Capitulo 2: Mi Piojo.

33 1 0
                                    

  Recién me despierto, y esta vez no me quede dormido.

Salí a caminar, y me lo crucé Lucas, pero lo noté medio raro, estaba triste, entonces le pregunte qué estaba pasando;

-Hola Piojo! Que paso che?

-Nada Pepón, nada-me dijo con la voz ronca, como si estuviera a punto de desatarse un llanto.

En eso veía a la gente mirándonos mal, y yo ya estoy acostumbrado a eso, pero me inquietaba por Lucas, y en eso reaccione;

-Que miran tanto? Tengo nariz de payaso o qué?-grité.

-No, deja Pepón, no importa-me contesto apenas grité.

-No, como que no importa, no tienen derecho de tratar así a una persona, mirarla mal, ni estar hablando a sus espaldas, es injusto.

-Déjalo así Pepón.

Al terminar de decir eso, Lucas sigue derecho, y en eso un idiota que andaba cerca de mí, me dice;

-Se dice que el niño ese esta embrujado, es decir, que esta maldito, y aparte, ¿no viste su aspecto? Da asco.

En ese momento me dio tanta bronca que ese hipócrita hable así de un niño que nunca le hizo nada a nadie, es un simple niño, en ese momento, le reventé la boca de un puñetazo, me fui de ese lugar, llorando por la impotencia que tenia por no poder reventarlo, pero vi que mi piojo estaba cerca, y no quería que viera esa situación.

Fui detrás de él, y le pregunté si me podría mostrar su casa, el aceptó, entonces nos subimos al colectivo, y él en el camino me contó sobre Ulises y la Odisea.

Llegamos a su casa y al llegar, vi esa imagen, sus padres en la misma situación que yo, y la verdad, no quería que el termine con problemas de alcoholismo, que no pase por lo mismo que pase yo. Vi que él no tenía que comer, así que lo invite a comer, porque sabía que mis viejos no iban a estar en casa, iban a estar tirados por ahí, como siempre.

-Piojo, querés ir a comer a casa? Voy a cocinar hamburguesas.

-Dale Pepón! Hace mucho que no como nada, tengo mucha hambre.

Llegamos a mi casa y me puse a cocinar, comimos juntos, y lo vi tan feliz a ese niño, se notaba que no le prestaban mucha atención, le pregunté si quería quedarse acá, y el emocionado me dijo que si, acomodé la habitación para que pudiera dormir cómodo.

Al otro día lo lleve a su casa, y sus padres ni se preocuparon de que el no paso la noche ahí.

Me dio pena por Luquitas, ojalá no le pase nada mientras no esté yo. Me fui de ese lugar, y me dirigí a mi casa, pero pensé en conseguir trabajo, porque aunque sea alcohólico terminé mis estudios, y puedo conseguir un trabajo decente. Salí de mi casa y me fui a un ciber cerca de casa. Creé un curriculum, es decir, un perfil para presentarme en algún trabajo, luego de hacer todo lo que tenía que hacer, llegué mi casa, me bañé, me vestí con la mejor ropa que tenía, y salí a dejar ,en cada local del centro, un curriculum. Caminé alrededor de 10 o 15 cuadras, luego me dirigí de nuevo a casa.

Llegué y sentí la voz que tanto detesto, la de mi viejo; "a donde te fuiste tan "arreglado" vos, no vas a conseguir nunca ningún trabajo, si sos un imbécil Gabriel, que querés inventar puto de mierda", no contesté, me fui directamente a mi habitación, la mierda de padre que tengo me bajó el autoestima, ya estoy, realmente, cansado, cansadísimo.

Me acosté y me puse a escuchar música, solo, encerrado, y esa canción, "Tan Solo" de Los Piojos

, quedo tan bien con mi situación, encajó conmigo, esa banda encajó conmigo, mejor dicho.

   Hoy a la mañana, me llamaron de un trabajo, era de un kiosco, y obviamente accedí, empezaba a trabajar hoy a la tarde, 30 minutos después de rehabilitación.

Estaba en la parada del colectivo, y en eso veo un grupo de chicos que se me acercan, en eso uno me da un puñetazo en la cara, y otro en el estómago, y no fue para robarme, en ellos estaba ese idiota que hablo mal de Lucas, al que le dí un puñetazo en la cara el otro día, de tanto golpes, me tiraron al suelo, yo estaba sangrando por todos lados, en eso se acerca una chica, y saca a todos a los que estaban encima de mí. Me sentó ahí en donde estaba, y con su voz tan dulce, esos ojos color miel, su pelo morocho, acomodándose el pelo atrás de su oreja, con las puntas celestes, me dijo;

-Eu, estás bien? Ví que te pegaron una banda, que cobardes, los putitos no pueden pelear solos.

-Sí, estoy bien, gracias igual.-le contesté como pude.

-Pero, ¿por qué se largaron a lastimarte de esa forma?

-Porque a unos de esos idiotas le reventé la boca de un puñetazo.

-Ah! ¿por qué?

-Porque yo estaba en la calle con un niñito, y lo estaban mirando mal, y hablaban de el, entonces se fue, y ese estúpido se acerco y me dijo que el nene era un asco y que se yo, de la impotencia, lo reventé.

-Qué lindo lo que hiciste por el niño, pero casi te matan tonto.-me dijo riéndose.

-Sí, lo sé, pero valió la pena por el-le respondí agachando la cabeza.

-Como te llamás?-me pregunto repentinamente.

-Gabriel, y vos?

-Qué lindo nombre, yo me llamo Carla.

-Carla, un gusto.

-Igual digo.

-Eu, qué hora es? Porque tengo que ir a rehabilitación.

-A rehabilitación?

-Sí, soy alcohólico.-dije avergonzado.

-Yo también tengo que ir, pero en mi caso es por la droga.

-Enserio? Bueno, tenemos algo en común, una adicción.-dije riéndome-y una de ellas son tus ojos-murmure.

-Perdón?-rió.

-No puedo creer que lo dije-estaba colorado por la vergüenza.

-No importa, nunca me dijeron algo así- me sonrió-tenés teléfono? Así hablamos.

-Sí, sí tengo, dame que te lo anoto-mientras le escribía mi numero agregué-Ah, por cierto, me dicen Pepón.

-A mi Chuli.

Cuando le doy el su celular, veo que tenia de fondo, el logo de Los Piojos, y ahí quedé más loco de lo que ya estaba por ella.

Mi PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora