Dɪᴠᴇʀɢᴇɴᴛ [Tobías Eaton]

→ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ɴɪɴᴇᴛᴇᴇɴ

ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ɴɪɴᴇᴛᴇᴇɴ
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ʙᴇᴛʀᴀʏ ᴍᴇ ᴀɢᴀɪɴ
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“Sᴏʏ Eᴅᴡᴀʀᴅ...”

   La puerta del Pozo se cierra detrás de mí y me encuentro completamente sola. No he caminado por aquí desde el día de la Ceremonia de la Elección, y recuerdo que en ese entonces había entrado con pasos vacilantes en busca de luz. Ahora mismo voy a paso seguro, ya no necesito ver.
   Han pasado cuatro días desde que hablé con Tori, y he estado teniendo sueños extraños. Bueno, no sueños, sino recuerdos mediante sueños. He recordado muchas cosas: las jeringas con suero, los cables, las preguntas, a los Eaton, a los Prior, a mis padres, a Tamar y Al, por muy extraño que eso pueda sonar.
   Sin embargo, mis recuerdos no han sido todos buenos. He recordado mi primera simulación, la primera persona a la que asesiné, he recordado el día en que Al se fue y me abandonó...
   Llego al final del túnel. Subo las escaleras hasta la plataforma de madera en la cual Cuatro me ayudó a pisar tierra firme y me agarro a la barra a la que está unida la red. Aquel  día habría sido algo complicado levantar mi peso con los brazos, pero ahora lo hago con naturalidad y ruedo hasta el centro de la red.
   Esta noche quiero estar sola, a pesar de que Tris, Will, Christina y Al me han invitado a cenar y Uriah junto a Marlene me han invitado a jugar cartas. Pero, quiero estar sola porque deseo recordar por qué vine aquí y por qué estaba tan decidida a quedarme que salté de un edificio, incluso antes de saber lo que era ser de Osadía. Paso los dedos a través de los agujeros de la red que tengo debajo.
   Quería ser como los osados que veía en el instituto, quería gritar, saltar, ser atrevida y libre. Pero ellos todavía no eran miembros, solo jugaban a serio, igual que yo cuando salté del tejado. Sabía qué era el miedo, y eso no causaba miedo; por eso lo hice.
   Los últimos cuatro días me he enfrentado a cuatro miedos. En el primero volvían a adormecerme con sueros. En el segundo debía matar a Tamar nuevamente. En el tercero me encontraba en una habitación vacía y miles de personas me hacían preguntas al mismo tiempo, acusándome. En el cuarto había una persona frente a mí que no logré reconocer, pero esa persona despreciaba todo lo que soy... En fin, son recuerdos. Son cosas que ya me han sucedido. Bueno, exceptuando la última.
   El viento azota el filo del agujero y me envuelve; cierro los ojos. Me imagino de nuevo en el borde de la cornisa, con mi sonrisa de suficiencia, con ese saludo militar dirigido específicamente para Peter. Me veo a mi misma con esa horrible ropa amarilla y roja, cayendo al vacío.
   Abro los ojos. No, me he equivocado, no salté porque quisiera ser como los osados; salté porque ya era como ellos y sólo quería demostrarlo. Quería mostrar una parte de mí que en Cordialidad nunca pude mostrar... O lo hice pero no libremente.
   Extiendo las manos por encima de la cabeza y las vuelvo a enganchar en la red. Me estiro todo lo que puedo, quiero abarcar todo el espacio que pueda. El cielo nocturno está vacío y en silencio, y, por primera vez, igual está mi mente.