¡Me rehuso a dejarla ir!

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Mis padres me enseñaron todo lo que se necesita para dirigir a una gran ciudad, ya que ellos fueron la máxima autoridad y querían que yo fuera su "heredero" por así decirlo.

Desgraciadamente para ellos, nunca me interesó realmente la política. Solía observarla de lejos sin involucrarme, tenía que estar al tanto como hijo de un gran personaje importante en esos tiempos.

Tomé mi decisión de dedicarme a la medicina cuando tenía 13 años, gracias a un libro que encontré en la biblioteca de mi padre, el cual pedí como regalo de mis 12 recién cumplidos. Lo leí y con cada página y con cada capítulo me introducía más en el mundo de la ciencia. Les pedí el segundo tomo y me lo negaron, pero después de ser tan insistente me concedieron mi deseo.

A los 13 ya iba por el tercero, me armé de valor y les dije a mis padres que me dedicaría a la medicina, mi padre se molestó y me reclamó que como era posible que rechazara mi destino, mi madre en cambio, respetó mis gustos y habló con mi padre más tarde. Mi papá salió de ese cuarto con una sonrisa diciendo: "Te apoyaremos en todo lo que necesites".

Sabía que mi madre tuvo que convencerlo con alguna estrategia para expandir su popularidad y la de nosotros, para garantizar otros años en el trono y el prestigio de la familia. Ella siempre se esforzó en hacerme feliz y comprenderme.

Mi mamá es una mujer muy honrada y amable, le dolía castigarme cuando rompía una regla y nunca dependió de ninguna persona, excepto después de su segundo embarazo. Cuando perdió a mi hermano menor en un aborto inesperado y cayó en una depresión severa.

Recuerdo que ese día mi madre me mando a llamar y me dijo que no me preocupara por ella, que estaría bien. Yo sabía que no estaba bien, y con 14 años podía entender que esa enfermedad era muy grave. Antes de acabar la conversación le prometí que sería un médico famoso y curaría su enfermedad antes de los 18, ella me sonrió y me dijo: "Ese día estaré orgullosa de ti".

Las terapias de los psicólogos consistían en lo mismo, cosa que con mi madre nunca funcionó. En casa tratábamos de apoyarla, pero cada vez era más callada y distante. Teníamos que cuidarla, descuidaba su imagen y su salud hasta el punto de no comer en días.

La vi decaer poco a poco, envejeciendo más rápido cada vez, hasta el día en que ya no podía dormir para evitar al vida real y era necesario que obligarla a comer porque su salud estaba empeorando, no había día en que preguntara por mi madre. Hasta que se ahorcó un domingo por la noche.

No me dijeron nada, incluso nadie se atrevía a entrar a ese cuarto, todos estaban muy afectados por su muerte. Yo no entendía por qué y al día siguiente, desobedeciendo a mi padre que decía que la dejara sola y esquivando a los guardias, entre a ese cuarto.

Estaba oscuro, intenté prender la luz pero no funcionaba el interruptor. Caminé un poco y escuché la voz de mi madre diciéndome: "Te quiero, enorgullecerme, por favor". Le dije que yo también la quería con lágrimas en los ojos y la busqué con la vista rápidamente.

Un guardia abrió la puerta y la luz de afuera entró iluminando la esquina en donde mi mamá murió. Me quedé en shock y me sacaron de ahí lo más rápido posible.

Me negué a creer que ella había muerto para siempre, debía haber una manera de arreglarlo. Mi padre pensó lo mismo, me compró miles de libros sobre el funcionamiento de las células y otros tejidos y guardo el cuerpo de mi madre en un ataúd con químicos que supuestamente impedían su deterioro.

Estudié sin parar, aprendía y empezaba a cuestionar ciertas conclusiones, así gané mi primer premio, dando pruebas que había conseguido de un libro y otro que se supone dicen la verdad, se contradecían en la solución de algunas enfermedades.

Poco a poco ganaba popularidad por inventar medicinas y por dar tratamientos revolucionarios que funcionan a la perfección. Pero para lograr esto necesitaba probarlo en personas que no siempre acababan de lo mejor, pero mi padre y sus súbditos se encargaban de deshacerse de ellos.

Paralelo a mis investigaciones sobre la cura de enfermedades, investigaba las causas de la muerte y como revertirlas.

Estoy en esta sala a punto de hacer un tratamiento quirúrgico que va a darle vida a mi madre, estoy feliz pero preocupado porque debo hacerlo rápido. Están arrestando a mi padre por múltiples homicidios y bajando al sótano, no tardarán mucho en romper el candado.

Mi madre se ve como siempre, tan hermosa, conservada perfectamente hasta ahora. Hoy soy un médico reconocido por diversos descubrimientos, a pesar de mi edad tan joven de 18 años. Mi madre debería estar orgullosa de mi, pero a pesar de que hago todo lo que aprendí durante mi corta carrera, nada funciona, su ritmo cardíaco no existe y todo su cuerpo permanece inmóvil. He fallado.

De repente escucho se abre bruscamente la puerta y un una voz baja y dulce como la de mi madre me dice: "Estoy orgullosa de ti. Te quiero". No me dio tiempo a responderle, me dispararon de inmediato y al caer pude ver una sonrisa de parte del cuerpo sobre la camilla. Puedo morir en paz.

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