Capítulo 35

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Tenía duda sobre si publicar este capítulo, o más bien si dejarlo tal cómo estaba en mi mente, pues hay guiños a otras historias y algunos, quizá, considerarán que no es oportuno. Luego pensé: ALV, debo respetar la idea original y sé que muchos amarán leerlos ♥

Ojalá comenten mucho :)

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—¿Intervención? —pregunto, releyendo la hoja que tiene en sus manos Carolina. Ella trata de encogerse en su asiento denotando culpa.

—Señor, Calaschi —dice Paola, señalando con un gesto a mis amigos—, me tomé la libertad de citar a sus allegados para ayudarle a recapacitar y buscar ayuda.

—¿Buscar ayuda? —Paso de la sorpresa a la indignación en un segundo.

—Así es. Me deja sin palabras lo que he descubierto.

Me cruzo de brazos. —Haría bien en explicarme.

—Usted... —Paola señala las fotografías esparcidas sobre la mesa—. Esto es denigrante.

Por encima de que aún me estoy preguntando cómo llegaron las fotografías que tengo guardas en mi laptop a su poder, quiero comprender qué carajos sucede.

—Insisto en que debe explicarme.

—Y no lo acepta —reclama, dejando caer con sus brazos con frustración—. Sospecho que hizo esto porque se siente menos —comienza—. Siempre se ha sentido menos —Siento mis orejas y cuello arder. ¿Cómo se atreve a...—. Y discúlpeme si considera que le estoy poniendo en evidencia, pero no es algo que sus amigos desconozcan. Ellos mismos lo han comentado conmigo.

—¿Perdón? —Los miro a ellos y, uno por uno, bajan la mirada disimulando muecas de pesar. ¿Qué demonios es esto? Iara, de pie junto a mí, es la única de los dos que toma asiento, sin embargo igualmente luce desconcertada.

—Uno por uno van a leerle una carta —informa Paola— en la que, si lo permite, le harán saber cómo se sienten, y al terminar le ofreceremos alternativas.

—¿Alternativas? —Para mí esta situación es irreal.

—Sí. Para no perder la custodia de Benjamín.

Desplazo mi atención al moco, su cara de conmoción, tras escuchar eso, supera por mucho la mía. ¿Perder su custodia?

Estoy que no quepo en mí mismo. —¡Es que yo ni siquiera...!

—Armando, por favor —me detiene Paola y mira a mis amigos—. ¿Quién empieza?

—Yo —dice Carolina sonriéndome de forma tímida y aclara su garganta antes de empezar a leer lo que «tiene que decirme». Miro a Daniel para que él, por piedad, me explique qué diablos, pero me aconseja prestar atención.

Armando,

Te he tratado poco, realmente poco; pero como mejor amigo de mi prometido te tengo aprecio, me preocupo por tu bienestar y, tomando en cuenta que por mi culpa conociste a Vanesa, me siento con el deber moral de ayudarte a salir de esto.

Vanesa, que hasta ese momento se limitaba a asentir, respinga y se gira hacia Carolina.

Comprendo que estar con Vanesa pudo haberte afectado. Ella puede ser demasiado irritante, indecisa, susceptible, visceral...

—¡Oye! —exclama Vanesa.

—Es su turno —la detiene Paola. Vanesa calla y se cruza de brazos mostrándose enfadada.

Armando entre faldas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora