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Llego justo a tiempo para las 15:40 hs.

Estaba sorprendida de haber llegado con diez minutos de anticipación, viniendo en autobús.

Ya podía ver que había un grupo de hombres reunidos a un costado del puerto.

En ese momento sopló algo de viento que hizo que se arrepintiera de no haberse llevado su abrigo.

Con paso decidido y envolviedose en sus propios brazos, se acercó al grupo de seis hombre que se encontraban allí.

- Sam?- pregunto a todos.

Todos asintieron.

No reconoció a nadie. Algunos parecían novatos.

Un rubio que estaba de espaldas hablando con otro se dio vuelta y lo reconoció en seguida.

Chase.

- Brooke? Cierto?- dijo acercándose como cazador a la presa.

- Si.- contesto ella quitando sus brazos de ella misma.

No dio un paso atras. Sólo se paro más derecha.

- Tenemos una experta entre nosotros!- dijo al grupo.

Todos le pusieron atención y se acercaron hacia ella con paso relajado.

- Y a la zorrita de Sam.- susurró para que sólo ella lo escuchara.

- Celoso?- pregunto desafíante.

- De una calienta braguetas? No.- dijo torciendo la boca con desagrado.

Brooke no podía creer que el rubio inexperto era tan rencoroso.

Si, la última vez lo había dejado plantado, pero vamos... tantas esperanzas tenía?

Se acercó más a ella hasta que sus alientos chocaron.

A Brooke le causo asco el olor a licor con cigarrillo que llevaba encima. Pero no hizo ningún gesto.

Cuando se acercó lo suficiente le susurró al oído.

- Si gano, está vez, te voy a hacer gritar como una perra al...-

- A quien vas a hacer gritar como una perra alzada?- pregunto la voz gruesa de Sam.

Chase se alejó con rapidez y, voltenadose hacia donde estaba el hombre, levantó las manos en son de paz.

- Si hay algo que todo el mundo sabe rubio, es que Brooke es intocable.- comento Dawn, la esposa de Sam.

Estaba a su lado, tomada del brazo de su marido. Parecían la realeza en persona.

Brooke le hizo un gesto de agradecimiento con la cabeza y Dawn le guiño un ojo.

- Ahora si ya dejaron de parecer unos vírgenes hormonales, quiero que se acerquen.- anunció Sam.

Se veía que estaba de mal humor.

Por suerte estaba Dawn, que sabía controlar a su fiera.

Dawn era una mujer alta, pelirroja y su porte siempre era sexy y elegante.

Su trabajado cuerpo estaba intervenido por un sólo tatuaje pequeño en su brazo derecho.

Tenías que acercarte mucho para saber que decía. Brooke nunca había estado lo suficientemente cerca.

Nadie se acercaba a Dawn.

Su abundante melena estaba a disposición del viento.

Pero como iba abrigada con un tapado largo, no estaba muriendo de frío como ella.

Que otro muerda el polvo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora