Hola c:
Este capítulo es más gracioso si lo leen escuchando La Habanera de la Opera Carmen xD
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Son un total de cinco ancianas, entre ellas la conserje "doña Bertita", y cada una trae en sus manos un recipiente o bandeja con comida. Desconcertado, abro la puerta.
¿Qué quieren?
—¿Buenas tardes? —saludo, esperando que aclaren pronto por qué están aquí.
—Armando, estamos aquí por la novena —dice la que parece ser la líder del grupo.
¿La novena? Preguntándome qué es eso, las dejo pasar. La señora parece ver la duda en mi rostro.
—La novena de tu abuela —explica—. Nos atrasamos porque Benjamín no nos habría la puerta. Pero ahora estás tú.
—¿La novena? —insisto, esperando no ofender a nadie. Necesito mejor aclaración.
—Se le reza al alma del difunto durante nueve días —responde—. Por cierto, mi nombre es Celia —Señala con un gesto a las demás—. Y ellas son Rosa, Delia, Mayra y Bertita.
Doña Bertita me guiña un ojo.
—Sí —trago saliva—, ya conozco a una —digo, nervioso y las invito a pasar y sentarse en la sala.
Ellas me entregan los recipientes con comida y toman asiento. No sé cómo sentirme respecto a que no me crean capaz de cocinar sin... Mejor olvidarlo.
—¿No te interrumpimos? —pregunta doña Rosa, sacando una libreta y un rosario de su escote. Resultó perturbador verla hacer eso.
—No —miento—. Estaba... —¿Qué estaba haciendo? Ah sí, arruinando el microondas, pero no mejor no decirles eso— viendo televisión.
—Oh —Doña Delia me mira con ternura maternal—. Pues te decía que estamos aquí para rezarle la novena a Pina, tu abuela.
—Ajá.
—Doña Bertita nos platicó que ya te conoce —Mi acosadora me guiña el ojo una vez más. Asiento tímidamente—. Con el tiempo nos irás conociendo a las demás. Delia, por ejemplo, es abuela de Paola. A ella también la conoces.
Trato de aflojar un poco más el cuello de mi corbata. —Sí... la conozco.
—Pues Paolita le ha platicado de ti a su abuela.
Ciertamente puedo ver en el semblante de molestia que doña Delia que Paola le ha hablado de mí.
—Huele a quemado —dice esta, sin apartar la mueca de fastidio de su rostro. Ay no. Me disculpo con ellas, indicándoles que están en su casa y camino de vuelta a la cocina para limpiar el desastre que hice.
Aún no tengo claro qué es con exactitud "la novena", pero a lo lejos las escucho rezar en coro. En eso estoy cuando un Rrrrrrrr capta mi atención. ¿Qué es eso?
¡Capitán Pantaletas y el consolador!
Palidezco.
Al volver a la sala, advierto que el chihuahua está tras uno de los sofá jugando a que roda con sus patas el pene de plástico. Las ancianas continúan con su rezo sin distraerse.
¡Sólo el mismo Jesús me salva de esta!
Regreso a la cocina y cojo una lata de comida para perro. La guardo en mi bolsillo y camino sigilosamente de vuelta a la sala. Tengo que recuperar el consolador. En la puerta que divide a la sala de estar de la cocina, me coloco en cuatro patas y me arrastro hasta donde está Capitán pantaletas.
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Armando entre faldas ©
HumorSecretos y Papeles #3 Siempre he sido la segunda, tercera o cuarta opción de alguien. Y cuando he tenido novia, estas me dejan por un tipo más adinerado, guapo o malo. "Eres demasiado bueno, Armando", se quejan. Pero todo cambió el día que mi herman...