My angel hero

Capítulo 27

ALAI

Hoy Karol vendría a visitarme otra vez, ella la única que me ayudaba a no sentirme sola en esta clínica.

Estar aquí es totalmente aburrido, los doctores dicen ser tus amigos pero no lo son, solo lo dicen por compromiso, la comida es terrible y no hay nada de juguetes, todo es agujas, medicamentos, recetas, cosas de un doctor.

- Alai - escucho mi nombre de esa dulce voz - cómo te sientes?

- Hola - respondí - bien, un poquito aburrida, sabe a que hora llega Karol?

- Paciencia, ya está llegando y con compañía.

- En serio?! Tendré un nuevo amigo aquí? - sonreí.

- Sí, por favor, te voy a pedir que no molestes a Karol con esta persona.

- Molestarla? A qué se refiere?

- Viene con un muchacho.

- KAROL TIENE NOVIO?! - pregunté emocionada.

- No exactamente. Por ahora lo considera solo su amigo, aunque no lo sienta así.

- KAROL ESTÁ ENAMORADA?! - grité de lo más normal - y, cómo se llama? cuántos años tiene? es muy bonito para ella?

- Alai... - dijo la voz alargando mi nombre.

- Ay! disculpe - solté una risita - me voy a calmar.

- Si te confío esto, es para que le des ánimos a que pueda decir lo que siente por este muchacho. Ella merece tener un final feliz.

- Awwwww que bonito lo que dijo! - dije feliz - pero, yo solo tengo 10 años, no se nada de tener un novio.

- No, pero tienes el poder de convencer a las personas, es un gran talento.

- Tiene razón - dije pensativa - se convencer a las personas de hacer lo que quiera, es muy fácil.

- Para el bien Alai.

- Si, ya se. Por eso estoy aquí, no?

Asintió y aquella dulce voz se desvaneció. Mientras seguía esperando a Karol, encendí el televisor, puse algunos dibujos animados y me recoste en la camilla.

Me dormí.

- Alai? - escuche una voz entre mi sueño - nena, estás bien? - era Karol.

Rápidamente abrí los ojos y la abrace fuertemente - Kaaaroool !!! - grité emocionada - te extrañe mucho!

- Yo también hermosa - me responde contenta y me carga en sus brazos - mira, te quiero presentar a alguien, él es...

Recordé lo que me hablo el jefe, de no molestarla, pero era inevitable no hacerlo.