"¡Apegarse al plan es prioridad!"

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   — "Que se supone que haga" — pensó Adelbert mientras se paraba lentamente.  — "Dante era de los mas fuertes de este pequeño ejercito".

   — Señor, exactamente donde hay que empujar.
   A Adelbert le pesaban las piernas, sentia los hombros por arriba de los oidos. El miedo lo tenia sobre su espalda y no habia manera de quitárselo encima. En cuanto terminó de levantarse, miró a sus 31 soldados que estaban a su cargo y por un momento sintió odio hacia todo y todos. Sabia que ahí sería la ultima vez que los miraría y ahora que Dante murió no sabía si el también saldría vivo de ahí.
    — Athlumitas, no nos queda mas que seguir con el plan. No tenemos porque cambiarlo. Tres de ustedes iran hacia el otro extremo de la escalera y prenderán fuego al bosque. ¡Rápido!, tienen 5 minutos.     

    Durante esos 5 minutos, Adelbert repasó el plan con los 29 athlumitas que se quedaron con él.

   La escalera se divide en 3, dos tercios laterales y uno central. Antes de la llegada de los ángeles hicieron esa división que separaría el tercio medio con los laterales. Tumbarlo sería fácil, ya que la escalera solo estaba pegada a la ciudad por la parte de la relieve, mas no al piso del bosque.

   — Sólo hay que empujar con fuerza desde nuestro punto hacia donde están los otros 3. Varios soldados del gobierno caerán al fuego y los que queden en el tercio mas ínfimo pelearan contra nosotros.
   — ¿No crees que 5 minutos es muy poco? El fuego no se propaga tan rápido.
   — Es ahora o nunca, si lo hacíamos antes todos se habrían dado cuenta por el humo.

   — Eso lo entiendo, pero darles 5 minutos, creo que es muy poco.

   —Es que si damos mas tiempo, de nada servirá que tumbemos el tercio medio. Lo único que hariamos es no dejarlos bajar de la meseta.

    El nagapurense no dejaba de temblar. Temía que el plan no se mantuviera y mas ahora que lo habían hecho dudar. Adelbert sabia que el athlumita tenía razón, 5 minutos eran muy pocos por mas hierba seca y material inflamable de la textilería que pusieran, no había mucho que hacer.

   — "Ni 20 minutos serían necesarios para expander el fuego lo suficiente y herir de gravedad a los soldados que caigan de la escalera"— pensó Adelbert.

   — Señor, 4 minutos.
   — ¡En posición! 
    Los 29 athlumitas y Adelbert ya tenían las manos puestas en la escalera. 5 minutos y empujarían, no importa si los otros tres seguian abajo de la escalera. No importa si el fuego se desvanecía. Su misión era esperar la señal de arriba de la meseta y en 5 minutos, separar a los ángeles y su ejercito.
   — ¡Empuja, Athlum!


Deya-Ni Raghmund se percató que los ángeles estaban a punto de alcanzar la meseta.
   — Isaac, si estuvieras aquí, estos bastardos ya estarían muertos. Mientras yo esté aquí, no dejaré que esta ciudad caiga.

   Ella también se salió del plan, el que debería estar haciendo la señal era Bencupert, pero ahora ella se exhibió de una manera grosera. Ahora tenía que volver a su posición, cerca del pueblo. Pero algo la mantuvo ahí, darles la espalda por un momento era como pisotear su dignidad, algo la mantuvo ahí, hasta que escucho un gran estruendo. Varios soldados de la realeza gritaron despavoridamente mientras caían hacia un lado de la pendiente.

   — Si ellos siguen el plan, ¿Porque yo no? Debo dejar mi dignidad para cumplir mi venganza.

   Raghmund poco a poco caminó hacia atrás y alcanzar a los athlumitas que esperaban ansioso la llegada de los ángeles.
   — ¡Pagaran por Asmodeo!— una voz gruesa y llena de odio fue levantandose estruendorosamente mientras todos llegaban al ultimo peldaño de la escalera. 
   — Lilith, si quieres venganza, luchemos— Raghmund en ningun momento envaino su espada. Ésta ya estaba afuera, era un demonio con deseos de la sangre de la realeza.
   Tanto el pueblo de Athlum como el ejercito  se avalancearon unos con otros para pelear. Aun cuando eliminaron a varios por la caída de la pendiente, esto no parecía importarles. Elos buscaban conquistar esa isla. Era su único objetivo. Mientras todos peleaban, Lilith caminó lentamente hacia Raghmund:
   — Cuanto tiempo sin verte, Deya-Ni.

   — ¿Quien lo diría que nos encontraríamos en esta gran guerra?
    Lilith sacó su arma y le apuntó en la cabeza:
   — Esto no estaría pasando si no hubieras escapado, niñita. Es mas, no estarías de ese lado sino del nuestro.

   —¡Callate!— La voz de Raghmund se escuchó en todo el campo de batalla.—¡No hables!

   — Pero si la sangre de "Los ángeles caídos" corre por tus venas.— No, nadie lo sabía. Los athlumitas estaban anonadados. — Athlum, ¿Eso lo sabían? Su enemigo esta en sus trincheras.
Lilith arqueo sus labios.
Deya-Ni Raghmund dejó caer una lágrima:

   —¡Morirán bastardos!


   

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⏰ Última actualización: May 29, 2017 ⏰

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La ciudad que nunca cayó. #FDA17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora