—Puedes hacerlo más rápido, Noah, vamos.— Black me insta por quinta vez durante nuestro entrenamiento.
Con un suspiro de resignación, lanzo el cuchillo hacia la diana con todas mis fuerzas, pero en lugar de golpearla con el filo, el mango impacta con el objetivo y cae al suelo de forma decepcionante.
Por segunda vez en todo el tiempo que llevamos aquí, según Black una semana, hemos salido para entrenar. Apenas es un espacio de 20 metros cuadrados, prácticamente no hay más plantas que las flores silvestres que brotan entre la piedra caliza y algún que otro hierbajo. Black tiene varias dianas preparadas, prácticamente nuevas, llenas de telarañas apoyadas en la pared de la cabaña.
Más allá sólo se extiende la montaña, creciendo como un titán dormido, esperando su llamada para llevar la destrucción a estas tierras. Y aún con la piedra de ese tono plomizo, las vistas me hacen sentir como en casa, casi como si el paisaje me diera la bienvenida después de un largo tiempo lejos.
—Quinto intento y sigues sin conseguirlo—su mano se dirige en seguida a la zona baja de mi espalda, dándome un suave empujón para que camine a por el cuchillo.
—Es porque el lanzamiento de cuchillo no es lo mio, Black...— suspiro agotada, el lanzamiento de cuchillos ha ido tras el entrenamiento con espada y de combate cuerpo a cuerpo, aunque en estos dos me he manejado bastante bien, en este último... Bueno, creo que es obvio— ¿No puedo probar otra cosa? No sé, hay muchas otras armas.
Casi puedo ver su sonrisa de burla sin darme la vuelta, sabe lo mucho que me gustaría usar un hacha de la armería. Pero, por supuesto, tras lucirme en el lanzamiento de cuchillos no voy a poder ni mirar el hacha.
Con una punzada de dolor en las costillas por un golpe de antes, me agacho para recoger el cuchillo, guardándolo en el cinturón para después devolver mi mirada hacia él, por supuesto que tenía esa sonrisa juguetona dibujada en los labios. En esos dichosos y finos labios que siempre sonríen como si les diviertera mi sola existencia.
—Si sigues queriendo usar el hacha, la respuesta sigue siendo la misma.— sigue con los brazos cruzados sobre el pecho con ese gesto firme y amplio que hace que, más que un caballero, parezca el Soldado de Invierno -siento la referencia-, sus hombros anchos y sus ojos azules ahora de ese color tan gélido me recuerdan más a un soldado sin recuerdos, sin causa, que a un caballero que lucha por el honor de su pueblo— No te quedes así, Noah, sabes que si no perfeccionas tu puntería, no podrás usar el arma que quieres.
—¿No hay otra forma de entrenar la puntería que no sean los cuchillos?— me detengo frente a él, tratando de parecer amenazadora.
Intentándolo, porque a su lado, mi altura parece insignificante. No bromeo, él es como una secuoya, alto y fuerte, yo... Yo sería como un cedro, de gran estatura -aunque tampoco demasiada- pero mal entrenada, sin fuerza, sin potencial. Incapaz de enfrentarme a una tormenta.
Algo depresivo, lo sé, pero puedo cambiar las cosas, puedo hacerme fuerte y así poder soportar los vendavales y tormentas. Podré hacer las cosas por mí misma y ser esa persona que se espera que sea.
Y que, de cierta forma, yo espero ser.
De entre sus labios se escapa una especie de gruñido, pero su mirada de dirige hacia un paquete apoyado en la pared de la casa. Algo bajo una tela gris desgastada por la lluvia y el viento. Alzo una ceja ante su mirada, esperando a que diga algo. Frunce los labios como si estuviera teniendo una pelea interna, en sus ojos cruza una sombra oscura, del mismo tono que tenían sus iris cuando le conocí.
—¿Qué es eso, Black?— le miro con curiosidad, no sólo por el misterioso paquete, sino también por la batalla que parece tener consigo mismo— ¿Black?— pongo mi mano en su hombro, con preocupación.
Sus músculos se tensan bajo el tacto de mi mano, como si le acabará de despertar de golpe de un sueño. Parpadea varias veces, dirigiendo su mirada hacia mí con los ojos empañados por una niebla oscura que parece evitar que me vea.
—¿Te encuentras bien?— al no obtener respuesta, me acerco un paso más, cada vez más preocupada por la niebla que parece envolverle— ¿Bla-?
—Usarás el...— se pasa una mano entre el cabello, como si viera a través de los harapos que cubren esa misteriosa arma— Úsalo y entra cuando esté anocheciendo.
—¿Q-qué? Pero tengo que comer.
—Haz lo que te digo, Noah.— su tono mordaz hace que me vea obligada a alejarme un paso de él, su voz sonaba como un rugido, como un gruñido de disgusto, proveniente de lo más profundo de un ser terrible.
Sin dar señales de haberse percatado de mi gesto asustado, se dirige hacia la cabaña en completo silencio, caminando con una tranquilidad inusitada. Cierra con un golpe la puerta, lo que me obliga a armarme de valor antes de acercarme a la tela de la que hablaba Black, situada junto a la puerta.
¿Qué demonios le pasa a Black? ¿Por qué ha reaccionado así ante lo que hay debajo de esa tela desgastada y rota? ¿Es acaso tan terrible como para que Black no quiera estar en presencia de ese arma?
Cuando quiero darme cuenta, estoy agachada frente a la tela, apartando esta misma con la misma cautela con la que uno acariciaría a una fiera, temiendo que lo que sea que haya debajo se lance hacia mí.
Pero apenas quepo en mi sorpresa cuando descubro que lo que realmente había debajo de la tela, es un arco. Un arco de madera de ébano, con dibujos tallados, representando en relieve tallado ramas y árboles entrelazados entre sí, como formando una cadena natural, llena de vida en la oscuridad, como si tomaran más fuerza en las sombras.
Y, en el centro de toda esa cadena, hay un nombre tallado con letra caligráfica.
"Lux"
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Revelación (Las Crónicas Del Reino de La Gema Oscura)
AventuraUna Gema. Una dragona. Un chico aparecido en sueños. Una princesa perdida. Un asesinato por poder. Pero, ¿qué tiene que ver Noah con todo esto? ¿Por qué ella tiene que ser quien es? ¿Que significado tiene esa Gema que su padre, antes de morir, le pi...