Podría ser peor. Podría haber algo peor que estar atada de pies y manos en la oscuridad, sin siquiera saber si hay alguien a mi alrededor. Vale, puede que me fiara demasiado de Lunn, pero quien puede culparme, al fin y al cabo no llevaba armas... Bueno, ese arco, y los cuchillos, pero nada más...
Bien, quizá sea la más idiota en esta dimensión.
Pero el chico estaba siendo amable. No amable exactamente, diría... Suave. Sí, parece que tengo el síndrome de Estocolmo o algo así, aunque no sería de extrañar, después de todo lo de Black. Y creo que si mis captores no me matan Black será el que se encargue de que no queden ni mis huesos.
—Lo llevo claro...— musito, apoyando la cabeza en la pared, cerrando los ojos bajo la venda que me ha puesto Lunn al dejarme aquí dentro.
Parece que nunca voy a ser lo suficientemente desconfiada. ¿En qué momento pensé que estaba preparada para salir sola y enfrentarme a lo que viniera a por mí? Solo ha sido prácticamente un mes de entrenamiento con la espada y el arco, esta gente lleva toda su vida usando estas armas, ya fuera para cazar o para... Matar.
Trato de mover los brazos, adoloridos por las sogas atadas a mis muñecas con más fuerza de la necesaria. Hacen tal presión que estoy segura de que, si no las quito pronto, dejaré de sentir las manos, ahora entumecidas con un pequeño cosquilleo por la falta de sangre.
Si tuviera uno de los cuchillos de caza que me enseñó a manejar Black... Las cosas serían de otra manera.
Y si tuviera las botas con los calcetines también, porque no es muy agradable tener los pies descalzos en el frío suelo de tierra, húmedo como si alguien hubiera decidido que sería más divertido hacer que pasara aún más frío.
Y quizá lo sea para quien esté vigilando ahí fuera, quizá incluso sea Lunn el que se esté riendo de mi inocencia, disfrutando de dejarme en la fría oscuridad, atada, sin el menor atisbo de esperanza, desconocedora de mi destino.
Lo único que sé ahora mismo es que, si no es un ser humano el que acabe conmigo, será el frío el que lo haga. Aprieto las piernas contra el torso para conseguir algo de calor, es impresionante, impresionante que, lo que antes tenía garantizado, la seguridad, el calor de un hogar, ahora sea lo que más valoraría. Quizá me vaya a otro mundo con una lección aprendida, no sería tan mal destino, al fin y al cabo.
El reino se quedaría sin princesa prometida, que les salvara de esa reina, pero, ¿qué más da? No es mi lugar, quizá tenga un hermano perdido que pueda hacer esto cuando yo no esté, alguien preparado para acabar con una reina todopoderosa, como un príncipe con un ejército o una princesa con inmenso poder. Yo no soy la indicada para devolver nada a nadie. Quizá la reina mató a mi madre, pero ni siquiera la he conocido, así que no importa. No hay nada que pueda hacer.
—Noah, es tu reino, es tu gente y tu mundo, siempre has pertenecido a este mundo, eres tan obscuria como la gente que habita estas tierras.— la voz profunda de Obsidiana irrumpe en mis pensamientos como una fuerte ráfaga de viento, despertando un poco mis sentidos entumecidos por el frío—Y como se te ocurra abandonarte a la muerte voy a perseguir tu alma hasta el infierno y traerte de vuelta.
Como si ese tipo de cosas fueran posibles, solo es una dragona, nadie, absolutamente nada ni nadie puede vencerlo. Decir ese tipo de cosas es arrogante, presuntuoso y, por qué no, petulante.
— No subestimes nunca a otras razas, Noah, esto va más allá de tu entendimiento. Los dragones no somos solo lo que parecemos.
Si, la magia va a sacarme de aquí y evitarme la muerte. Lo noto, subiendo por mi espalda con velocidad. Me detengo un instante. No, es un escalofrío. Dirijo todos los pensamientos hacia Obsidiana, sabe tan bien como yo que la única magia que puede salvarme es que Black apareciera de la nada y me sacara de aquí.
Pero es imposible, porque ni siquiera sé cuanto puede tardar en volver a casa. Casa, parece que en este tiempo he aprendido a llamar hogar a una pequeña cabaña compartida con alguien como Black. Aunque, sinceramente, es lo más parecido a un hogar que he conocido en estos últimos meses de entrenamiento. Aunque, visto lo visto, no he mejorado demasiado.
Obsidiana empieza a decir algo, pero esta vez lo escucho tan lejano que, aunque gran parte de mí queda alerta, la otra mitad me susurra al oído que no pasa nada, que solo me estoy quedando dormida, que está bien que Obsidiana deje de molestarme de una vez.
Que puedo estar en paz porque llega mi tiempo de descanso, porque no puedo hacer nada contra la sensación de sueño que empieza a acunarme como si fuera una vieja amiga que me llevara buscando años.
Así que tomo la mano en la oscuridad, con los párpados cada vez más y más pesados. Sintiendo una calidez dulce envolverme hasta que me empieza a llevar consigo.
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Revelación (Las Crónicas Del Reino de La Gema Oscura)
DobrodružnéUna Gema. Una dragona. Un chico aparecido en sueños. Una princesa perdida. Un asesinato por poder. Pero, ¿qué tiene que ver Noah con todo esto? ¿Por qué ella tiene que ser quien es? ¿Que significado tiene esa Gema que su padre, antes de morir, le pi...