CAPÍTULO 3 "CANCIÓN DE AMOR"

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A la mañana siguiente Ludwig se levantó temprano, tenía que ir a trabajar y aguantarse el regaño que le vendría por faltar el día anterior al trabajo. Se bañó, se vistió y se acercó a la cama donde yacía dormido ese jovenzuelo tan hermoso que le había dado una noche muy rica, había degustado de ese cuerpo y estaba por demás muy contento.

Le acaricio la melena rubia, mirando esa peculiar belleza masculina, toco también ese bulto donde dos pequeños dormían, este al sentir que le tocaban abrió los ojos y miro al otro, una pausa larga se evidencio pues anoche habían tenido relaciones sexuales y no se conocían, claro que estarían muy avergonzados. Hasta que uno de ellos se atrevió hablar así ese silencio se rompió.

-¿Ya te vas?-

-Así es, debo ir a trabajar, pero te he dejado el desayuno listo y en el refrigerador hay cosas para que puedas comer, te dejare el número de mi oficina en el trabajo por si llegas a tener algún dolor o algo, lamento no poder quedarme pero si no trabajo no podré ayudarte con tus bebés, veré si puedo pedir unos días para cuando nazcan, no creas que te dejare solo ese día-

-Gracias, está bien, sé que debes trabajar y cuando recién mejore me pondré  a trabajar también-

-Claro, eso lo sé, ahora duerme un poco más, ya me voy-

-Hasta luego- sonrió y se acomodó de nuevo para poder dormir.

Alejo su mano y salió de la habitación para tomar sus cosas e irse. Ya en el auto se cuestionaba mucho acerca de lo que había hecho la noche anterior. Si le preguntaran ahora que era lo que estaba pensando su respuesta seria Alfred, y a su vez a esos mellizos. Aunque no eran sus hijos los sentía propios, muy suyos.

Al llegar a su trabajo todo mundo le veía diferente y le trataba bien, pues el rumor de que su novia le había dejado ya había llegado a oídos de sus compañeros. A él eso ya no le importaba, pues ya la había visto bien, ella no lo necesitaba y se había dado cuenta que tampoco él.

En vez de eso se había dado cuenta que ahora había alguien que si lo necesitaba y era ese hombre que dormía en su cama, por si fuera poco el también empezaba a sentir la necesidad de que el siguiera ahí. Miraba a su jefe que ya se acercaba, un chino muy exigente, traía el ceño fruncido, en cuanto este se acercó comenzó a regañarlo, justo como lo había predicho, dijera lo que dijera sabía que él era bueno diseñando construcciones complejas y que no le despediría, eso sí, se iba a ir olvidando de pedir unos días. Cuando el hombre arrogante se alejó de él pudo por fin respirar hondo y recordar esa bella sonrisa de Alfred al despertar y tranquilizarse, ahora tenía un motivo para trabajar, ya no era solo él, tenía que mantener a esos gemelos mientras estuvieran a su lado. Su compañera de trabajo prendió su música, que llegaba a escucharse en su oficina, por alguna razón ese día no se enojó, en vez de eso hasta la canto, solo había una respuesta a aquello, se estaba enamorando – “¿Quién será?, ¿Quién será?, quien dará vida a mi vida, sin reservas ni medidas quien será” -

Mientras tanto esa misma mañana el rubio embarazado se había levantado de la cama y empezado a comer su desayuno, al terminar se dispuso a arreglar la casa pues mañana sería un día pesado, sus bebés estaban programados para nacer. La mañana parecía irse lento, nada era igual sin Ludwig, le gustaba ver que se preocupara por ellos o que le regañara, en verdad le extrañaba. Para pasar el tiempo prendió el televisor y se sentó a ver, en eso pasaron un programa, el cual era gracioso el nombre “Canción de amor”, se quedó curioso mirando la pantalla viendo el video de la canción.

-“¿Quién será? ¿Quién será?.....lalalala” jajaja, mmm amor, ¿lo de anoche habrá sido amor?, no lo creo, el señor Ludwig solo necesitaba descargarse y pues yo estaba ahí, o quizás así se cobre los favores que me hace. No lo creo, ¿porque tuvo sexo conmigo? No, ¿Por qué yo accedí a tenerlo?-

UNA CANCIÓN DE AMOR PARA EL MISERABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora