capitulo 28.

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—¿Para qué? Estás preciosa. Por cierto, me encanta tu pelo. ¿Qué te has hecho?

—Me lo he cortado un poco —contestó Emma

Se había dado cuenta, James se había fijado en su corte de pelo. Ojalá eso no la emocionara tanto, pensó.

—Te quedan tres minutos —murmuró él entonces, tomándola por la cintura.

Y Emma supo que esa noche no dormiría sola.

Emma  se quedó sorprendida al ver el restaurante que James había elegido. La decoración había cambiado, pero seguía siendo el mismo sitio al que habían ido a cenar por primera vez como pareja.

¿Qué querría decirle? ¿Tendría algún significado o era un mero capricho llevarla allí?

—¿Por qué estamos aquí?

—¿Por qué no?

Había sido su restaurante favorito. Allí celebraron su primer mes juntos, el segundo... allí le había pedido que se casara con él.

El dueño del restaurante se acercó entonces y saludó a James por su nombre. Luego, cuando la vio a ella, lanzó una exclamación de sorpresa.

—¡Emma Maslow! Por fin la tenemos de vuelta.

—Ahora se llamaEmma Parker. 

—¿Parker? Bah, para mí siempre serás Emma  Maslow —sonrió Emilio—. ¿Qué os apetece tomar?

Después de pedir la cena, James apretó su mano.

—Tranquila, mujer. Pareces temer que salgan todos de la cocina para regañarte por haberme dejado.

—Ellos no tenían que vivir contigo... yo sí.

—Pues entonces parecías pasarlo bien.

Emma no podía discutir eso. Era verdad. En general, era increíblemente feliz con James , compartiendo su vida, su cama...

—Tenía sus compensaciones —admitió.

—¿A pesar de mi familia y de la obsesión por mi carrera?

—Aunque alguna vez he dicho lo contrario, esto no tuvo nada que ver con tu familia —le confesó Emma—. Estábamos en momentos diferentes de nuestras vidas... sencillamente, no podía funcionar.

—¿Sabes una cosa, Emma? Si buscas el fracaso, eso es exactamente lo que encuentras. Nuestro matrimonio habría funcionado, pero tú estabas convencida de que no sería así.

¿Sería cierto? ¿Habría habido alguna posibilidad para ellos?

—Siempre estabas discutiendo una cosa u otra —siguió James —. No había terminado nuestra luna de miel cuando me dijiste que no querías tener hijos. ¿Te puedes imaginar lo que sentí?

—Quizá deberíamos haberlo hablado antes de casarnos. O quizá deberías haber hecho una lista de las cosas que buscabas... si pensaba dejar mi trabajo, cuántos hijos pensaba tener —replicó ella, irónica—. Podrías haberte ahorrado muchos problemas y, sobre todo, habrías tenido tiempo de buscar la mujer florero que te interesaba.

James dejó escapar un suspiro de impaciencia.

—¿Cuándo te he tratado yo así? Si te quedases conmigo, serías una de esas pocas mujeres afortunadas que pueden tenerlo todo: un marido, hijos, una carrera.

—¿Un marido?

—Hablaba en sentido figurado —dijo él enseguida, apartando la mirada.

 Emma buscaba si es que   había amor en sus ojos. No quería casarse con ella porque sabía en el fondo que la atracción que había entre ellos pasaría con los años, que no era algo permanente. Quería tener a su hijo, pero no estaba preparado para comprometerse.

De nuevo la señora Maslow. TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora