Una taza de té.

19 0 0
                                    

Decidió darle un sorbo a su taza antes de comenzar a hablar, la tensión en la cercana relación de ambas se venía acumulando desde hace siete años y hace no más de un par de semanas se incremento esa misma sensación de ahogamiento en ambas, la más chica de ambas decidió por su parte algo que no le fue muy fácil aceptar. Tenía miedo, dudas, preguntas y por sobre todo preocupaciones, pero le sobraba coraje como para dar un nuevo paso en esa tortuosa relación que ambas llevaban.

De fondo se escuchaba el ronroneo del gato sentado en medio de la mesa que movía su cola de un lado a otro en completa calma en medio de una sala que parecía la escena de un apocalipsis a estallar motivo de un perro enloquecido por el encierro a causa del celo. A la mujer mayor no parecía importarle el deplorable aspecto del lugar donde se encontraba mientras tuviera una esquina en la mesa para poder ponerse sus lentes de contacto y poder tomar su taza de té como bien acostumbraba desde hace años.

En gran silencio, la menor, apoyo su taza en la mesa y le hecho una mirada al lugar sintiendo pena de que tan acogedora residencia terminara en tan lamentable estado y soltando un suspiro sin apartar la vista del reflejo en su taza de té soltó las primeras palabras de ese frio medio día de otoño.

- No creo que vaya a volver... -intento allanar el terreno con una ambigua afirmación que dejaba a la deriva un futuro difuso poco confiable -no quiero volver en realidad... estoy harta, me tienes harta. Francamente no te puedo soportar más.

Finalizo su monologo antes de empezar a dar innecesarias explicaciones de porque las cosas se volvían si entre ambas, pero al no escuchar respuesta de la mayor, alzo la vista intentando ser indiferente a la situación, pero su blando corazón le gano a aquella triste escena mirando a la mayor romper en un silencioso llanto. La menor era sensible a las emociones, lo tenía claro. Pero no quería retroceder el pequeño paso que había avanzado, y si eso significaba apartarse de la mujer mayor no podía hacer menos... esas eran sus intenciones, clavar el puñal e irse, pero el corazón no se lo permitía.

- Eso te diría, pero eres mi madre... -persiguió con su monologo, apartando nuevamente la vista de ella y entonces sintió e cálido toque de su mano en la suya que posaba sobre la meza moviendo constantemente el dedo pulgar buscando calmar los nervios -aun así, me iré. Definitivamente, esta vez me voy permanentemente.

La menor aparto su mano y levantados de la mezatomo su mochila y se despidió con un distante saludo cordial cerrando la puertatras de sí. Dejando tras únicamente una tibia taza de té a medio tomar y a sumadre que en un silencioso lamento limpiaba las lágrimas que lentamente seriandejadas en el olvido por aquella mujer.     

Corta Venas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora