Capítulo 4

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─Las damas primero ─Kean sostuvo la puerta para que pudiera entrar y el suelo de madera crujió un poco bajo mis botines.

Estar en el departamento de Kean, era como estar en casa, siempre venía aquí cuando lo necesitaba; era mi refugio. Las paredes eran de un tono crema, altas, llenas de posters y retratos de bandas de rock. El viejo sillón negro, todo destartalado, que se negaba a cambiar, el suelo lleno de ropa sucia y restos de comida o papeles, gritaban: "¡Hombre soltero viviendo aquí!".

Pero todo era al mismo tiempo tan familiar. Podría caminar con los ojos cerrados y sabría exactamente a dónde estaba dirigiéndome.

─Sabes, no creo que te mate limpiar un poco ─le dije, señalando el desorden.

Él sonrió.

─Bueno, considerando que tú pasas más tiempo aquí que yo, podrías ayudar.

Le mostré el dedo del medio.

─ ¿Estás faltándole el respeto a la autoridad? ─levantó una ceja.

Puse los ojos en blanco y él se mofó mientras me sentaba en el sillón, dejando las muletas a un lado.

Lo vi dirigiéndose a la cocina, buscando algo para beber.

Esta estaba hecha en tonos blanco y negro; era espaciosa y como el apartamento era de un solo ambiente, lo único que la separaba de la sala-comedor era un largo mesón negro que sorprendentemente estaba desocupado.

─ ¿Por qué estás tan irritada? ─preguntó mientras se sentaba a mi lado y me daba una lata de Coca Cola.

No había nadie que me conociera tanto como él, al menos lo referente a mi carácter. Quizás Lana estaba siempre alrededor de mí y, sí, después de todo este tiempo la consideraba mi amiga, pero Kean sabía exactamente como me sentía.

─ ¿Hice algo que te molestó? ─insistió.

─Al contrario, te agradezco por sacarme de ese apartamento.

Me miró a los ojos.

─ ¿Puedo preguntarte algo? ─su mano se posó sobre mi muslo.

─Sabes que sí.

─ ¿Por qué odias a Aidan? ─preguntó con cautela.

─No lo odio ─resoplé.

─Vamos, vi como lo tratabas, Felicity.

─ ¡No me llames así! ─le di un golpe en el brazo─. Tú más que nadie sabe que nadie debe saber quién soy realmente ─lo regañé.

─Lo sé ─frunció el ceño─. Y sabes, si quieres puedes pegarme más fuerte porque no dolió para nada ─soltó con sarcasmo mientras frotaba su brazo.

─Sigue provocándome y verás ─enarqué mis cejas.

─No es tan mala idea ─se mordió el labio inferior─. Incluso tengo unas esposas nuevas...

Lo fulminé con la mirada.

─Está bien, está bien ─levantó las manos en modo de rendición─. Pero hablo en serio, no encuentro una razón para que te caiga mal o lo que sea, menos cuando lo seguiste en primer lugar.

Puse mis manos sobre mi cara y gemí avergonzada.

─ ¿Por qué rayos tuve que contarte eso?

─Porque era la única manera de que tenga sentido el que hayas sido interceptada y no hayas podido defenderte.

DESTINOS CRUZADOS (Destino #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora