16. Una tarde de Paintball.

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Nicolás se vistió rápido y ya estábamos en el ascensor para llegar temprano a casa, apenas eran las diez de la mañana, pero tenemos que prevenir.

Mi arma estaba en la parte trasera de mi jean y Nicolás había quedado conmigo en la tarde para unas lecciones. No sé por qué pero ya me imagino una sala donde los policías entrenan para enseñarme a mí.

Después de llegar a planta baja, Nicolás llamó al valet para traer su moto.

— Vamos.

Dijo Nicolás y yo subí y me coloqué el casco rojo y él uno negro. El camino fue callado; tengo tantas cosas que contarles a mis mejores amigos, pero simplemente no están.

Después de veinte minutos llegamos a mi casa, no estaba el auto de papá así que me relajé un poco. Saqué las llaves de mi bolsillo y me despedí de Nicolás con un beso en la mejilla.

— Esa no es forma de despedirte de tu novio.

Me coge de la cintura y comienza a besar mi rostro y yo sólo rio.

— Basta Nicolás.

— ¿Te veo a la una?

— ¿A la una?

Cuestiono.

— Sí, te llevaré a comer y a entrenar.

— ¿Hasta a qué hora?

— Pues, espérame a la una y no lo sé, quizá y te llevo al cine, quiero distraerme de toda esta mierda que pasa, ¿irías?

— Claro, Nicolás.

Lo beso y camino hacía mi puerta.

Camino hasta mi puerta y nos despedimos de la mano por última vez,vi como se alejaba en su moto y cerré la puerta.

Di un largo respiro y fui a mi habitación. Me desvanecí en mi cama pero de repente recordé que el lienzo de mi pintura lo había dejado secarse, tenía que guardarlo en el escondite.

Cogí el lienzo y moví la cama para poder entrar. Saqué la alfombra y abrí la puerta pequeña, entré y bajé los nueve escalones que habían, me fijé en el lugar. Debía hacerle una limpieza a este lugar.

Pinturas colgadas, lienzos separados, pinceles en el piso, debía arreglar esto después.

Dejé el lienzo y salí de inmediato. Me acosté en mi cama y no pude dormir porque sólo pensaba en Nicolás, quizá sólo somos novios ahora para protegernos el uno al otro. Quizá y sólo queremos evitar el encuentro de nuestros padres que se odian tanto, podría ser que sólo sea un simple chiste, nada emocional ni sentimental.

¿Por qué me metí en este mundo? No lo sé. ¿Por qué evité la muerte de alguien que me guarda tantos secretos? No lo sé. ¿Él hubiese hecho lo mismo? No lo sé. ¿Lo quiero de verdad? No lo sé. ¿Me afectaría si él se hubiese muerto? Sí.

Estaba haciendo preguntas en mi mente que se respondían poco, con preguntas vanas. No sé porqué lo salvé y condené mi vida a esto.

Pensé en papá y por ende en mamá. Quizá ella se enteró de este mundo de papá y se fue con el maldito árabe. Pero eso no quita que me haya abandonado y si ella supiese de este mundo me hubiese llevado con ella. Pensar en eso sólo me hacía sentir pero. Mi madre nunca me quiso lo suficiente como para salvarme del monstruo secreto que es papá, ella se fue y no luchó lo suficiente para mi custodia. Ella quizá no se fue por su cuenta, se fue por el hecho de no estar quería estar metida en un mundo complicado e hizo lo imposible por salir aún cuando eso significaba dejar a su única hija.

Pensé en mis amigos y como están aislados, si eso sólo pasó por un chico de la Universidad que por cierto es traficante menor, ¿qué me va a pasar con traficantes con los que estoy lidiando? Algo malo, eso está por seguro. De ahora en adelante tengo que saber cómo prepararme, no quiero dejarme vencer por personas que sólo quieren la ruina ajena.

INTRUSO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora