Capítulo 32

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KAROL

Han pasado tres días desde que me fui y este dolor que llevo en el pecho, siento que ni con magia lo pudo curar ¿qué será de mi vida si yo estoy bien y él no? ¿Para qué seguir viva? No tendría sentido nada si él no está.

Estaba sola hace días, perdida en un desierto, sin fuerzas, sin comer, sin dormir, ahogándome en llanto, me siento del asco; no hay segundo que su imagen recorre por toda mi cabeza, sus ojos cafés, su lindo cabello ondulado, el rozar de sus manos, su linda sonrisa, su voz...

Reconozco que fui una total cobarde en irme y abandonar todo, dejando a la deriva y sabe con cuantos peligros a Alai y a Ruggero, es que ¡güey!, me sentí la peor cosa por aquello que escuche, ¿tanto esfuerzo para perder al final al ser que se robó mi corazón antes de que empezara todo esto? Otra cosa, ¿por qué el jefe me ocultó este detalle? ¿Con qué fin lo hacía? ¿Para protegernos? ¡Neta que no entiendo nada!

Mientras seguía en la nada, se me vino la remota idea de ir de nuevo a lo verdadero, me detuve, junté mis dedos, los moví de arriba hacia abajo y abrí aquel portal, necesitaba algunas respuestas.

Entre si ser vista, ya era costumbre, todo estaba como siempre, bueno, con algunas personas nuevas visitando a sus familiares para saber cómo andaban de su salud, di un pequeño recorrido fugaz por el lugar hasta llegar al pasillo de esas habitaciones, uno en cada extremo.

Decidí entrar en la habitación del primer extremo, nada es diferente, todo sigue ahí, los típicos doctores, análisis, medicamentos, muebles, la típica forma de estar acostada en la camilla: cuerpo paralítico, ojos cerrados, respiración lenta, calmada, las mismas palabras de aliento para dar apoyo al familiar del paciente y sobre todo, la típica visita de todos los días,

Había una mujer sentada al lado de ella, contemplándola, llorando y diciendo "vamos a salir de esta mi amor, pronto estaremos juntas, rehaciendo nuestras vidas, corrigiendo los errores del pasado, tú y yo, te lo prometo" aquella mujer no sabía que esa persona postrada en esa camilla también estaba entusiasmada en volver.

Salí de ahí, me dirigí a la segunda habitación y lo vi otra vez; dentro de la habitación estaban un grupo de personas alrededor: dos sentadas en el sillón, tres ayudantes y un doctor, todos esperando resultados al parecer, me coloqué cerca al respaldo de la camilla.

- Doctor – escuché decir una voz femenina – ¿todo en orden?

- Si – suspira aquel doctor – le acabamos de hacer su chequeo diario, solo eso.

- ¿Y cuándo será la operación? – pregunta el acompañante de la mujer, su marido para ser exacta – tiene que quitarle eso de la cabeza.

- No es fácil – responde – depende de cómo responda a los próximos tratamientos, se determinará la fecha de la operación, todo a su debido momento.

- ¡El tiempo se me hace eterno! – el hombre se agarra la cabeza - ¡quiero que mi hijo salga de esto!

- Tranquilo amor – dice la mujer tratando de calmarlo.

- Todos queremos eso señor, créame – lo mira fijamente – si me disculpan, necesito estar a solas con el paciente y mis ayudantes, pueden esperar afuera ¿por favor?

Asienten y salen de la habitación, la mirada del doctor se veía perturbada por algo, no paraba de revisar los papeles de su portafolio, ya no más malas noticias por favor.

- ¿Se le olvidó algo doctor? – pregunta uno de sus ayudantes.

- No, no es eso – mueve de ambos lados su cabeza - hay algo que me tiene muy confundido, no le encuentro explicación.

My angel hero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora