Capítulo 8

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KAROL

Hoy Ruggero "regresaba" a casa, estaba muy feliz. De alguna manera, el pobre sufrió en toda la semana, lo hubieran visto, era demasiado gracioso ver las muecas que hacía cuando le ponían alguna inyección o cuando comía algo que no le gustaba.

Se me ocurrió la linda idea de prepararle una pequeña sorpresa de bienvenida, así que decore un lado de su casa, colocando un cartel donde decía Bienvenido a casa Ruggero, además de prepararle algo rico, un pastel.

Vi como la puerta principal se abría, yo decidí esconderme para luego saludarlo, vi como miró el cartel, el pastel y luego los ignoró para acostarse en el sofá.

Lo sentía tenso, triste y enojado, había pasado algo y no lo percibí? Esto era extraño, entonces es donde pude escuchar sus pensamientos "No puedo dejar de pensar en Karol ¿qué le había pasado? ¿era ella o no la chica de la camilla?"

¿Estaba pensaba en mi? Mi corazón bombeada a mil por minuto "A Ruggero le importo"
no pude evitar sonreír. Ahora ¿qué me había pasado? que chica de la camilla hablaba?

Es donde el cuerpo se me escarapelo, "Ok Karol, tranquila, respira...inhala, exhala..." me dije. Dios, me temblaba todo el cuerpo, tenía que calmarme y calmarlo a él.

- Al caso ¿vas a ignorar todo el día lo que te preparé? - dije saliendo de la cocina.

Ruggero pegó un brinco al escuchar mi voz, de verdad lo sorprendí, bueno eso era lo que quería desde un principio ¿no?
Se quedó parado, mirándome sin poder decir nada, debía manejar esta situación.

- Hola Ruggero - dije sonriente.
Seguía sorprendido, sin poder mover un músculo, sin decir una sola palabra - ¡Hey! ¿Hay alguien en casa? - me acerqué y le toque la cabeza.

Sentí como sus brazos rodeaban mi cintura y la apretaba fuertemente, me estaba abrazando, le correspondí. Estuvimos como cinco minutos abrazados, se sentía tan bien.

- Karol ¿sos vos? - me susurró al oído.

- Si, soy yo - solté una risita de nervios. Se alejó de mí y me miró a los ojos.

- Sos tan... real - paso su mano por mi mejilla y volvió abrazarme más fuerte.

- Rugge - dije nerviosa - me estas asfixiando.

- ¡Uy! lo siento - me dijo mientras se alejaba de mí.

- Bienvenido a casa - le sonreí.

- Muchas gracias - río.

- ¿Cómo te sientes? - pregunté curiosa.

- ¿Ahora? - me miró - Mejor que nunca - me alzó y comenzamos a girar. Podría acostumbrarme a esto, creo.

- Nos vamos a caer - dije mientras reía.

- No importa - río también - te extrañe mucho Karol, déjame disfrutar esto.

¿Esto es real o sigo en un sueño? pensé. No respondí, solo disfrute este momento. Me hacia feliz verlo feliz a él. De tanto girar, nos caímos al suelo, no podíamos evitar soltar carcajadas.

- Te dije que nos caeríamos - dije.

- Ya lo sabía - respondió él.

- Entonces ¿por qué lo hiciste si sabías que nos íbamos a caer? - le pregunté.

- Porque es divertido - me miró - doloroso pero divertido.

- Doloroso para ti - reí - tú amortiguaste mi caída.

- Bueno, bueno...tenes razón - dijo mientras se sobaba la pierna.

- Lo siento - lo miré.

- No te preocupes - sonrió.

- Entonces...- hice una mueca divertida - ¿vas a ignorar lo que te preparé?

- No - se paró - tengo hambre.

- Voy por el pastel - me dirigí hacia la mesa donde estaba aquel postre.

Pude escuchar de nuevo los pensamiento de Ruggero "Por suerte ella esta bien, ella es real. Creo que Agustín me debe una disculpa. Entonces, ¿quién era aquella chica en esa camilla? Se parecía tanto a Karol..."

No dije nada, solo me dediqué a tragar saliva.

- Tu favorito - dije mientras me acercaba a él - chocolate con pecanas y nutella.

- ¿Cómo sabes que es mi favorito? - alzó una ceja - ¿Nora te lo dijo?

- No - reí - yo se todos tus secretos - le guiñé un ojo.

- ¿Así? - preguntó - no te creo.

- ¿Quieres apostar? - respondí desafiante.

- Te escucho.

- A ver - dije pensativa - dices dormir con la luz apagada frente a tus amigos, pero en realidad no lo haces porque le tienes miedo a la oscuridad.

- Eso no es cierto - respondió nervioso - yo no le tengo miedo a nada.

- Ruggero, en la clínica pedías que dejaran encendidas las luces con el pretexto de que te fallaba la vista - arquee una ceja.

- ¡Oye! - exclamó - es cierto, me falla la visión.

- No, no lo es - reí - no seas mentiroso.

- Y vos ¿cómo sabes lo de la clínica? - preguntó cruzando los brazos.

- Estoy en todos lados - dije mientras comía un pedazo del postre.

- Que extraña sos - río y repitió la misma acción de comer - muy extraña.

- ¿Otro secreto? - pregunte inquieta.

- No, suficiente con uno - respondió.

- Bueno, como digas - sonreí - al menos confirmaste lo que dije.

- Yo no confirme nada - se hizo el desentendido - son ideas tuyas.

- Lo tomaré como un sí - reí.

Entre risas y anécdotas la horas pasaron velozmente. De alguna forma le hice pasar una tarde tranquila.

A Ruggero se le ocurrió pedir comida, moría de hambre, el pastel no había sido suficiente al parecer.

- ¿Pizza o pasta? - me preguntó.

- Lo que escojas estará bien para mi - le respondí sonriente.

- Está bien - dijo y tomó el teléfono para pedir una gran pizza familiar.

Colgó el teléfono y me dirigí al sofá, un gran libro me llamó la atención, lo cogí y me llevé una pequeña sorpresa, empecé a revisarlo. Sentí llegar a Ruggero.

- Son tus fotos de pequeño - le dije.

- Nunca lo había visto - respondió confundido mientras se sentaba a mi lado - ¿dónde lo encontraste?

- Aquí, debajo - le señalé una pequeña mesa - te vez muy lindo y tierno.

- Lo se, soy hermoso - dijo orgulloso. Lo quedé mirando. - ¿Qué?

- Si te digo algo ¿prometes no enojarte conmigo? - pregunté.

- Depende de lo que me digas - respondió serio.

- Promételo, por favor - le supliqué.

- Esta bien - rodeo sus ojos - ¿qué tienes que decirme?

Tomó aire.

- Te pareces mucho a tu padre, en lo físico, y tu mirada, con esa enorme sonrisa, a tu madre... - sonreí.

My angel hero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora