Lid en el bosque de Athlum.

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   Deya-Ni Raghmund llego una noche gélida y lúgubre hace unos años. Había sido robada por Isaac Ethon Raghmund, el cual había partido de Athlum desde que era niño para convertirse en un trotamundos. Nunca se supo bien de donde es, lo único que se sabe es que un día, Deya-Ni Raghmund llego al pueblo con un vestido largo hermoso y un cinturón de seda que le rodeaba la cintura. Ella venia en una barca junto con Isaac con las intenciones de casarse en la isla. Al casarse le comento al presidente que tenía intenciones de quedarse en la isla, y trabajar para él en lo que fuera necesario.
—Desgraciadamente lo único que hice fuera de esta isla fue servir como teniente y comandar un pelotón a cortar yerba seca. No soy la gran cosa— Dijo Isaac mientras se tomaba su cerveza con Andreser— aquí creo que puedo hacer algo por esta isla.
—Puedes trabajar en la textilería, solo que empezaras desde abajo.
— Está bien. Deya quiere hacer un pequeño restaurant...
— ¿Un que...?
— Restaurant. Un lugar donde servir comida y se cobra por ello.
— Aquí podemos hacer eso. Cada quien en su casa. No veo porque...
— Tranquilo Andreser. Confía en mi. Habra gente que le gustara y no cobraremos mucho.
— Bien. ¿Cómo se hace eso?
— Aquí en el cuarto que me diste. Creo que empezamos—Isaac se sacudió un poco el polvo del pantalón de soldado que siempre traía puesto desde que llego a la isla—por que desde que la robe hemos estado escapando.
— ¿La que?
— La robe. Perdon por no decírtelo. Ella es hija de un duque pero no es para temer, todo está bajo control— Andreser H. Skyfler no quiso hacer más alboroto y no pregunto más.

