capítulo 9: sobrevive...

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En una cafetería indistinguible de los muchos locales de cristal y plástico, alarmantemente nuevos, que su padre y ella siempre les llamaba la atención, de las calles estadounidenses. Tomó asiento en un taburete de vinilo y trató de estudiar el menú metido dentro de una carpeta de plástico brillante donde una docena de tipos diferentes de hamburguesas se de destacaban a todo color. Una camarera no mucho mayor que Rynn, anotó su pedido y, en un tiempo corto, una sopa de tomate, muy roja, y cuatro galletas blancas metidas en un paquete de celofán superapretado se deslizaron por el mostrador. Inmediatamente siguieron, una hamburguesa con queso y refresco de cola. Rynn cerró los ojos para dominar sus lágrimas. El rostro gris de Joe llenaba todo su mundo, el lugar estaba lleno de madres y padres jóvenes que alimentaban a niños correteantes y ruidosos, embutiéndoles hamburguesas y patatas fritas cubiertas de ketchup.

Rynn tragó con esfuerzo dos cucharadas de sopa, una galleta y la rebanada de pepino de la hamburguesa. Aunque se sentía como si estuviese en trance, logró pagar la cuenta e irse, y se encontró caminando. Las luces eran brillantes, pero no cálidas , y pronto sintió frío y comenzó a temblar, a pesar de que llevaba las manos bien metidas en los bolsillos. Se detuvo en una taquilla de cine y sacó una entrada para una película de niños, con un suspiro entró en la cálida negrura y dejó que los brillantes colores y la música de un disco que parecía de una película de Disney.

Algunos niños correteaban por los pasillos alfombrados, derramando los refrescos que llevaban en vasos de papel y dejando caer palomitas de maíz de sus cajas de cartón, pensando en Joe Rynn lloraba, al encenderse las luces, Rynn se sobresaltó y se secó los ojos húmedos mientras un par de docenas de personas caminaban por los pasillos enfundándose en gruesos abrigos y tratando de no perder sus bufandas y mitones.

Al principio, mientras estaba en la parada del autobús, el frío de la noche no le pareció demasiado mordiente. Pero cuando las luces de la marquesina del cine se apagaron y la calle quedó totalmente vacía sintió un frío terrible y comenzó a temblar, a pesar que llevaba las manos bien metidas en los bolsillos, cuánto había pasado? las luces de los locales denotaban las primeras decoraciones navideñas, decidió irse a casa, ya que cada paso que daba se sentía una agonía, caminaba y lloraba por Joe, esperó de nuevo el bus.

Mientras escudriñaba la calle desierta, preguntándose cuándo llegaría el autobus, oyó el estrépito de un motor que iba disminuyendo la marcha y vió que un coche se acercaba. Rynn se apartó del borde de la acera mientras las ventanillas de un coche descendían y unos chicos algo mayores que ella, con rostros mortalmente blancos y llenos de granos, le silbaban y la llamaban. Uno de ellos le tendió un cigarrillo. Otro le hizo con la boca un ruido totalmente obsceno.

- perdiste el último bus. ven, sube. te calentaremos!

Se oyeron risas dentro del auto.

Dando la espalda al vehículo Rynn miró los oscuros escaparates de una tienda de material fotográfico desde los ojos fríos y apagadas de las cámaras la miraban. Presa del pánico Rynn veía los escaparates mientras los dos tipos se acercaban encerrándola de ambos lados, era demasiado tarde para escapar. Se hundió en la puerta de la tienda.

Ahora ambos jóvenes la acosaban con ese ruido insinuante, cuando alguien gritó desde el vehículo. Los dos se detuvieron. giraron sobre sí mismos y huyeron al coche, que salió disparado.

En la esquina, un automóvil policial blanco y negro frenó y se detuve, desde la ventanilla uno de los agentes le habló a Rynn:

- vives en la ciudad? - ella negó con la cabeza. El añadió :

- donde vives?

- en realidad estoy de visita, soy inglesa

- a la niñas inglesas las dejan estar a esta hora afuera?

- no, bueno lo que pasó es que fui con mi prima a ver una película de Walt Disney, pero se encontró con un amigo y usted sabe no quise estar en medio.

- esperaras el autobús?

- si es la única manera que se llegar a la casa de mis tíos

Los oficiales la invitaron a subir a la patrulla mientras esperaban el autobús, tuvieron una charla muy amena ya que Rynn sabía como comportarse como una señorita inglesa y que le crean que estaba pasándola bien. Luego subió al autobús y cuando ponía las monedas en la maquina de boletos el conductor le dijo:

- muy tarde no ?.

Rynn no le prestó atención y se sentó en la parte de más atrás del autobús, pero el conductor seguía observándola y ella seguía pensando en esa frase. muy tarde? que ella llegaba tarde a algún lugar o la noche no era para ella ?. Ella se sentía parte de la noche, del viento, de todo. Cuando se paró para bajar el chofer se volvió a dirigir a ella:

- dónde quieres bajar?

- dentro de dos paradas- le contestó ella

- bastante tarde- dijo el conductor- si bastante tarde- repitió

- y eso que quiere decir?

- quiere decir, damisela- hablaba a su propio ritmo- que es bastante tarde

La puerta delantera estalló en un silbido

- damisela?

- humm

- tiene que ir muy lejos ?

- no corro peligro

- si usted lo dice. Buenas noches.

La puerta se cerró de un golpe tras ella y los neumáticos giraron sobre la grava suelta. El autobús rugió al alejarse. dos lucecillas rojas iban empequeñeciéndose en la distancia.

Rynn corrió, corrió por la calle hacia el océano. Luego el sendero, corrió cien metros sin respirar, el frío le hacía doler la cabeza, los gigantescos troncos de olmos se alzaban como oscuros pilares de una catedral gótica, con sus ramas desnudas se mecían en la noche. Pensaba que al meter la llave en la puerta, al empujar la puerta para entrar en la sala de estar que ningún fuego entibiara el lugar parecía mas frío que el sendero. Ahí no había nadie estaba esperándola.

Al llegar al final del sendero la esperaba esa luz. la luz del porche que le hizo recordar a él y se dió cuenta que ese era su hogar y que él era su hogar. Enterró la llave en la puerta y entró dejando a la noche afuera. Al toque de su dedo se encendieron las luces de la sala, con su mano en la repisa pensó que ya era demasiado tarde para prender el fuego así que solo agarró el libro de su padre y se recostó en el sofá, algo la estremeció, el miedo ya no la abandonaba.

Se levantó y fue hacia la escalera, donde encendió las luces de arriba antes de tender la mano hacia el interruptor corrió escaleras arriba, apretó el interruptor y dejó que la oscuridad inundara todo el lugar. La luz de afuera jugaba con la cortina de la sala que dejaban entrar la brillante luz.Contra el resplandor que venía de afuera se dibujó una sombra.

La luz de afuera se apagó.



La niña y el mago © #PGP2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora