Ultima ratio: Athlum declara la guerra al mundo.

5 2 0
                                    

    Al lado de la casa presidencial, se construyó una cripta de cristal con roca de mar.

   Se estuvo de luto durante toda la noche.

   Se encendieron antorchas en los pilares de las puertas de todo Athlum.

   Todos se arrodillaron y lloraron la perdida de la esposa del presidente.

 —Sé que es una gran pérdida— dijo Adelbert a Andreser— pero mañana la familia real vendrá por Asmodeo. Estamos perdidos.
 —Solo vendrán soldados, dudo mucho que venga su madre.
  Adelbert asintió, sabia a lo que se refería.
 —Primero Victoria, después Isaac, y ahora Aurora. Quizás no fuiste mi esposa en realidad—  pensó Andreser— pero fuiste lo mejor que me ha pasado.

   El presidente recordo cuando Aurora llego a la isla. Nadie sabe de donde vino, pero los isleños no la querían. Argumentaban que probablemente la mar la hecho a la deriva por pecaminosa, o que quizas era algun espia de dioses que querian apoderarse de la isla.
  — ¡Mirenla! Es muy linda para ser todo lo que ustedes dicen. Asi que la hare mi esposa y ustedes la aceptaran—Cuando el presidente dijo eso la muchedumbre, ellos no dijeron absolutamente nada. 
  — Creo que no escucha y tampoco puede hablar. Asi que todos tendran que escribir en algo para poder comunicarse con ella. Se que puedo confiar en ustedes.
   
   De pronto, el presidente volvio en si y vio a Deya, sabia que ella no se lo podria perdonar.
   Deya-Ni Raghmund estaba muy consternada, se echaba la culpa así misma por huir y dejar a la esposa del presidente en su lugar. Ella fue la primera en apagar su antorcha e irse a llorar a su cuartito, al lado del restaurante.
—Debería de matarme ahora mismo, estoy siendo muy problemática—se recosto en su cama de madera acariciando su katana.

A la mañana siguiente, en cuanto salió el sol, el barco ya había llegado a la costa. Bajó todo un pelotón rodeando a Naamá. 
Skyfler dio la señal que nadie saldria. Todos se quedarian en su casa. Solo el presidente haria frente a los angeles caidos.
En cuanto el pelotón y Naamá subieron la pendiente para llegar a la cima, una voz estruendorosa los recibió:
—Tu nieto murió, Naamá.
Naamá enarcó la ceja.
— ¿Pero cómo murió? No bromeen conmigo bastardos. 
Al instante, Naamá golpeo el cadáver que siempre ponían para la llegada de la familia real.
—Quiero verlo.
—Me temo que no lo reconocerás.
El presidente no estaba armado. Si habia que pelear, lo haria como habia matado al angel caido. Con los nudillos de sus puños
—Cállate presidente de mierda. Una palabra más y vendré a matarlos a todos. ¡A todos!
—Ahí está su nieto.
— ¿Dónde demonios...?
—El cadáver que pateaste, era tu nieto. Yo lo mate a golpees, ya que el mato a mi esposa. Lo golpee una y otra vez, hasta que fuera irreconocible— el presidente pego su barbilla a su pecho dando una apariencia terrorifica y acentuandose una defensiva ante cualquier ataque.— Hace un rato lo destripamos y le quitamos la carne, para hacer un cadáver de excelencia para usted: abuela de la familia real.
— ¡Malditos! — Naamá, tomó al cadáver en su regazo y empezó a llorar— Bebé, que te hicieron. ¿Por qué no haces tus berrinches?
—Esto es una declaracion de guerra, abuela. Trae a todo tu gobierno. Mi pueblo luchará.
   Naamá solo podia abrazar al monton de huesos que tenia en su regazo mientras lloraba, hasta que solto una frase casi sollozando:
— ¡Lo pagaras!—Naamá grito tan fuerte que todo el pueblo lo escuchó— Vámonos Adelbert, tu testificaras lo que sucedió.
Adelbert Cherryfrand fumaba su cigarillo viendo por la ventana. Al escuchar a la abuela, dejó ir un soplo de humo:
— Madame, creo que me quedo.
— ¿Qué dices?
— Peleare con este pueblo. El mundo entero debe saber la verdad. Ustedes no son inmortales.
Son otras personas, como cualquier otra.
Naamá intento sacar un arma pero al instante fue detenida por una espada en su cuello:
— ¿Cuánto tiempo, Naamá? —Deya-Ni Raghmund había sacado la katana que siempre guardaba bajo el kimono—.Creo que hoy no será "día del té".
Naamá giro sus ojos haciando donde provenia el filo de la espada:
—Así que aun sigues viva, pequeña bastarda.
Naamá alzó la mano para dar la orden de disparo por parte del pelotón. Pero nadie disparó. Cuando Naamá volteó, el secretario de guerra Dante Bencupert tenía el paraguas en su mano izquierda, y en su mano derecha; una espada larga y fina, llena de sangre. Su pelotón de 16 soldados había caído.
  —¿Como lo hiciste?
  — Esto es Athlum Naamá—Dante tenia manchada la cara y parte de su traje.—No mate a ni uno, solo están heridos. Pero creo que lo mejor es que se vayan.
Dante Bencupert guardo su espada en el paraguas y dejo a relucir el nombre de Victoria tallado en el mango de su paraguas.
—Malditos bastardos—Naamá se levantó junto con el esqueleto de su nieto, y ordenó retirada. Los soldados muy apenas podian levantarse. 
Cuando Naamá subió al barco y empezo a alejarse de la isla vino a su mente una imagen que la hizo caer en extasis:
  — Esta isla ya no sera nuetras, no sera de nadie. La haré caer en cenizas.

*******


Quiero agradecer a GinyaLes por la portada que me dio permiso de robarme. Y sobre todo por la gran reseña que recibí de ella. Lo vuelvo a repetir, muchas gracias.

Eres toda una Athlumita.

La ciudad que nunca cayó. #FDA17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora