11. Malas noticias.

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Hablamos como muy buenos amigos durante una hora,estaba a punto de oscurecer. Hace apróximadamente media hora que Nicolás no paraba de recibir llámadas que él prefería no contestar.

Mi padre no llegaba y en parte me preocupaba pero si algo es definitivo es que su trabajo siempre será difícil y eso es algo que no puedo ni podré cambiar. Nicolás tocaba temas raros pero interesantes y nunca me ha gustado opinar sin argumentos. Me contó la mitad de su historia que prácticamente se concentraba en su madre,es drogadicta y está rehabilitándose. Me contó que su padre es muy estricto y que lo mandó acá porque quiere que sea neurocirujano y eso a Nicolás no le gusta. Pero tiene que obedecerlo.

— Entonces preferirías una noche en el desierto que una noche en una de las playas más conocidas en el mundo.

-El tema de conversación ahora se extendía por cosas locas que preferiríamos hacer en vez de otra cosa loca que la sociedad prefiere.

— Exacto. Ahora tú,¿Preferirías leer una novela empedernida acerca de un amor imposible o una novela predecible?

— Leer un poema crudo de Charles Bukowski.

—Bien,ahora dame una alternativa para otra cosa loca.

-Dijo él y yo solté una risa.

— Este juego es raro,pero me gusta.

— Es que no es convencional.

— Tú no eres convenional.

-Digo y él me mira espectante,alza la ceja y se acerca unos centímetros más a mí como si fuese a susurrarme una especie de secreto.

— Nosotros.

-Habla.

— ¿Nosotros? ¿Nosotros qué?

Cuestiono mirando su cabello castaño,se ve tan suave. Así que lo toco. Él me mira incrédulo como si yo hubiese sido capáz de tocar su fabuloso cabello.

— Nosotros no somos convenionales.

Reímos y mi mano —que aún sostiene su cabello— lo jalo hacía mí,estamos a sólo dos centímetros de nuestras bocas cuando el timbre suena y ambos nos incorporamos de inmediato. Debe ser mi padre. Recojemos los cojines que arrojamos a la alfombra para mayor comodidad y los colocamos en los muebles de inmediato. Lo empujo a Nicolás a la mesa para que tome asiento en la silla y encendemos las luces.

Me dirijo a la puerta y la abro.

— ¿Residencia Calder?

Señalo una placa que guinda al buzón de la entrada con nuestro apellido enmarcado y el repartidor suelta una risa.

— ¿Usted es la señorita Calder? —Asiento— Bien,firme aquí.

Firmé en la hoja que verifica que si recibí la carta que ahora me estaba extendiendo el mensajero.

—¿Disculpe? ¿Qué es esto?

— Es un citatorio para la corte de New York.

— ¿¡Me han demandado!?

Me altero y siento que mi corazón ahora va por mil. Toco mi pecho por instinto y el mensajero me mira fijamente,es un chico de apróximadamente veintitantos años.

— No,no se preocupe—hace un ademán con las manos para que me tranquilice—. Es un citatorio para que declare la noche de ayer en el que está acusado el jóven Thiago Splittler.

— Bien,gracias.

El jóven asiente y yo cierro la puerta aún impactada. Sabía que posiblemente habría un juicio pero eso de que yo tendré que declarar me eriza la piel. Sigo en shock porque sé que esto quedará en la hoja de vida de Thiago aún cuando sé que éste es inocente. Me imagino a Madisson y su trauma de por vida. Me imagino a los padres de ambos,preocupados por sus hijos. Me imagino las lágrimas que recorrerán las mejillas de cualquiera en la sala y quizá sean las mías.

— Jenn,¿Estás bien?

— Pregunta Nicolás acercándose a mí. Me toma los hombros y los masajea delicadamente,me mira esperando por una respuesta y mi garganta se ha secado. Simplemente lo abrazo,rodeo su torso y él rodea mi cuerpo.

Suelto una lágrima y otra,y otra hasta darme cuenta finalmente que estoy sollozando en el hombro de Nicolás,él no dice nada y yo realmente aprecio el silencio. No es un silencio incómodo,es uno reconfortante. Inhalo y exhalo profundamente para detener el llanto pero no parece funcionar,suena el timbre y nos separamos lentamente. Él besa mi frente y yo con mi mirada le digo un "gracias" que espero que haya entendido,abro la puerta y es mi papá. Genial,en estos momentos se le ocurre llegar.

— Jenn,¿Qué sucede?

— Me abraza y lo abrazo igual,lo escucho susurrar cosas al muchacho que ahora está a mi espalda.

Pasaron apróximadamente dos minutos y me invadió el sentimiento de sueño,me despedí de Nicolás y de mi padre.

— ¿Quieres que te cargue?

Pregunta Nicolás y mi padre lo mira detenidamente con una de esas miradas de los padres que en pocas palabras dicen: "Aléjate de mi niña,inmundo animal."

— Estoy bien,no te preocupes.

Le digo por última vez y subo rápidamente las escaleras,mi padre se quedó hablando con Nicolás largo rato porque aún los escuchaba. Entré a mi baño y me di una ducha fría para poder dormir relajada. Me coloqué un camizón estilo "mi abuelita" y me adentré en mi cama apagando anteriormente las luces.

¡Qué rayos! Ahora no podía dormir,miré el reloj de mi mesa de noche,ocho y veinte. De acuerdo,eso es muy temprano pero me sentía muy cansada,quizá reflexionar me de sueño.

Me debatí un tema en mi mente y de repente salió por arte de magia. Los obstáculos.

A cada persona se les presenta de una u otra forma,de hecho no sólo a los mayores,también a los bebés incluso antes de nacer,su obstáculo —como en mi caso— puede ser alguna enfermedad desde el SIDA — En ciertos casos— como hasta en el cordo umbilical,yo me enredé en el. A medida que vamos creciendo están los juguetes esparcidos y podemos tropezar,obstáculos. Cuando queremos colorear,están las paredes tentadoras que es un gran lienzo,pero algo lo impide,el hecho de que papá o mamá se enojarán,obstáculos. Están los mayores cuando vamos creciendo,puede ser la persona que nos guste,pero este individuo está flechado por alguien más y creemos que no llegaremos a ser ni la mitad de lo que es el afortunado,por poseer algo que deseamos. Somos presos de los obstáculos hasta que sabemos como derribarlos. Muchas personas se consideran afortunadas por su condición económica y algunos envidiosos de ella,pero lo que se considera fortuna también puede ser una discreta maldición. Algunos están "malditos" por su color de piel que involuntariamente han aceptado y defendido,nadie debe bajar la cabeza por aquello que nos hace nosotros mismos.

Vivimos en un mundo en el que nos guíamos de apariencias. Puede ser el hombre con más fondos navideños y donaciones a orfanatos e Iglesias en el mundo,lo sabemos porque sale en la prensa. Cada acto "positivo" en nuestras vidas queremos que sea recordado,queremos que lo sea porque las personas siempre verán lo malo en nosotros,nuestros errores. Porque son aquellos que dan encapié a una buena — pero hipócrita— conversación entre conocidos y allegados.

Espero algún día viajar,todo hombre quiere viajar,conocer el mundo para conocerse a sí mismo. Aunque seamos los mismos pero en diferentes condiciones siempre queremos saber lo bueno que trae en sí el cambio,el cambio personal y el cambio del mundo. Aunque el mundo no cambia,no muestra proceso. Siempre lo repetimos en nuestras mentes. Pero,¿Por qué no ser el proceso de lo nuevo? Es simple la respuesta —excusa—: ¿Por qué debo cambiar yo y demostrar que el mundo puede progresar mientras todos siguen iguales? ¿Por qué yo y no él o ella?

Bien,así sólo demuestran que nuestras futuras —si es que lo llegan a haber— generaciones,pasen por la vida pensando igual que sus antepasados. "El cambio inicia por nosotros mismos" dicen por las calles,pero por qué sólo decirlo y no hacerlo. Los obstáculos son parte de la vida y debemos decidir entre: Afróntarlos o encargárselos a alguien que sencillamente no le interesan en lo más mínimo.

Hoy recibí malas noticias,pero sé que es parte de los obstáculos rutinarios en nuestra vida cotidiana,lo único que queda por hacer es afróntarlo.

INTRUSO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora