capitulo 14.

8.5K 611 2
                                    

—Eres idiota. 

—Eso ya me los has dicho muchas veces.

—No puedo creer que esté aquí contigo. Debería haber imagino que le darías la vuelta al asunto para salirte con la tuya, como siempre.

—¿Por eso has aceptado cenar conmigo? ¿Para convencerme de que le dé el caso a un compañero?

Emma se puso colorada.

—No...

—No me mientas, Emma. No estás en posición de hacerlo. Si no aceptas vivir en mi casa durante el embarazo, tu amiga perderá la custodia de sus hijos.

Estaba atrapada. Tenía que elegir y...

—Podría denunciarte al colegio de abogados por esto.

—¿Y quién iba a creerte? Soy uno de los abogados más prestigiosos de Sidney y tú eres mi ex mujer. ¿Qué crees que diría un juez? No, me parece que sabes lo que debes hacer.

—No voy a tener relaciones contigo.

—¿Te lo he pedido yo? —replicó James.

—Tú no pides, tú haces lo que te da la gana sin pensar en las consecuencias.

—Eso no es justo, querida. Tampoco tú pensaste en las consecuencias aquella noche, en el hotel. Además, no es buena idea morder la mano que, al final, podría darte de comer.

—No pienso aceptar nada de ti. Prefiero morirme de hambre. 

Fue infortunado que, justo en aquel momento, llegara el camarero con la cena. Emma miró la deliciosa laksa preguntándose si estaba siendo un poco demasiado vehemente.

—Come, mujer —sonrió James—. ¿Quién sabe? A lo mejor te dejo pagar y todo.

Emma  deseó tener valor para tirarle el plato a la cara. Pero tenía hambre. Y debía comer, por ella y por el niño.

Pero mientras comía, intentaba encontrar la forma de salir de aquel embrollo. Vivir con James...

Imposible.

No había podido resistirse aquella noche, después de la conferencia, ¿cómo iba a resistirse si dormían en la misma casa?

Podía imaginarlo. Podía verse a sí misma esperando que llegara de trabajar, contenta de que él le prestase atención durante cinco minutos... como cuando estaban casados.

Emma apartó el plato. Acababa de perder el apetito.

—¿No te gusta?

—No, ya he comido suficiente.

—Pero si apenas lo has probado... ¿Qué pasa? ¿Está demasiado picante?

—Espero que no te dediques a vigilar todo lo que como cada vez que estemos juntos.

—¿Que no? Si tengo que darte de comer yo mismo, lo haré.

—Y yo te daré un puñetazo.

—Ah, una pelea con comida. ¿Te acuerdas de aquella vez... con la nata?

Emma  tomó un trozo de pan para distraerse. No quería recordar aquel episodio. No quería recordar ninguno.

—¿Quieres que pida otra cosa?

—No. Lo que quiero es que te calles.

—No te gusta recordar el pasado, ¿verdad? —preguntó James en voz baja.

Emma no tuvo que contestar porque el camarero apareció con el segundo plato. No, no quería recordar el pasado. No quería recordar su pasado con James

—¿Hasta cuándo piensas seguir trabajando? —preguntó él.

—Hasta el último momento.

—¿No crees que deberías dejarlo antes? Para descansar un poco...

—No.

—Bueno, bueno, como tú digas. ¿Crees que estarás preparada cuando llegue el momento?

Emma lo pensó.

—Espero estarlo.

—Seguro que sí —dijo él—. Seguro que todo irá bien.

—¿Se lo has contado a tu familia? —preguntó ¬¬¬¬¬¬Emma entonces. 

—No, pero había pensado hacerles una visita esta semana.

—Se van a llevar un disgusto tremendo.

—Si decido vivir con mi ex mujer, es asunto mío. Y de mi ex mujer.

—Si fuera por mí, no viviríamos juntos, te lo aseguro —replicó ella—. Y si no estuviera embarazada, no estaría aquí ahora mismo.

—No, pero tengo la impresión de que podríamos estar en otro sitio, mucho más cómodo —sonrió James.

—¿Qué quieres decir?

—Estoy diciendo que lo nuestro no ha terminado. Lo que hubo entre nosotros no ha muerto, a pesar del divorcio.

—Lo que hay entre nosotros... si es que hay algo, no es más que atracción física. Se nos pasará con el tiempo —replicó ella.

—¿Cuánto tiempo? Han pasado cinco años y...

—El deseo físico no es base para una relación. Tarde o temprano, se acaba.

—Niégalo todo lo que quieras, pero yo sé lo que siento. Y también sé que a ti te pasa lo mismo. De no ser así, no estaríamos en esta situación.

—Estamos en esta situación porque fuimos un par de idiotas —replicó ella.

—Sí, bueno, como quieras —suspiró James—. Yo me encargaré de alquilar tu apartamento, por cierto. Y en cuanto al caso Dangar, se lo pasaré a uno de los socios más jóvenes del bufete.

Emma dejó escapar un suspiro de alivio.

—Sé que voy a lamentar esto. Lo sé, estoy segura.

—Deja de preocuparte, Emma. Hemos vivido juntos antes. No somos extraños y tenemos intereses comunes. Estos próximos meses pasarán enseguida y quizá, al final, habremos logrado formar parte de ese pequeño grupo de ex parejas que logran ser amigos.

Emma estaba segura de que no sería así, pero no dijo nada. 

Ojalá pudiera mandarlo a paseo, pero... no dejaba de recordar los sollozos de su amiga Eliza, la posibilidad de que perdiera a sus hijos. No, no podría decir que no aunque quisiera.

Y no quería hacerlo.

Emma se puso tensa. No quería decirle que no. Quería vivir con él...

De nuevo la señora Maslow. TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora