Puede que no os interese demasiado mi vida, pero si estáis aquí significa que os interesa.
De modo que me presentaré.
Me llamo Noah, mi apellido biológico por así llamarlo, es Blackdeath, aunque mis padres no sean Blackdeath.
Tengo quince años y, como podréis comprobar, mi vida es demasiado deprimente.
Sí, ya sé que es raro que lo reconozca.
Al llegar a casa, dejo caer la mochila al suelo y, en cuanto llego a la sala de estar, me tiro en el sofá.
—Noah, cielo. ¿Cómo es que has tardado tanto en llegar a casa?— dice mi madre con esa voz tan dulce que la caracteriza.
—He estado hablando con un amigo.— entierro la cabeza en un cojín.
— Cariño.— se sienta a mi lado, me gira con cuidado para mirarla. Sus ojos verdes me miran a través de su flequillo rubio— ¿Qué ha pasado?— insiste.
¿Sabéis que es lo que más me diferencia de mi madre?
Que no me parezco en nada a ella.
Ella es rubia, con el cabello del color del oro. Sus ojos son verdes como las copas de los árboles en verano. Es alta y esbelta.
Por ese motivo todo el mundo sabe que soy adoptada.
Pero, al contrario, a ella como a mí la encanta el color negro.
—No ha pasado nada mamá. ¿Ves?— señaló mi cuerpo— Estoy bien.
—¿Quién es ese amigo tuyo?— sonríe con ese brillo travieso en sus ojos.
—Es nuevo. Se llama... Black.
— Uh... Así que ese amigo nuevo...— sonríe divertida, conservando ese humor adolescente— Y... ¿Te parece guapo?
— Mamá, es un amigo.— río sacudiendo la cabeza.
—Pero tus hermanos me cuentan quién les gusta.— imita mi risa, cristalina y pura.
— Los mellizos tienen seis años, mamá.
—Al menos me cuentan sobre sus amores infantiles, ¿no?
—Eres genial— sonrío, aunque no me sienta como para ello.
—Tú también, cariño.— me abraza con dulzura.
Y diréis:"¿Cómo es que teniendo quince años eres tan cercana con tu madre?"
Sencillo. Como no tengo ningún amigo (lo sé, es triste, pero al final me he acostumbrado), mi madre es mi confidente y mejor amiga. Al fin y al cabo ella es quien más quiero en el mundo.
Junto a mi padre y mis hermanos, claro.
—¿Te parece si vamos a cenar esta noche a un restaurante para celebrar quince tu cumpleaños?— acaricia mi cabello con los dedos, jugando con los mechones oscuros.
—Me conformo con comer pizza en el sofá.
—¿No prefieres ir a ese restaurante italiano en el que trabaja ese chico tan guapo que me dijiste?— me saca la lengua, juguetona.
— ¡Mamá!— en seguida me suben los colores a las mejillas.
— Ve a prepararte, papá tiene una sorpresa.— ríe señalando la puerta del salón con un gesto de la cabeza.
Subo corriendo las escaleras cubiertas de moqueta intentando no tropezar con los juguetes de los mellizos. Recorro el pasillo y freno en seco ante la puerta negra de mi habitación, decorada con recortes de revistas de grupos de rock.
Al abrir la puerta, encuentro sobre mi cama dos regalos envueltos en papel estrellado. Abro el primero con cuidado de no rasgar el papel (lo utilizo para decorar la habitación o agendas), dentro del paquete encuentro una camiseta que reza el nombre de mi grupo de rock favorito.
Dejo escapar un grito, es la que quería. Sin esperar un segundo, abro el segundo paquete, donde esta vez hay un pantalón corto negro y algo rasgado.
Bajo hasta la cocina corriendo, encontrando a mi padre comiendo galletas. Ah, claro, creísteis que mi padre era más maduro que mi madre. Por supuesto que no.
— ¡Papá! ¡Te quiero muchísimo!
Me lanzo a sus brazos, casi sin sorprenderse, me rodea como solo un padre sabe hacer.
— Yo también te quiero, il mio tesoro.— me levanta con facilidad.— Te han gustado tus regalos, ¿eh?
—Sí, molto.— me aparto un poco para mirar su ojos de color avellana, cubiertos por un flequillo negro— Grazie mille, papa.
Divertido, me guiña un ojo. Río, mientras me abraza de nuevo. Besa mi cabello negro y me acariciaba la espalda mientras me refugio en sus brazos, cerrando los ojos unos instantes.
—¿Al final sí que quieres ir al restaurante?
— Sí.— suelto en una carcajada.— Pero no es por el chico que dice mamá.
—¿Seguro? Porque no quiero que se te vaya la vista de mí.— me aparta un poco para mirarme a los ojos con una media sonrisa, cargada de intención.
— No, no se me irá la vista. Pero te dejo para mamá.
— Prepárate, salimos en diez minutos.— me revuelve el cabello, por lo que me quejo con un grito.
—Claro, señor padre.— me saca la lengua ante el mote.
Subo corriendo de nuevo cuando escucho una voz sisear al final del pasillo:
—Noah.
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Revelación (Las Crónicas Del Reino de La Gema Oscura)
ПриключенияUna Gema. Una dragona. Un chico aparecido en sueños. Una princesa perdida. Un asesinato por poder. Pero, ¿qué tiene que ver Noah con todo esto? ¿Por qué ella tiene que ser quien es? ¿Que significado tiene esa Gema que su padre, antes de morir, le pi...