— ¡Barco a la vista!— Los niños no dejaban de gritar emocionados. No paraban de saltar y decir que al fin sabrían que era un pirata. Todos los isleños salieron a ver extrañados, ya que el único barquito que habían recibido era la barca de Isaac.
— Déjame ir, será mi primer trabajo como diplomática—Diana Victoria Franeljord veía desde el pueblo como se acercaban los barcos y volteo a ver a Dante Bencupert— Hoy será mi primer encuentro con el mundo.
— Ve con cuidado hija— dijo el presidente de Athlum —Isaac, puedes acompañarla. Me gustaría que la escoltaras y pongas en práctica lo que aprendiste allá afuera.
— ¿No crees que sea imprudente mandarla a ella? —Preguntó Dante Bencupert al presidente.
— Según ella, el diplomático recibe a los invitados y mientras yo los espero aquí, así que esperémosla.
   Isaac sacó un saco de armas robadas que tenía, y tomo un fusil, lo colgó en su hombro y le hizo una señal a Diana Victoria para bajar.
   El pueblo estaba en la cima de una meseta., así que había que bajar unas escaleras empedradas y enormes que al final daban al bosque, el cual bajaba en pendiente para llegar a la costa.
   Diana Victoria parecía muy segura e Isaac también, hasta que llegaron a la costa. Las manos del soldado se pusieron totalmente frías cuando vio bajar a la Gran Familia de los Ángeles Caídos. Vio a los 7 integrantes: La más vieja llamada Naamá, los padres llamados Lilith y Samael, y los hijos: Tubalcain, Asmodeo, Arioch y Nisroch. Isaac Ethon Raghmund paso saliva y se puso en guardia mentalmente, algo no andaba bien.
—Bienvenidos señores, mi nombre es...
—Puedes callarte, estúpida. Lo estas arruinando— La más vieja, Naamá, fue la primera en bajar del barco junto con un tipo con traje azul y una capa que arrastraba por los talones, bien parecido— lo que menos queremos es hablar contigo.
— Bueno, ha de disculparme, pero yo soy la diplomática de Athlum.
— No crees que eres muy chica para ocupar un puesto así— el tipo de traje azul tenia cara seria y sin ninguna expresión.
— Disculpe, ¿Me podrían decir quiénes son y a que vienen?
— Como no vas a saber idiota, somos la familia real. Esta chica me está colmando la paciencia. Tu maldito alférez, haz algo.
Isaac no pudo hacer mas que observar como el alférez sacaba un arma y le apuntaba a la mollera a la diplomática de Athlum.
— ¿Qué haces? — Sus lágrimas empezaron a correr por todas sus mejillas mientras temblaba de miedo— Yo solo vine a atenderlos.
— Que insolente.
Isaac quiso adelantarse a la bala del arma que apuntaba a Diana Victoria, pero no la alcanzo, solo vio como el cuerpo de ella caía la arena. Ensangrentada, muerta, con todo y sus sueños, Isaac tomo su cuerpo en su regazo y después volteo a ver a la familia real y como se reían a carcajadas. Su mente no le dio para más que huir, dándole la espalda a sus enemigos.
— Dejalo que vaya. Quiero que avise a su pueblo y que se orinen del miedo.
Cuando Isaac entro a la selva, dejo el cuerpo de Diana Victoria entre los arboles de la selva:
— Esta isla no tiene armamento, ni nada con que defenderse—Pensó Isaac— ésta selva la conozco como la palma de mi mano. Así que puedo escabullirme para matarlos de uno por uno.
   Isaac observo que la familia real venía subiendo transportados por esclavos que cargaban recintos de porcelana donde estos mismos se encontraban. Los esclavos lucían lánguidos, babeaban sangre y arrastraban los pies mientras eran golpeados con cadenas por parte del pelotón que acompañaba el escenario. El camino por el que iban subiendo era un camino de tierra que daba directamente a la escalera para subir a la meseta y llegar al pueblo. Isaac sabía que debía de atacar de las orillas que era exactamente donde se encontraba. Isaac apunto a la cabeza de un soldado—en el bolsillo tengo 6 cargadores de 9 balas cada uno, me debe de alcanzar para todos. — Dio un suspiro largo y profundo, y disparo. La bala destrozo la cabeza del soldado, lo que asusto a todo el pelotón que, al instante, rodeo a la familia real para protegerlos:
— Lo único que queremos es que se inclinen a nosotros, y nos den todo lo que tengan. Si lo hacen, les perdonaremos la vida—dijo Samael mientras levantaba los brazos hacia el cielo— muéstrate soldado isleño.
Otra cabeza fue destrozada.
— Maldita sea, vayan a buscar a ese bastardo—grito Lilith de la desesperación.
20 soldados se introdujeron al bosque en forma de parábola para no tener ningún ángulo ciego— Esa formación me la sé de memoria— Isaac disparo las 7 balas que le quedaban y todas dieron al blanco.
— ¿Que acaso nadie se le ha ocurrido que estoy atrás de ustedes?—pensó Isaac mientras cargaba su arma y se acomodaba arriba del árbol que quedaba exactamente atrás de la formación— fue buena idea subirme a este árbol.
Disparo unas 6 veces más, ahora solo quedaban 7, sin embargo, ya los había perdido de vista, ya habían deducido que él estaba atrás y no en frente.
— Tengo que matar a estos hijos...
Disparo rápidamente al ver que uno salió corriendo:
— La carnada— pensó

Al instante sintió un rozón de bala en el hombro lo que lo hizo caer:
—Mierda, utilizaron a uno de ellos para saber a qué ángulo estaba disparando.

   Solo quedaban 6 soldados los cuales vinieron corriendo rápidamente hacia él—Tengo que cargar, joder— no le quedo de otra mas que sacar su arma de bolsillo que siempre llevaba a todos lados y descargó las únicas 5 balas que tenía y corrió hacia un lugar donde esconderse
— Seguramente no acerté ni uno pero me dio tiempo para cargar— Isaac tomo una de sus agujetas de los botines y se lo amarro en el brazo.

   Ya teniendo cargado el arma, volteo hacia todos lados:

— Tu camuflaje no servirá, mocoso— disparo 4 veces y 4 cuerpos cayeron al instante, ahora solo quedaban dos, los cuales lo sorprendieron por la espalda uno lo agarro por el cuello y el otro se disponía a acuchillarlo en el abdomen pero Isaac lo pateo para después agacharse, tomar la cabeza del que lo tenía por el cuello y tumbarlo hacia el frente, posterior a ello tomo su cuello y le dio un giro de 180 grados—Ahora solo quedas tu—tomo el cuchillo que había soltado y lo encajo exactamente en la frente— personas como tú, solo merecen el infierno— y lo golpeo dejándolo muerto.


— Isaac Ethon Raghmund, sal de donde estés— Liith era la única que gritaba con desesperación y enojo.
— Se habían tardado en darse cuenta quien soy—Pensó Isaac mientras los veía de arriba de un árbol.
—Vamos Isaac, lo único que mereces es la muerte. Tarde un poco en saber quién eras, pero tú, tú fuiste el bastardo que traiciono al mundo entero. Quiero pensar que el Duque de Ohafrang también está enojado...
— No lo está— Isaac Ethon Raghmund dio un salto del árbol donde se encontraba y se mostró, frente a frente ante ellos— Yo fui la mano derecha del gran Duque de Ohafrang, por lo tanto me correspondía proteger a su hija. Es por eso que hui del mundo. Lo que sé de ustedes, nadie mas lo sabe.
— Tú no sabes nada pequeño imbécil—Lilith sacó una magnum de su vestido— Dame una razón para no matarte.
— Te daré la razón que me dé la gana—Isaac tiro su fusil muy lejos de el—mátame y váyanse. No tienen nada que hacer en esta isla. Los únicos que conocemos los secretos de ustedes somos Deya-Ni Raghmund y yo. Pero a Deya-Ni no tienen por qué mezclarla en su mierda de política.
— ¿Y qué es lo que sabes, Isaac Ethon Raghmund, mano derecha del Duque de Ohafrang, teniente supremo a nivel mundial?
— Ustedes no son inmortales—Un fuerte viento se entremezclo con el disparo de la Magnum de Lilith que dio en el flanco del abdomen.
— Lilith—grito Samael— es en la cabeza. Déjame enseñarte como se dispara. Ese maldito blasfemo—disparó directamente en el cuello de Isaac, el cual apenas podía ponerse de rodillas.
— Muere, bastardo.
— Baja el arma—Dante Bencupert sostenía un fusil del saco de Isaac—hay 32 personas detrás de mí. Si no bajas el arma...—Dante temió un poco en decirlo, pero no le quedaba otra opción—los mataremos a todos.
   Lilith bajo el arma.
   Isaac Ethon Raghmund no podía tan siquiera respirar.
   Las olas a la orilla de la isla empezaron a golpear aún más fuerte.
   Una pequeña llovizna se entremezclo con el olor de la sangre.
   La familia de los ángeles caídos se retiraron riéndose del escenario, que para ellos, era patético – Queman a los cadáveres de nuestros soldados, nosotros no los queremos—Naamá fue la primera en darse la vuelta ayudada por el alférez.
— Isaac, ¿Qué demonios paso? —Dante no sabía que hacer.
— Victoria...—escupió sangre impregnándola en el traje de Dante—Victoria murió. Ella esta hacia el noroeste, debajo de un árbol en forma de cueva—Isaac tomo el cuello de la camisa de Dante—La mato el alférez, no olvides eso. El maldito alférez de la Organización Nacional de Paises Fundidos.
   Isaac duro 3 días en cama, los cuales utilizó poco a poco para contar lo que había pasado a Andreser H. Skyfler. En el tercer día, dijo que quería ver a su amada. El pueblo entero dejo un espacio a la redonda, como él había pedido, para hablar con Deya-Ni Raghmund—No digas nada, es todo lo que pido—esas fueron sus últimas palabras mientras sus manos se hacían frías entre las de Deya-Ni. Isaac Ethon Raghmund murió. Las olas se apaciguaron después de 3 días y desde ese momento, ya no cayo brisa del mar en Athlum.

La ciudad que nunca cayó. #FDA17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora