Capítulo 15

52.5K 7.3K 3.8K
                                    

Iara

Apretujo contra el cenicero mi cigarro y sigo poniendo atención al televisor del bar. En la pantalla aparece uno de los candidatos a senador. Su nombre es Fabrizio. 

—Es tan guapo —suspira una de las chicas sentadas en la mesa junto a la que ocupo yo.

Entorno mis ojos.

—Aunque ése no es motivo para votar por él —digo, elevando mi tono de voz para llamar su atención. Las dos me dirigen una mirada tipo "Y a ti quién te invitó a nuestra conversación". Me vale—. Lo importante es tener claro si es competente para el cargo.

—Eso no le quita lo guapo —ronronea una de ellas, mirando a Fabrizio y buscando que le secunde la amiga tonta que la acompaña para ahora reír juntas.

Me enferman las mujeres de risa fácil. Jijis y Jajas por todo. Todo. Por lo mismo, muchos hombres nos consideran estúpidas. "Ay, miren que guapo y musculoso ese tipo, jijiji". Este par se comporta como si tuviese dos neuronas.

—Además, es candidato a senador —dice la otra—. Debe ser líder, jefe...

—O corrupto —opino yo, encendiendo otro cigarro y viendo la pantalla del televisor. Fabrizio está presentando su candidatura como senador y a Verónica Salas como su prometida—. O títere de otros corruptos porque aún es joven para saberlo todo. Todavía depende de la vieja escuela.

—¡Ay no, está anorexica!  —juzga una de las chicas a Verónica, ignorando mi comentario sobre que Fabrizio Tejar es corrupto.

—Y te apuesto a que tiene las tetas operadas —dice la otra.

Observo a Verónica. No, no parece haber nada falso en ella, pese a que si luce como si no comiera bien... tal como le gustan a Fabrizio.

—Una esposa trofeo —suelto, dando la primera calada a mi cigarro—. Eso necesitan los hombres como Fabrizio Tejar. Esposas trofeo. Mujeres tontas que puedan mostrar y que mejoren su imagen de macho alfa.

—Aunque no debe ser tan tonta si pudo atrapar a un hombre como él —ríen ellas.

Me enferma escucharlas.

—Sí — sonrío— La tonta debe ser la que estuvo antes de ella. 

Pido mi cuenta y una vez pago regreso al estacionamiento del bar. Es tarde y únicamente mi coche y otro están aparcados ahí. Abro la puerta de mi Volvo y busco mi bolso para sacar de este mi teléfono. Reviso Google maps. Me faltan diez kilómetros para llegar a Deya.

Llegaré sin nalgas, maldita sea...

También tengo mensajes de WhatsApp.

Mamá: ¿Viste la presentación de Fabrizio? No te alteres, cielo, seguro pierde y tú eres más linda que esa tipa.

Felicia: ¿Soy yo o la tal Verónica tiene la boca torcida? ¿Mucho botox? Hellooooo

Me suelto a reír y leo el siguiente mensaje de Felicia:

Felicia: Acepta que tú no hubieras soportado. Eres demasiada mujer para él, Iara. 

Suspiro y me acomodo frente al timón de mi Volvo. Recuerdos vienen a mí. Fabrizio y yo terminamos hace año y medio, justo cuando yo recibía un ascenso en Mujeres Somos y él empezaba a ser propuesto como candidato a senador por el Partido político al que se vendió. Soy periodista y él político. ¿En serio es necesario explicar más? 

No lo odio, sólo espero que un periodista con más pantalones que yo exponga que él y su familia tienen nexos con los Govea, familia que pertenece a la mafia de casinos, y se prestan para lavar dinero. Porque si Fabrizio es electo senador, lo más seguro es que también malverse y meta a negocios fraudulentos dinero del erario. Siendo el caso, ¿para qué querría junto a él a una periodista que no tema decirle las cosas en la cara? Tejar, repito, necesita una esposa trofeo.

Armando entre faldas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora