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- Qué otro muerda el polvo.- murmuró.

Esa idea ya no le servía. Hace mucho había dejado de ser esa Brooke, la campeona,la favorita en las apuestas y la que hacía aclamar su nombre a la multitud. Había dejado de ser la que hacía morder el polvo. Era ella quien lo mordia e incluso lo tragaba.

Llevaban un día en Londres y no salían a ningún lado.

La lluvia y el cielo gris de Londres eran el reflejo de su estado de ánimo.

El miedo se había adueñado de su cabeza por completo y había terminado de consumir la de Fred.

El pobre se la pasaba encerrado en su cuarto.

De vez en cuando se escuchaba su llanto, cosas romperse y sus gritos maldiciendo a Chase o a Sam y por último a Brooke.

Esto último la lastimaba. Y la hacia llorar hasta que le dolía el rostro.

Porque era verdad.

Que otro muerda el polvo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora