01┋LA ESTACIÓN

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  U N O

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U N O

[LA ESTACIÓN]




Mi padre...William Fablet, estaba a segundos de inaugurar su primera inversión, la próxima estación que lo había puesto en las columnas del periódico y que lo había ayudado a convertirse en uno de los ingenieros mas aclamados y prestigiosos de la ciudad de Nueva York.

Pero...¿Qué era lo que hacia única a esta estación?

Mi madre...Si, Camellia era el nombre de mi madre y que por supuesto lo único que yo había heredado de ella.

Justo cuando recién cumplía un año de nacida, la vida decidió arrancármela. 

—Camellia, tu padre te esta esperando —entro Tamara, la asistente personal de mi padre y su futura esposa.

—En un segundo voy, solo me pongo el vestido —le respondí con una sonrisa reprimida.

Aún no me acostumbraba a los cambios que había sufrido mi vida durante las ultimas semanas, y la verdad no me convencían en lo absoluto, a mi me gustaba vivir a afueras de la ciudad, no en un penhouse lleno de soledad, aunque tengo que reconocer que mi padre lo hizo para buscar lo mejor de mi.

Me puse el vestido negro que Tamara me había ayudado a escoger, me llegaba un poco debajo de la rodilla, me hice una cola de caballo y así, sin una sola gota de maquillaje decidí bajar y con unos tacones que apenas aguantaba. La verdad era que no tenia tanto sentido de la moda, y eso significaba que tampoco me sabia maquillar por lo que no decidí experimentar el día de hoy, que era un día importante para mi padre.

—Camellia, ten ponte un poco de labial —Tamara me ofrecio un labial.
No quería tomarlo, pero si no hacía lo que Támara decía, ella iría de bocona con mi padre y me daría sus platicas de ser una persona más femenina y blah...blah...blah.—Te ves hermosa con un poco de color —me miró sonriente.

Le sonreí.

Mi padre estaba a punto de entrar al escenario, junto con su jefe, el que le dio la oportunidad de realizar su sueño.

—Le doy las gracias al señor Thomas Eaton, por dejarme realizar mi sueño—mi padre le ofreció una gran sonrisa al señor Thomas—pero sobre todo, le tengo que agradecer a mi futura esposa, Tamara Steel —y así fue como Támara dio un pequeño suspiro antes de subir al escenario e ir a abrazar a mi padre—también tengo que agradecer a lo más valioso que tengo en esta vida, mi hija... Camellia Fablet y Cyclamen Fablet; quien lamentablemente no pudo asistir —no me gustaba llamar la atención, no era lo mío, fue por eso que me dieron tantos nervios antes de subir al escenario, antes que lo hiciera el sonido de una motocicleta captó toda la atención del público.

Camellia...La estación del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora