El buen amigo Lefou

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Narras tú
Viernes. Justo un día antes de mi descanso semanal.
Justamente el día en el que un resfriado decidió apoderarse de mi cuerpo y reducir mis ganas de ir al trabajo.

No obstante, no tenía forma de avisarle a Gastón y si faltaba, Lefou se tendría que hacer cargo de todo el trabajo.

Después de un par de minutos, me levanté con desgano y me arreglé para ir a la taberna. Me bañé y vestí como de costumbre y, como no estaba de tan buen humor, sólo me puse una diadema y cepillé mi cabello. Me ví en el espejo y noté cómo mi cara pálida y nariz roja no combinaban con el bonito vestido verde que portaba.

Bajé a desayunar y traté de disimular mi malestar ante mi abuela.

Bonjour, _________, ¿Dormiste bien?— me saludó y me sirvió un plato con panqueques

— Sí abue, ¡estoy de maravilla!— dije con fingido entusiasmo, procurando que no notara que me estaba cayendo de enferma

— ¿Lista para trabajar, princesa?— dijo mi abuelo a la par que se sentaba a desayunar conmigo y yo me limité a esbozar una sonrisa. Probé un bocado de panqueque y desafortunadamente no percibía el sabor. ¡Qué vil tortura!

Cuando acabé de comer, me despedí de los abuelos y me dispuse a ir a trabajar.

Caminaba con poca energía, aunado a eso, me detenía cada 5 minutos a estornudar. Después de un largo recorrido, llegué a la taberna y puse mi bolsa en mi área de trabajo.

Bonjour,  mademoiselle __________— el pequeño Lefou me saludó mientras salía de la bodega con un nuevo barril de cerveza

— ¿Qué tal, Lefou?— le correspondí y comencé a limpiar la barra

— ¿Se encuentra bien? Parece enferma— Lefou se acercó hacia mí, se subió a un banco y puso su mano en mi frente — Tiene un poco de fiebre, venga, la llevaré a su casa— dijo con preocupación y bajó del banco para, posteriormente, cargar mi bolsa y tomarme del brazo

— ¿Qué pasará con la taberna?— pregunté y me limpié la nariz con un pañuelo​

— No se preocupe, cerraremos hoy, Gastón lo entenderá— Lefou trató de reconfortarme y salimos del lugar

Lefou cerró las puertas del negocio y me llevó a mi casa. Era impresionante cómo sabía la precisa ubicación de mi hogar, pues nunca había ido ( o al menos eso pensaba).

Al llegar, nos encontramos con mi abuela, quien estaba regando las plantas.

— ¡__________! ¿Qué pasó, querida?— exclamó al notar mi presencia

— Buen día, Madame. Al parecer la pobre __________ está enferma— dijo Lefou entregándome en brazos de mi abuela

— ¡Oh, por todos los cielos, _________! ¿Por qué no dijiste que te sentías mal? Entra a la casa y recuéstate a descansar— la enérgica ancianita me regañó y yo obedecí

— Nos vemos, Lefou— me despedí del pequeño

— Muchas gracias por traer a mi nieta , Monsieur Lefou, ¿ le gustaría quedarse a almorzar?— desde el pasillo escuché la propuesta  de mi abuela hacia el chico

— Me encantaría, Madame— Lefou hizo una reverencia y entró conmigo

Subí a cambiarme de ropa mientras Lefou aguardaba paciente en la sala. Cuando por fin terminé, le hablé para que me acompañara y charlásemos  un poco

— Tenga— me extendió un pañuelo de tela humedecido — Póngalo sobre su frente y así la temperatura bajará

— Muchas gracias, Lefou. Eres muy amable— le dije con gratitud mientras me ponía encima el pañuelo

Nadie es como Gastón ( Gastón y tú ❤️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora