CAPÍTULO 7 "DESTINO"

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(Parte 1)

Ludwig miraba el suelo en el que estaba hincado, trataba de serenarse  ante lo ocurrido y tener la cabeza fría para pensar en como iba a recuperar a sus hijos, en eso estaba cuando recordó que Felicia era una mujer caprichosa y que sin duda eso de haberse llevado a los niños era para alguna razón, ya sea por venganza o para hacer un cambio. Se levantó del suelo y entró a su casa, no podía hincarse a llorar sin antes luchar y que mas grato luchar por quien se ama, además, ya había hecho una promesa a Alfred y tenia que cumplirla, cuidar de los tres.

Al llegar donde estaba la cuna de los gemelos un inmenso vacio sintió en su pecho, que aumentaba al ver a su amado llorar amargamente aferrado a esta en el suelo, se acerco a él y le abrazo a su pecho intentando calmarlo, le beso su cabeza dándole suaves palmadas en la espalda, entendía bien su sufrimiento pues el se sentía también muy mal.

-Alfred, se lo que sientes, también son mis hijos, pero no podre recuperarlos si lloras así, ayúdame, se que ella algo trama, la conozco, hay que revisar la casa, debió dejar una nota o algo, solo no llores así, te juro que voy a luchar, si es preciso dar mi vida con traértelos de vuelta-

Aquellas sinceras palabras apaciguaron aquel corazón destrozado por el rapto de sus hijos, movió asintiendo la cabeza calmándose poco a poco, miró a varias partes de la pequeña habitación buscando algún indicio o señal.

-Me pondré a buscar aquí, tú busca en otra parte Ludwig...-

Ambos, de acuerdo, se separaron a buscar algún vestigio o algo donde les dijera el paradero de los mellizos. Estaban revisando cada lugar, cada mesa, cada rincón,  hasta que, debajo de las sabanas de la cuna, había una hoja con una nota que venia de la castaña Italiana.

-¡Ludwig encontré algo!- tomó la nota que tenía escrito:
“Si quieres volver a ver a los bebés te espero en mi departamento de las afueras de la ciudad, antes de la media noche, sin policías o jamás volverás a verlos”.

A Alfred le dio horror esa nota, aquella mujer era despiadada cuando se lo proponía, Ludwig corrió hacia este, quien, al leer la nota, le dio un escalofrió, los bebés peligraban y no tenia mucho tiempo.

-Tú te quedas, yo iré por Ethan y Alger-

-¡No! Yo iré contigo, ¡necesito ver a mis hijos!- dijo histérico el mas joven.

-No quiero que peligres, entiéndeme-

-¡Entiéndeme tú a mí!, ellos están en peligro, no pienses en mi si no en ellos-  Ante un madre desesperado ¿qué mas podía hacer?, Ludwig acepto, era cierto, los bebés estaban en riesgo y al ser dos peligraban más. Ambos tomados de las manos fueron al auto, se subieron y emprendieron el viaje hacia el rescate de los pequeños, en todo el camino Alfred se repetía en silencio que sus hijos estarían bien, cosa que le rompía el corazón al otro, se sentía culpable ya que Felicia había hecho esa atrocidad en venganza hacia Ludwig.

-Alfred, perdóname...-

-¿De que?-

Sin quitar la vista hacia en frente habló -Es mi culpa que los niños hayan sido secuestrados, Felicia se venga de mi, de rechazarla por ustedes, eso no me lo puedo perdonar, si yo hubiera sabido esto...- se le entrecortó la voz y calló, no sabia que mas decirle para obtener su perdón.

UNA CANCIÓN DE AMOR PARA EL MISERABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora