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Luego de una tarde en donde Beatrice no se cansaba de expresar su alegría y orgullo por su hijo, Brooke se dirigió a su cuarto para armar el equipaje.

Su día había sido de los más familiar.

Pero al pensar en Albuquerque (tomando su blusa negra) toda alegría quedó opacada.

Pensó en como golpearía la puerta en la residencia Green.

En como saludarla a Debby y con que cara recibiría a Fred cuando vuelva del trabajo.

Como miraría a Andrew.

Cerró el cierre de la maleta de un tirón.

Suspiró.

Como lo... Como lo digo? se repetía mentalmente.

Esa era la pregunta que más resaltaba en el mar de dudas que era su cabeza en ese momento.

Tomó su celular y presionó en la casilla de mensajes.

Quiero ped...

Lo borró. No, tenía que decírselo a la cara.

Así como tuvo el coraje de ver a sus padres y decirles a que se dedicaba, de mentir a su hermano con que "trabajo en cosas muy diversas", y más que nada de tener el valor de aceptar, podía tener el valor suficiente como para ver a la pareja Green frente a sus ojos y decirles que ahora era una especie de narcotraficante.

"Especie" porque sólo se dedicaba al traslado.

Resopló.

No importaba cual era el nombre o la tarea asiganada, era narco.

- Estas bien?- pregunto su madre entrando en su habitacion.

Ella asintió con una sonrisa... poco convencida.

***

El hecho de haberle mentido a sus padres también, no lo hacia más sencillo.

Al contrario.

Pensó en eso mientras el taxi la trasladaba por las calles de Albuquerque.

El sol del medio día parecía burlarse de su estado de animo.

Ella se sentía de los más gris.

El taxi dobló en la esquina de los Green y se detuvo frente a su puerta.

Le pago y se bajó arrastrando la maleta.

Al llegar a la puerta se quedó estatica.

- Debby... tengo algo que decirte...- murmuraba y susurraba. - No, déjame hablar... Debby... Yo...-

Su práctica fue interrumpida por una bocina que la hizo saltar del susto.

Se giro y vio que eran Fred y Debby. Estacionaba frente a la puerta del garage.

Debby no espero a Fred se detuviera para bajar corriendo y chillando como niña de cinco años.

Brooke se acercó y Debby la abrazo tan fuerte que le costó respirar por unos segundos.

Más afixiaba la culpa... pensó con tristeza.

- No te lo vas a creer!- gritó entusiasmada, una vez que se separó de ella.

Que otro muerda el polvo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora