12. Un viejo colega

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- ¿Es usted Chris Saunders?

Al hacer esa pregunta, inmediatamente me arrepentí. Era más que obvio. Sin embargo, quería cortar con la tensión del momento. Chris me miró, alzó la ceja, se cruzó de brazos y se apoyó contra el umbral. Éste, bajo el peso del hombro izquierdo, crujió un poco.

- ¿Qué quieren? Es una pregunta general – posó la mirada en cada uno de nosotros.

- Mi nombre es Darius Benson. Soy el Segundo en Jefe de...

- Sí, como sea – dijo, aburrido. Lanzó una mirada al techo, y prosiguió. – No te preguntaba quién eras. Quiero saber de dónde vienen.

- Justamente – dijo Darius, contrariado – a eso iba. Soy el Segundo en Jefe del G.E.L.A. de Sacramento, California – alzó una ceja, algo interesado. – Sabemos que eres una parte importante de... bueno... los humanos cazadores.

- ¿Humano? – sonrió, burlón. – Ah, la acostumbrada mediocridad de los perros falderos de hacerse los importantes – sonrió aún más, y rió un poco – como si ellos son los únicos poseedores de la Tierra. – Darius estaba a punto de decirle algo, furioso, pero lo intervine.

- No venimos para pelearnos acerca de la relación lobo-hombre del pasado. Vinimos para solicitar ayuda.

- ¿Hombres lobos pidiendo ayuda al ser humano como en el pasado? – me miró de pies a cabeza. – Deben estar desesperados.

- Pues sí, lo estamos – dijo una enojada Jenna. – Y no hubiésemos traído nuestros perezosos traseros hasta aquí, hasta Oklahoma, si no necesitaríamos ayuda. Para eso me quedaba en mi casa viendo Teen Wolf hasta que sea de día y dejaba todo en manos de otras personas, pero ¿sabes qué, cazador incompetente? – dijo, dando un paso adelante y señalándolo con el dedo – esto nos concierne a ambos por igual. Algo está mal, y queremos saber por qué. Si tú quieres morir, adelante. Pero yo no voy a sacrificar mi vida y la de los míos por el capricho de alguien más.

Chris la estudió unos momentos, hasta que finalmente suspiró, y se irguió.

- Entren. Tenemos muchas cosas de qué hablar.


La habitación era lo suficientemente grande como para que un mínimo de 8 personas entraran en ella. A la entrada, a la izquierda, tenía una cocina. Al centro se ubicaba el comedor que también funcionaba como sala. A la derecha había un pasillo que conducía al baño y a las habitaciones. Decidimos sentarnos en el sillón y a la mesa.

- Bien, ¿de qué estamos hablando exactamente?

- Aun no lo sabemos – dijo Sam. – Sabemos que una criatura de aspecto viscoso estuvo merodeando el Café Heaven, y que mató a una de las camareras que atendían allí.

- Lo he visto en la tele, y tras casi una semana sin dormir y sin saber qué demonios era, creo que di con el monstruo.

- ¿De veras? – dijo Ashley, abriendo los ojos.

- Sí, en serio. – Sacó un libro gigante de debajo de la mesa, y dijo. – Fue difícil. Al principio pensé que se trataba de un demonio. Luego de un ángel. Finalmente, até cabos y me di cuenta - abrió el libro en la página marcada – que en realidad se trataba de un Perro del Infierno.

Me fijé más detenidamente en la imagen, y me di cuenta.

- Todo tiene sentido. Según la mitología, estos seres suelen estar acompañados de los llamados jinetes muertos.

- O sea que el jinete se hizo pasar por humano mientras que su perro de caza lo acompañaba – dijo Sam.

- Exacto – dijo Chris.

- ¿Y qué pruebas se tienen al respecto? – dijo Darius. – No podemos ir en estocada hacia lo desconocido por una simple corazonada. Además, si hubieras leído un poco más, te hubieras dado cuenta que esa cosa deja tras de sí una sustancia viscosa de color negro.

- Primero, no es una corazonada: es un hecho. Una de las empleadas que trabaja en el Heaven se escondió, y pudo entrever cómo el hombre se desvanecía y cómo el "perro gigante de forma humanoide" atacaba a su compañera. Segundo, el rastro es sangre podrida proveniente de las fauces del can. – Jenna arrugó la nariz. - ¿Algo más para debatir, señor Segundo en Mando? – sonreí, pero me tapé la boca. Miré a Jenna. Sonreía sin más junto a Ashley. Darius iba a estallar de furia.

- ¿Cómo se mata a un jinete del infierno y a su perro? – preguntó Luke.

- ¿Al caniche? Con una bala de plata – un escalofrío me recorrió la espina dorsal. Era así como también se mata a un hombre lobo. No pude evitar pensar en mi hermana, en Luna. Ella había detenido una bala por mí. Intenté despejar mi mente de aquel recuerdo, y volví a Tierra. - ¿Al jinete? Con un hechizo – puso sobre la mesa un polvoriento libro lleno de runas antiguas y palabras en latín. – Claro que se trata de magia muy oscura, así que invité a Tasha, una ocultista reconocida en la ciudad.

- ¿Va a venir aquí? – preguntó Sam. Acto seguido, se escuchó el timbre.

- Hola a todos – dijo la mujer. Saludamos. – Mi nombre es Tasha, soy ocultista, pero puedo deducir gracias a los pensamientos de este hombre – miró a Darius – que eso ya lo sabía. Puedo notar una gran energía negativa flotando en el aire. ¿A qué se debe, Darius querido? – la observó, asombrado, y respondió.

- Yo no le he dicho mi nombre.

- No era necesario, hombre – sonrió y le guiñó el ojo. Era una mujer alta, morena de piel y de pelo rizado negro corto por los hombros. Sus ojos eran negros, y sus ropajes despedían un ligero olor a vainilla. "Interesante", pensé. - ¿Necesitas que te vuelva a preguntar?

- No creo en las artes esotéricas, o como le llamen ustedes. Creo que la adivinación es una rama muy complicada y que es una ciencia inexacta.

- Creo que alguien ha leído Harry Potter – sonrió con sorna Chris. Me caía bien. Darius parecía a punto de estallar de ira.

- Está bien, no todo el mundo cree que nosotros realmente tenemos un trabajo ya que existe un cierto número de personas que estafan a la gente, pero eso es otro tema. En fin, siento que no hay humanos en la habitación.

- Es cierto –dije. – Somos hombres lobos, y Jenna es Elementista.

- Fascinante. De veras fascinante.

- Necesitamos que nos ayudes – dijo Chris.

- Para eso estoy – sacó de su bolso un par de ingredientes, y se fue directamente a la cocina.

- ¿Eso va a lograr matarlo? – pregunté.

- Si no lo mata, por lo menos le da un bajón de salud importante – dijo Chris, algo preocupado. Asentí.

- Bueno, creo que lo nuestro ha terminado aquí. Niños, andando – dijo Darius.

- Esperen, antes de irse necesito el número telefónico de alguien. Mañana comenzamos nuestro cometido. He encontrado su lugar no muy lejos de aquí, y necesito avisarles los detalles.

- Yo puedo dártelo – le dije. Una vez que le di mi número, me preguntó.

- ¿A qué nombre lo agrego?

- Harley Lightwood.

Me observó unos instantes. Abrió la boca para decir algo, pero la cerró inmediatamente. Asintió.

- Los llamaré.

III. Moonlight Shadow: Survive the DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora