El año terminó, y casi sin tiempo de vacaciones comenzaron los preparativos para la mudanza.
Fue un tiempo muy triste para mi madre, quien en varias oportunidades trató de persuadirme, pero mis planes estaban firmes y todo parecía darse sin problemas.
Para abaratar costos, compartiría el alquiler con dos compañeros más. Buscamos un pequeño departamento cerca de la universidad, en Nueva Córdoba, un barrio en donde había muchos edificios y departamentos alquilados por estudiantes de diferentes partes del país.
Al estar cerca ahorraríamos dinero en transporte, y podríamos ir caminando a la facultad.
Mi padre me dio una importante suma de dinero para pagar los gastos de inscripción, deposito de alquiler y tener para alimento y libros, me sorprendió que en medio de la crisis económica que pasábamos él tuviera en su poder tanto dinero.
Hubo varias reuniones de despedida: Con mis amigos, con los padres de Clara y una familiar.
Luz estaba muy triste con mi partida. Apenas tenía 6 años y no comprendía porque su hermano se mudaría de casa.
Mi padre estaba orgullo, feliz de que su hijo se independizara, pero la tristeza en los ojos de mi madre no me dejaba disfrutar plenamente de mi partida.
Los primeros días de febrero viajamos a Córdoba a instalarnos y comenzar con las primeras clases.
Leo y Santiago eran mis compañeros. Habíamos compartido 6 años de secundaria y ahora seguíamos juntos en esta nueva etapa.
El departamento era pequeño, había un solo dormitorio y un comedor con una pequeña cocina. Llevamos una heladera vieja y un anafe, el baño tenía un pequeño calefón eléctrico que consumía mucha energía, así que lo usábamos muy poco.
La convivencia comenzó siendo una gran aventura. Ninguno sabía cocinar y la limpieza no existía en nuestro vocabulario.
Cada uno se levantaba solo, comía lo que podía y salía para sus clases y al regreso nos encontrábamos en diferentes horarios pero tratábamos de que el primero que llegaba preparara algo para comer y compartíamos la cena.
Mis horarios de clase se acumulaban por la tarde, así que por las mañanas salí a buscar trabajo. Sabía que el dinero pronto se terminaría y necesitaba ayudar a mis padres con mis gastos.
Los cursillos de febrero pasaron.
Leo ingresó a periodismo y Santiago rindió mal su ingreso a medicina, así que regresó a Miramar.
Yo esperaba ansioso los resultados de mi examen, había estudiado tanto, pero tenía mis dudas. Recuerdo caminar ese largo pasillo hasta el gran transparente donde estaban publicados los resultados. La larga lista de nombres por orden alfabético estaba frente a mis ojos. Las piernas parecía que se me aflojaban. Respiré profundo y me acerqué con coraje. Allí, el último de la lista Wesler Ignacio... y mi nota... Sentía que el corazón se paralizaba... ¿a caso será cierto? ¿Esa era mi nota? ... si, allí estaba... un diez! Salté de alegría!
Era oficialmente un alumno de la UTN.
Llamé a Clara y a mis padres para compartirles la noticia. Estuvieron muy felices con mi nota. Hablé un minuto con mi madre y ella preguntó:
_ ¿Has buscado una iglesia?
_ Mamá! No he tenido tiempo... Me la paso estudiando...
_ Por favor Ignacio...
_ Está bien, apenas pueda voy a hacerlo_ le respondí como siempre, para tranquilizarla. Pero no me entusiasmaba la idea.
Yo estaba feliz, había sido un gran comienzo.
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Mi lugar en el mundo _ (Completa)
Teen FictionNOVELA CRISTIANA No siempre nuestros planes se realizan, ni nuestros sueños suceden, pero Dios nos va poniendo personas, situaciones y lugares impensados y sorprendentes. La historia de Ignacio y su pequeño lugar en el mundo, te ayudará a descubrir...