʟᴠᴀs ᴀ ᴀᴄᴇʀᴄᴀʀᴛᴇ ᴀ ᴍɪ́”

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   Esta noche no vuelvo al dormitorio. Volver allí y dormir con las personas que me atacaron sería un acto de valentía que no me creo capaz de cumplir. Cuatro duerme en el suelo y yo en su cama, encima de la colcha, respirando el aroma de su funda de almohada. Huele a detergente, y a algo denso, dulce y claramente masculino.
    El ritmo de su respiración se ralentiza y me asomo un poco para ver si está dormido. Está tumbado boca abajo, con un brazo alrededor de su cabeza, pero eso no impide que note sus ojos cerrados y sus labios entreabiertos. Por primera vez aparenta la edad que tiene y me pregunto quién es en realidad. ¿Quién es cuando no es de Osadía, ni instructor, ni Cuatro, ni nada en particular?
   Sea quien sea, me gusta. Me resulta más fácil admitirlo a oscuras, como si la oscuridad me hiciera valiente. Él es listo y valiente, y, a pesar de haberme salvado, me ha tratado como si yo fuera una persona fuerte. Es lo único que necesito saber.
   Me quedo mirando como se le dilatan y contraen los músculos de la espalda, el sonido de su lenta y tranquila respiración, y su expresión relajada hasta que me quedo dormida.

* * *

   Me despierto adolorida por todas partes. Hago una mueca al sentarme, me sostengo las costillas. Una lágrima recorre mi mejilla pero la ignoro y me acerco hasta el espejito de la pared de enfrente. Lo único que logro ver en él es mi rostro, mi cuello y una pequeña parte de mis clavículas. Como esperaba, tengo un hematoma azul oscuro en la mejilla. Odio con todo mi ser la idea de ir al comedor a parecer débil solo para ganarme la protección de personas que ya no me interesan, pero debo hacerlo. Esas fueron las instrucciones de Cuatro.
   Me recojo el cabello en un moño desprolijo que de algún modo luce bien. Al respirar profundo mi estómago duele, por lo que levanto lentamente mi blusa y siento como el aire abandona mis pulmones al ver los múltiples hematomas que se hallan en él. La puerta se abre y entra Cuatro con una toalla en la mano y el cabello reluciente de la ducha. Noto un escalofrío en el estómago, que ya he cubierto con la blusa, cuando veo la línea de piel que aparece sobre su cinturón cuando levanta la mano para secarse el cabello; tengo que obligarme a mirarlo a los ojos.

Dɪᴠᴇʀɢᴇɴᴛ [Tobías Eaton]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora