Mis sentidos estaban alertas. Más alertas de lo que quisiera incluso. A cada paso, yo me daba vuelta. Cada vez que una rama crujía bajo nuestros pies, cada vez que parecíamos divisar una sombra a lo lejos... cada vez que algo parecía tomarme de la mano. Esperen, ¿qué?
- Muy graciosos, muchachos – todos se dieron vuelta para observarme.
- ¿Qué sucede, Harley? – dijo Sam, extrañado, deteniendo el paso.
- Alguien me tomó de la mano y quiero saber quién fue – Jenna rió.
- ¿Paranoica, loba? – Chris se tapó la boca con una mano disimulando una sonrisa.
- No sucede nada, Lightwood. En marcha – y cuando se disponía a seguir caminando, otra voz dijo.
- Alguien acaba de correr detrás de mí – era Leigh-Anne. Sus ojos marrones oscuros estaban muy abiertos. – De veras, he sentido una brisa.
- Chicos, manténganse quietos.
Sam quedó helado. Nos hizo una leve seña de que nos calmemos, pero yo no veía nada. De pronto, el acostumbrado ruido de las fauces de un lobo cansado que ha estado corriendo hacía ya un buen rato sonó de detrás de Sam. Me quedé pálida, consciente de que no era la única que lo había escuchado. Era ya de noche, así que más allá en donde no alumbraban nuestras linternas, no se veía absolutamente nada. De pronto, y de la nada, surgió en la oscuridad una sombra de una persona no muy alta.
En ese momento, la tensión se hizo aún mayor. Para nuestra sorpresa, la sombra llamó a la figura con un silbato especial para perros-lobos. Segundos más tarde, la silueta y la respiración de aquella presencia se habían desvanecido.
- ¿Qué fue eso? – preguntó Flint.
- No lo sé – respondió Darius, ajustándose y limpiándose su traje con aplomo. – Pero seguramente fue un ángel.
- ¿Un ángel? – dije, escéptica.
- No creo que eso fuera un ángel. Quiero decir, ¿dónde está la luz celestial y el sonido de arpas? – miré a Ashley con las cejas fruncidas, quien era la persona que lo había dicho, y largué una sonora carcajada. Ella a su vez rió también, seguida de todos los demás. Aquello había tenido el efecto que ella quería lograr: que todos se rieran. Sin embargo, aquello duró como cinco minutos hasta que yo me di cuenta de algo extraño.
- Oigan, ¿Y Mary? – pregunté.
- Pensé que estaba atrás de ustedes – dijo Jenna, mirándonos a Ashley y a mí con extrañeza, al unísono.
- Yo también – dijo Ashley.
- También yo – dije. – Pero desde que el perro del infierno se nos hizo presente, ella desapareció.
- Allí lo tienen: Mary salvó el día. No es mucha ciencia – dijo Chris. Darius seguía sosteniendo su absurda hipótesis, por lo que le hizo una mueca poco amigable.
- ¿Ahora qué? – pregunté.
- Ya sabemos que la bestia está aquí – dijo Flint mirando a Chris. – Es hora.
- ¿Hora de qué? – dijo Jenna.
- Hora de realizar el hechizo.
- ¿El qué? – dije, extrañada. Chris sacó una bolsa de su mochila con varios elementos: unas ramas, un libro gordo y antiguo, algo que parecía un pilón y un mortero, varios frascos con líquidos de colores diferentes como el verde, el azul, el rosado, y el violeta, y por último una pierna de algún animal que parecía haber sido cortado hacía unas horas atrás. Hice una mueca por el olor, y los demás me imitaron.
- Alúmbrenme, vamos – todos hicimos caso, mientras que Kyle leía las instrucciones.
- Bien, según lo que dice aquí debemos poner las ramitas de valeriana en el mortero – con el ceño fruncido, Chris puso las ramitas triturándolas en serie. Luego aplicó el líquido violeta que era sangre de unicornio (lo cual flipé cuando lo vi), el líquido verde era sangre de una especie exótica de serpiente, el azul era viscoso y era muy difícil de manejar pero no llegué a escuchar lo que era porque levanté la vista para ver si la extraña figura seguía en el mismo lugar de antes, arriba de una ladera, pero no; el líquido rosado era sangre de rata, y por último la pata pertenecía a un cordero y, como ya lo sabía, había sido matado hacía ya tres horas.
- Perfecto – dijo Kyle. – Ahora solo resta decir un par de cosas en latín y ya.
- ¿Eso es todo? – pregunté. - ¿Así se matan a los perros del infierno? – Chris se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano. La antes colorida combinación de objetos se transformó en un líquido viscoso color gris con una pata sin pelos como decoración. Las ramitas de valeriana que habían sido trituradas en el mortero flotaban sobre el líquido. Jamás había hecho nada como eso, y la sola idea de tener que hacer esto con más frecuencia en el futuro me puso los pelos de punta. Sin embargo, las ramitas de valeriana me resultaban vagamente familiar...
Kyle se aclaró la garganta y recitó.
- O te, sordida ab inferno bestia. Libera nos a cruciatu. Ite in domum tuam, id est tibi. Non sumus servi tui. Back, o turpem bestia.
De pronto, un ligero y lastimero aullido resonó desde las entrañas del bosque, sobresaltándonos a todos.
- Un peón menos – dije. – Ahora, habíamos dicho que el perro siempre estaba acompañado del jinete.
- No, problema resuelto – dijo Chris restándole importancia. Pestañeé. Revoleó los ojos. – Los matamos a ambos – dijo con una lentitud exagerada. Levanté las cejas.
Cuando nos disponíamos para marcharnos, siento que alguien me llama de unos matorrales. Fijé la vista en ese lugar, y pedí a los demás que me esperen más adelante. Sam dudó, pero se mantuvo a cierta distancia, esperando. El resto se marchó.
Me acerqué al lugar en cuestión, abrí con mis manos los matorrales y allí estaba...
- No – dije, con los ojos grandes y llorosos. – Esto no puede ser real.
Era mi hermana.
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"Oh, bestia asquerosa del infierno. Líbranos de todo tormento. Vuelve a tu hogar, que este no es el tuyo. No somos servidores tuyos. Atrás, oh bestia asquerosa." - Palabras en latín, pie de página.
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III. Moonlight Shadow: Survive the Darkness
WerewolfUna terrible tormenta se instala en Sacramento, California y deja perplejos a los Lightwood. Nadie sabe quién o qué lo provoca, por lo que deciden averiguarlo y prepararse como es debido antes de que se desate una verdadera catástrofe. En esta terce...