Iara
¿Cuánto tiempo tengo antes de que me descubra? Le di mi nombre real. Y es que lo he pensado y quiero verle con dignidad cuando llegue el momento de confrontarlo.
Soy, Iara Lécuyer, Armando. Periodista. Y te tengo. Te he descubierto. ¿Por qué finges ser alguien más?
No tengo un plan en concreto para llegar a ese punto. Avanzo conforme las cosas se dan. Armando es un buen tipo... deduzco hasta ahora, aunque claro, sé poco de él en este punto. Supongo que podría saber más si le entrevisto. Lo que no quiero es mentiras. Porque, a mí parecer, algunas cosas parecen mentira. Y basta de máscaras y mentiras. Quiero saber cuál es la verdad entre el Calaschi que publica en Instagram y el que, en este momento, cuando salgo al pasillo, veo discutir con un chihuahua.
Armando está de rodillas frente al perro, sosteniendo el dildo en una mano, mientras este le está dando la espalda.
—Vamos, juega con él —ruega, pero el chihuahua ni siquiera se digna a mirarlo—. Es casi igual. Casi igual —insiste, enfatizando sus palabras. No puedo evitar reír un poco.
Tendré que darle la duda razonable sobre si el objeto realmente pertenece al perro.
—Hey —saludo y Armando se incorpora, escondiendo tras de él la mano que sostiene al dildo.
Oye, amigo, ya lo vi.
—¿Todo bien? —pregunta, sudando un poco. Realmente le preocupa lo que yo piense de él, asumo.
—Todo bien —digo, rodeándole. El también gira sobre sus pies para que continuemos cara a cara y no descubra el dildo. Una vez más contengo mis ganas de reír—. Esta casa tiene un ambiente agradable. Tan agradable que lo lamentaré mucho cuando tenga que irme.
—Quédese todo el tiempo que necesite —invita, sonando caballeroso. Cualquiera en mi lugar pensaría que este tipo es perfecto—. Benjamín y yo no somos muy hogareños pero intentaré que se sienta cómoda. Casi siempre pedimos pizza o hamburguesas, pero podemos ir al supermercado si quiere comer saludable.
Últimamente sólo como porquerías, pero comer saludable suena bien.
—Soy más o menos buena cocinado. Puedo intentar preparar algo para ustedes en agradecimiento.
—Eso suena bien.
O puedo empezar con mi trabajo.
—También me gustaría ayudarte con Benjamín —digo, bajando el tono de mi voz. El chico no está en casa pero es mejor no correr riesgos.
—¿Qué propones? —pregunta Armando, realmente interesado. Es evidente lo desesperado que está por recibir un poco de ayuda con esto. No es papá, no sabe criar chicos. Yo tampoco sé de crianza, pero sé investigar.
—Soy psicóloga —le recuerdo—. Quizá podría...
—La señorita Durán ya lo está ayudando en ese aspecto —me recuerda, consiguiendo que aprete mis dientes.
Cambio el peso de mi cuerpo de una pierna a la otra. No me agrada Paola Durán desde que me echó del instituto.
—Pues no está haciendo bien su trabajo —señalo, tratando de mostrarme objetiva—. Aún no sabemos qué le pasa a tu hermano —Armando quiere decir algo. Algo para defender a Durán, pero no le dejo—. Tiene su propia habitación, ¿no? —digo, mirando las puertas que componen el pasillo—. Podemos investigarlo.
Armando abre mucho su boca y balbucea antes de hablar. —No me parece correcto invadir... —Aunque parece pensarlo mejor y su semblante cambia de reflexivo a molesto—. ¿Sabes qué? Él me graba y se entromete en lo que hago. Está bien, veamos qué esconde.
![](https://img.wattpad.com/cover/91832980-288-k623724.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Armando entre faldas ©
HumorSecretos y Papeles #3 Siempre he sido la segunda, tercera o cuarta opción de alguien. Y cuando he tenido novia, estas me dejan por un tipo más adinerado, guapo o malo. "Eres demasiado bueno, Armando", se quejan. Pero todo cambió el día que mi herman...