capitulo 7.

9.4K 639 3
                                    

—Puedes tener tu propia habitación.

—¿No me digas? Qué generoso —replicó ella, sarcástica—. Pero no será necesario, gracias.

—Entonces, ¿quieres compartir la mía?

—No digas bobadas.

—Venga, Emma, no vamos a discutir. Hay cosas más importantes...

—No quiero ser parte de tu vida.

—Eres parte de mi vida te guste o no —replicó él—. Y siendo tan obstinada no vas a conseguir nada. ¿No se te ha ocurrido pensar en el niño?

—Claro que he pensado en el niño. Pienso en él todo el tiempo.

—Pues no has estado cuidándote precisamente bien. ¿Cómo vas a criar a un niño si no comes?

—¿Hay algo más que quieras criticar, además de mi obstinación, mi figura y mi dieta? 

—No, todo lo demás es perfecto.

Emma lo miró para ver si era una ironía, pero James estaba sonriendo.

—No estoy llevando esto muy bien, ¿verdad?

—No —contestó ella, sin mirarlo.

—Mira, Emma, de verdad quiero ser parte de la vida de ese niño. Quiero lo mejor para él.

—Yo también.

—Entonces, ¿te lo pensarás?

—Lo he pensado y la respuesta es no.

—Mira que eres cabezota —exclamó James entonces—. Muy bien, entonces tendré que encontrar la forma de convencerte.

—No vas a convencerme, no te molestes. No pienso vivir contigo.

—No será para siempre, sólo hasta que nazca el niño. Luego ya veremos.

—No.

—Los dos sabemos que pocos matrimonios duran para siempre —insistió James —. El nuestro no duró, desde luego, pero al menos esta vez al final no habrá un amargo divorcio. Piensa en el dinero que vamos a ahorrarnos —dijo, intentando bromear.

Pero Emma no sonrió siquiera.

—Tu familia se quedaría horrorizada si supiera que vivimos juntos. Aunque sea en habitaciones separadas.

—Yo creo que, en estas circunstancias, va a resultar difícil convencer a la gente de que no hay nada entre nosotros.

—¡Pero no hay nada entre nosotros!

—¿Estás absolutamente segura?

—Pues claro que sí. Estoy embarazada, pero no pienso tener una relación contigo.

—¿Ni siquiera una relación de amistad?

—Mira, James , tú no eres alguien a quien elegiría como amigo. Y eso no va a cambiar en el futuro.

Él apretó los labios.

—No podemos criar a un niño sin tener algún tipo de relación.

—Quiero que tengamos el menor contacto posible.

—Muy bien —suspiró James , dirigiéndose a la puerta—. Pues entonces prepárate para una pelea. Y no digas que no te lo he advertido.

—Esta vez no vas a ganar. No lo permitiré.

—¿Quieres apostar? —sonrió él, muy seguro de sí mismo.

Emma abrió la boca para contestar, pero antes de que pudiera hacerlo James había desaparecido de la habitación.

—Muy bien, todopoderoso James Maslow —murmuró, mirando al techo—si quieres pelea, la tendrás.

Cuando James llegó al hospital al día siguiente se quedó sorprendido, y enfadado, al comprobar que su ex mujer se había marchado ya.

—¿Dónde ha ido?

—No tengo ni idea —contestó la enfermera—. Quizá no quiera que usted lo sepa.

James soltó una palabrota y la enfermera se cruzó de brazos, indignada.

—Nos pidió expresamente que no le diéramos su dirección.

—¿Ah, sí?

—Pues sí —contestó ella, sin dejarse amedrentar—. Y, como usted sabe, los informes de los pacientes son confidenciales. A menos que sea usted un pariente muy cercano, no tiene derecho a saber nada sobre la señora Parker.

—Muchas gracias por su ayuda, señorita —replicó él, sarcástico.

—De nada, señor Maslow.

—Ya. 

Maslow salió del hospital y, mientras iba al aparcamiento, sacó el móvil del bolsillo para llamar a su secretaria.

—Elaine, consígueme la dirección de Emma Parker. Haz lo que tengas que hacer para encontrarla.

—¿Tú no la tienes?

—¡Si la tuviera no te la pediría! —exclamó él, impaciente—. Es mi ex mujer. Lo último que quería después del divorcio era saber nada de ella.

—¿Y para qué quieres ahora su dirección?

James se pasó una mano por el pelo. El universo entero estaba contra él.

—Porque la necesito... y deja de hacer preguntas o tu paga de Navidad se verá considerablemente recortada.

Elaine soltó una carcajada.

—Te llamaré en diez minutos.

—Que sean cinco o estás despedida.

Su secretaria llamó en tres minutos y medio.

—Emma vive en Epping —le dijo, orgullosa, antes de darle la dirección—. Pero yo creo que deberías calmarte un poco antes de ir a verla.

—Gracias por el consejo, pero ya sabes dónde puedes metértelo.

—Sólo intento ayudar.

—Ponte a escribir algo en el ordenador... ¿no te pago para eso? —exclamó James . Por supuesto, antes de colgar pudo oír la risita irónica de Elaine—. Mujeres...

Aunque sabía que tenía razón. Debía calmarse un poco antes de hablar con Emma

¿De verdad lo odiaba tanto?...

De nuevo la señora Maslow. TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora