capitulo 6.

9.4K 638 4
                                    

—Por favor, vamos a ponernos serios. Yo gano diez veces más dinero que tú. ¿Por qué iba a dejar el bufete? Sería un suicidio profesional.
—Pues deja que te recuerde cuántas mujeres, esas mujeres de las que tú siempre hablas con desdén, se ven obligadas a trabajar y cuidar de sus hijos como pueden.
—Un embarazo es algo voluntario en nuestros días.
—Pero no lo ha sido en este caso, te lo aseguro.
Silencio.
—¿Seguro?
—¿Crees que me he quedado embarazada a propósito? —exclamó Emma.
—Muchas mujeres lo hacen. Así consiguen una pensión, si no del padre, de los Servicios Sociales. Claro que ahora es muy fácil determinar quién es el padre del niño.
Emma se levantó, indignada.
—¡No me lo puedo creer!
Iba a abrir la puerta del despacho, pero, de repente, el picaporte pareció desaparecer de su vista. Intentó agarrarlo de nuevo, pero sus manos no lograban tocar nada y, poco a poco, todo se volvió negro...

Cuando despertó, James estaba mirándola con tal preocupación que casi estuvo a punto de creer que los últimos cinco años no habían pasado, que seguían juntos.
—¿Qué ha ocurrido? —murmuró.
—Te has desmayado —contestó él.
Emma parpadeó, incrédula.
—¿Qué?
—He llamado a una ambulancia.
—Eso es completamente innecesario. No estoy enferma.
—Pues a mí me lo parece.
—Estoy nerviosa... es normal en estas circunstancias. Es estresante sentir que llevas el peso del mundo sobre tus hombros.
—No tienes que hacerlo sola, Emma. Yo quiero ayudarte.
—Y ya imagino cómo. No te importa lo que cueste mientras no interrumpa tu rutina diaria, claro.
—Tengo muchos compromisos, sí, pero si me necesitas estaré ahí.
—Llegas cinco años tarde, amigo —replicó ella.
—Mejor tarde que nunca.
En ese momento oyeron el ruido de una camilla rodando por el pasillo.
—No quiero ir al hospital.
—Yo creo que sería lo mejor,Emma). Quiero comprobar que... todo va bien.
—¿Que todo va bien? ¿Qué podría ir mal?
—No sé... podrían ser gemelos —intentó bromear James . 
Emma levantó los ojos al cielo cuando entraron los enfermeros.
—¿Se encuentra bien, señora?
—Perfectamente.
—De eso nada —intervino James .
Emma abrió la boca para replicar, pero una capa negra pareció descender sobre ella. En aquel estado, no podía discutir con nadie. Sólo quería dormir...

Emma despertó al oír murmullo de voces.
—¿Se va a poner bien? —oyó la voz de James .
—Con un poco de descanso y la dieta adecuada, sí —contestó una voz femenina—. Tiene un poco de anemia, pero las pastillas de hierro que le he recetado arreglarán eso enseguida.
—¿Cuánto tiempo tendrá que estar en el hospital?
—Puede irse a casa por la mañana.
—Muy bien, estaré aquí a primera hora.
—Tranquilo, esto es más o menos normal —oyó que decía la doctora antes de cerrar la puerta.
Luego, silencio.
—Sé que no estás dormida —dijo su exmarido entonces.
Emma abrió los ojos.
—¿Qué haces aquí?
—¿Qué hago aquí? Te has desmayado dos veces. No quiero tener tu muerte sobre mi conciencia. El embarazo es más que suficiente.
Ella parpadeó para contener las lágrimas. Sabía que la noticia no lo había emocionado precisamente, pero ¿tenía que hablar de ello con tal desdén?
James la miró con el corazón encogido al ver su expresión...
—Perdona, no quería decir eso...
—Claro que querías. No puedes soportar que vaya a tener un hijo, lo sé.
—No es eso, es que... no me lo esperaba.
—Tampoco yo, te lo aseguro.
—Estamos divorciados,Emma...
—Y seguiremos divorciados, así que no empieces a imaginar cuentos de familias felices.
Él la miró, desafiante.
—Mi oferta de matrimonio fue... una reacción momentánea, por la sorpresa. Pero me retracto. No habrá boda.
Emma tuvo que cerrar los ojos.
¿Qué le pasaba?
Ella no quería volver con James .
¿O sí?
—Pero creo que deberías vivir en mi casa durante el embarazo. Para que pueda vigilarte.
—No, gracias. No podría vivir contigo.
—Pero tampoco puedes vivir sola. La doctora acaba de decirme que tienes anemia...
—Estaré bien en un par de días, así que no tienes que hacer de enfermero. Además, no podría soportar tener que verte a todas horas.
James apretó los dientes.
—Emma, tienes que venir a mi casa. Además, acabo de re-decorarla, así que ya no te resultará tan repugnante.
—Supongo que volviste a decorarla para exorcizar mi presencia —replicó ella. James se maravilló de la respuesta porque... era verdad. Había tardado meses en borrar su perfume y, sin embargo, incluso ahora le parecía que, a veces, seguía en el aire, como un fantasma....

De nuevo la señora Maslow. TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora