Unos meses después de la Batalla de Illum
Erisvel se irguió de improviso soltando un grito, con los ojos muy abiertos y respirando de manera superficial.
Casi de inmediato, un dolor intenso en su abdomen la obligó a postrarse otra vez. Cerró sus ojos con fuerza un momento, hasta que las casi agónicas oleadas cesaron.
Una vez volvió a abrir sus ojos con cuidado, comenzó a ser consciente de todo.
Lo primero que notó al mirar el techo de color claro fue algo que le obstruía la vista en su ojo izquierdo, dejándolo sin otra visión más que una tenue luz que se filtraba por los hilos.
Tocó con cuidado la zona afectada, y descubrió que tenía una gran cantidad de tela fina cubriéndolo. La venda abarcaba bastante de su cabeza, pero intuía que era más por una cuestión de seguridad, quizá para mantener alejados la tierra y otras suciedades.
La vista era un tema muy delicado, después de todo.
El otro ojo sin embargo veía con normalidad, lo que le permitió observar el entorno.
No se encontraba en un gran salón frío e insípido a punto de estallar, sino en un lugar pequeño, y sumamente acogedor. La temperatura era agradable, una sensación intensificada por las mantas suaves, la cama y almohadas mullidas... La ropa cómoda...
Era más que obvio que no se hallaba en la estación espacial de Darth Malgus. El corazón se le aceleró, pero su cuerpo no parecía tener las fuerzas para desesperarse.
El brillo de un sable de luz carmesí dirigiéndose a su rostro con letal precisión hizo eco en su memoria...
Respiró hondo de forma muy lenta, para no presionar la zona dañada de su abdomen. Con la misma cautela, apartó las mantas hasta dejarlas por debajo de sus caderas. Tomó con las puntas de sus dedos el dobladillo de su camiseta color marrón claro y la subió.
Dejó al descubierto unas vendas gruesas, que probablemente cubrían de forma igual de segura la herida más grave que tenía.
Que el sable de luz cauterizara heridas, no significaba que dejaran de ser un peligro.
Además no podía saber si había recibido algún tipo de cirugía.
Ese mismo sable de luz atravesándola sin piedad alguna... Felix y Aivon tratando de ayudarla... Las voces de Jason y Wrous... El grito de Riagra maldiciéndola...
Los fragmentados recuerdos vinieron a su mente como un bombardeo. Pero no sentía esa ira, ese odio, ni el resto de sentimientos oscuros que la habían acompañado a enfrentarse con Darth Malgus.
Ni siquiera una gota de rencor. Sólo sentía... Tranquilidad. Como si se hubiera sacado de encima un gran peso del que no era consciente. Muy perturbador, si... Pero no podía explicar el sentimiento de otro modo.
Otras preguntas surgieron a su mente ¿Dónde estaba ahora? ¿Qué era ese lugar? ¿Y sus amigos?
¿Por qué se sentía tan débil, tan...? ¿Tan indefensa?
Se removió ante la última palabra, incómoda, pues ella nunca solía sentirse así.
Apartó las mantas hasta dejar al descubierto sus piernas enfundadas por un pantalón de tela gris, y sus pies desnudos. Se irguió con todo el cuidado que le fue posible, hasta quedar sentada. Otro pequeño esfuerzo más, y terminó por ponerse de pie.
Le dolía todo el cuerpo, como si hubiera hecho una sesión de entrenamiento prolongada... Pero lo atribuyó al estar mucho tiempo en cama.
Ese dato le aportó otra duda más ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Unos días, semanas?
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La Jedi y el Espía
FanficEn la Galaxia reina el caos: la República y el Imperio Sith batallan día a día en busca de la victoria definitiva, ignorantes de una amenaza que va más allá de lo conocido... Cuando Tython es atacado bajo circunstancias más que sospechosas, es tarea...