VII
Secretos de mujer
La ciudad sigue respirando más allá de la ventana de mi apartamento. La noche moribunda luce como un manto de fango espeso que se escapa poco a poco a través de la ranura del horizonte. Aún hay truenos y relámpagos encendiendo el firmamento y aunque a lo lejos algunos edificios se van tiñendo de una pálida luz naranja, por el sol naciente, el tono púrpura de las nubes advierte un día casi tan lóbrego como la noche.
Sentado en el sillón de la sala y con el cuerpo lleno de pequeñas vendas adhesivas, solo puedo escuchar. Y es que de pronto cada sonido parece ser más agudo e incisivo: escucho la gota que cae del grifo medio abierto en la cocina, las manecillas del reloj de pared vociferando su Tic-tac insoportable y el chillido agudo de las ratas que devoran las migajas en los platos sucios del fregadero.
Estoy, pero no estoy, así es tener insomnio. Un letargo permanente que me sume en una realidad que no existe y que aun así no es completamente imaginaria.
Mientras me ponía alcohol en las heridas de la cara, Bonnie me dijo que contara ovejas para dormir, pero ella sabe muy bien que a veces las ovejas no se dejan contar.
Cuando cierro los ojos no hay praderas verdes ni animales de granja, no hay arroyos de aguas cristalinas y tampoco oigo el canto de las aves. Cierro los ojos y veo cuerpos destrozados, carne podrida y lagos de sangre espesa y burbujeante. Todo es rojo bajo mis párpados. Y no, no hay ninguna oveja por ahora.
Mientras cosía las puñaladas en mi pierna, Bonnie seguía hablándome. Ella cree que estoy perdiendo la cabeza, pero yo le digo que todavía puedo hallarla al buscar sobre mis hombros.
Una ráfaga de viento frío inunda la sala.
“¿Estará bien abrigada?” me pregunto.
Y luego la oigo. Sé que duerme a unos metros de distancia y la paz de su respiración de alguna manera es casi contagiosa. Me da tranquilidad saberla dormida. Es dulce la tortura de velar el sueño de alguien.
Me levanto y soy un caminante errante que desconoce el suelo que pisa. Soy el observador que mira sin mirar. Los muebles son figuras deformes cuya utilidad no alcanzo a recordar. Soy la masa móvil que es empujada por una fuerza distinta a la de la vida.
Mientras camino tropiezo con las botellas vacías que atiborran el suelo, ampollas transparentes o de color ámbar que desde hace algún tiempo representan mi alimento.
Y en la cocina encuentro lo que busco. Eso que casi siempre logra hacerme dormir como un bebé. Mi sedante más efectivo. Mi amargo néctar del infierno. Mi maldita botella de ron.
Llevo la botella hasta la mesa del comedor -donde Bonnie ha dejado mi abrigo y el rastro casi inmortal de su perfume barato-, la abro y aspiro el potente, delicioso e hipnotizador aroma del licor. Lentamente me dejo invadir por esa sensación fresca, y al mismo tiempo ardiente, que produce el alcohol en las fosas nasales. Arrojo lejos la tapa, no tengo intención de cerrar la botella de nuevo, no quiero soltarla hasta que esté vacía. Bebo un buen trago y siento que una áspera lengua de fuego me lija la garganta y las entrañas. Suspiro.
Pienso en Bonnie. La muchacha de la peluca dorada, la chica rebelde de nombre falso. Mi querida Bonnie. Si tan solo te quedaras, podría protegerte por siempre.
El insomnio te hace ver realidades que prefieres ignorar y mantiene despiertos algunos pensamientos que es mejor dejar dormidos.
Y no, no es que la mierda pierda su aroma luego de cada trago de licor, es que cada trago disminuye la importancia y la atención que se le presta al olor. De pronto la mierda no es más que un espiral suave y pegajoso al tacto que ya no representa un obstáculo. Así comienzo a sentirme a medida que baño mis entrañas con el sucio licor de esta botella. Trago a trago el peso en mis hombros se hace más ligero. El ron de ahora acompaña al vodka de antes, mezclándose en mi sistema, haciendo la vida más fácil, llenando la habitación de niebla. Y sí, los colores se tornan borrosos, pero siguen siendo colores.
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SATANIA-Nido de Bestias
Mystère / ThrillerLa ciudad ha perdido su nombre y lo que queda en sus calles es el despojo de lo que una vez fue. Ahora la acción y el peligro son el pan de cada día. Ahora su nombre significa muerte y la muerte se pronuncia Satania. Descubre una historia llena...