CAPÍTULO 5 "TRES COSAS"

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-Felicia, eres una mujer hermosa, te amo mucho, pero tengo que pensarlo, me han ocurrido últimamente 3 cosas que han cambiado mi vida, y si te escojo lo más seguro es que las pierda, esas cosas no son cualquier cosa, son muy valiosas, necesito tiempo para pensar, no sé qué es lo que realmente quiero ahora. Si me lo hubieras dicho hace tres días te hubiera dicho sí, ahora, es un no por el momento, eso va  depender de las cosas que te mencione-

-¿Estás diciéndome que no?, porque si es así, te aclaro que no eres el único hombre que está interesado en mí y si no me dices que si puede que me vaya con otro- dijo de manera sínica la dama mientras fruncía el ceño, ¿tres cosas importantes?, que podría ser más importante que ella –Así que piensa bien…- se levantó de la mesa enojada, le había dado en su punto de orgullo de mujer, indignada caminó retirándose, ya veía a Ludwig ir tras ella y suplicarle como la vez que lo termino.

Ese pensamiento, jamás se hizo realidad, ya que había llegado a la puerta y Ludwig aún seguía en su asiento, entonces entendió que aquellas cosas si valían mucho para él. Optó por irse de ese lugar.

Mientras tanto en cama Alfred arrullaba a sus bebés, si que era difícil hacerlo por que eran don y ambos lloraban, vaya regalitos al doble que recibió el madre joven inexperto Jones. Sentía la necesidad de ayuda, estaba solo y tenia que irse haciendo a la idea de que así seria su vida. A duras penas pudo dormir a Alger, luego siguió con el otro nene.

Beislmichdt aun seguía en la cafetería mirando a la nada, había rechazado a la mujer de su vida y aun no daba crédito a lo ocurrido, más bien no entendía bien que tan importantes eran esas tres personas en su vida. Bajó la cabeza y sonrió para si mismo, no podía creer que Alfred y esos gemelos habían sacado de su mente a Felicia, además se daba cuenta lo puro del alma de una persona y distinguir el cinismo de un alma caprichosa y convenciera.

Alegre se levantó y fue a ver a aquel joven en la habitación, quería contarle de lo que estaba pasando en él, quería contarle eso maravilloso que sentía hacia su persona. Se adentro a la habitación sonriente, algo que el americano tomó como “alegría por que volvió con su novia”, no dijo nada pues los bebés dormían y ya una enfermera los iba a recoger para llevarlos a dormir.

Con amor y ternura Ludwig avizoró a esas cositas que eran valiosas para él,  los llevarian a los cuneros para poder descansar, al ver salir a la mujer y el cunero regresó su vista a ese jovenzuelo hermoso convaleciente.

-Felicidades…- le ganó las palabras.

-¿Por qué me felicitas?-

- Te veo tan alegre que supuse que ya volviste con tu novia-

El germano notó cierto desconcierto en esas palabras- Y si fuera así, tú ¿cómo te sentirías?-

-Estaría muy feliz por ti, te mereces ser feliz, eres muy buena persona- inclinó su rostro apretando disimuladamente las sabanas que lo arropaban.

-Es verdad, tienes toda la razón, merezco ser feliz, pero ella no me hace feliz, jeje, veras, me acabo de dar cuenta de algo-

-Eso significa que ella no es tú novia- preguntó extrañado.

-En efecto- dijo de lo más contento.

-¿De que diste cuenta?- se reacomodó en la cama quedando un poco más cerca de su protector, prestándole atención y cubriéndose con su sábana.

-De que, a mi vida miserable, han llegado tres cosas que no puedo dejar ir, se han vuelto importantes en tan poco tiempo que me parece increíble-

-¿Qué son esas cosas?-

-Esas cosas son más que cosas Alfred- fue tocando su mano, suavemente subía por el antebrazo y de ahí hasta el hombro –Son tres personas, dos de ellas personitas que no hablan, ni son nada mío, pero como me he enamorado de ellos-

UNA CANCIÓN DE AMOR PARA EL MISERABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora