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Día número veintidós en Londres.

El único entretenimiento que tenía era el de contar los días. Pero a la vez era juego tortuoso.

Era el tiempo más largo que estuvo en mismo lugar desde hace mucho tiempo.

Estaba sentada a la mesa de la cocina desayunando una ensalada de frutas con yogurt y granolas.

Dereck estaba sentado frente a ella tomando te.

El silencio era el cuarto compañero en la casa desde que llegaron.

Cada uno se limitaba a hacer sus cosas sin molestar a otro.

Y Fred era el más aplicado. Nunca salía del cuarto.

Hasta esa mañana.

Los tomó por sorpresa verlo bajar a desayunar.

Brooke lo siguió con la mirada mientras se preparaba cereal con leche con el periódico en la mano.

Tenía ojeras y los ojos hinchados y colorados.

Brooke no se alejaba del mismo aspecto.

El único que estaba fresco como una rosa (o eso aparentaba) era Dereck.

Su mejor amigo se sentó a la mesa y empezó a comer mientras leía la primera plana.

Brooke lo observaba. Tal vez esperaba una reacción similar a las que había escuchado desde el otro lado de la puerta del cuarto de el.

Pero a la vez no. Si bien le temía un poco, esperaba un simple "buen día".

Pasaron los minutos y sólo se escuchaba el ruido de Dereck al beber y las cucharas chocar contra el tazón de fruta o cereal.

Brooke suspiró.

Debía poner un fin a esto.

No morderé el polvo. No con el... pensó.

- Algo nuevo?- preguntó sin levantar la vista del tazón. Le faltaba poco para terminar.

- No.- respondió Dereck.

Puso los ojos en blanco y quiso gritarle de que la pregunta no era para el.

Pero no quería gastar energías.

Levantó la cabeza y miro a Fred.

Este ni se inmutó. Seguía leyendo.

- Fred.- lo llamó.

Este levantó la cabeza de su lectura.

Brooke noto que el pecho de este se aceleró levemente. Y sus ojos cristalizados.

- No.- murmuró.

- Hasta cuando Fred?- no se dio cuenta de que había dicho la pregunta en voz alta.

Fred pareció sorprendido y dobló su periódico.

Fruncio los labios y aparto su tazón.

- Hasta que dejes de comportarte como una niñita.- contestó.

Dereck se puso de pie y salió de allí.

Brooke pensó que era muy sabio de su parte. No era su tema.

- Nunca me comporte como una...-

- ¡Sí, sí lo hiciste! Tú jodidamente lo hiciste. La niñita rebelde rompió UNA regla, UNA sola regla, Brooke, y mira lo que causaste...oh joder, mi esposa...a quien prometí cuidar, la mujer que amo...- de sus ojos comenzaron a caer furiosas lágrimas de dolor - Y mi hijo... tu ahijado. Todo sacrificado por una estúpida carrera de mierda.-

Ella lo dejaba hablar. Sabía que necesitaba desahogarse.

- Y tengo ganas de golpearte. Pero no. No me educaron así.-

Eso la tomó desprevenida.

No creyó que su dolor lo llevara a tanto.

No tenía palabras de consuelo pero tampoco lagrimas. Ya estaba cansada de toda esa porquería.

Y si, sacrificó mucho.

Pero ellos sabían como era ella.

Fred la conoció allí. Debby conoció al amor de su vida allí.  Y de eso nació Andrew.

- Fred... yo...-

- No lo digas. No sirve.- terminó de decir Fred. Se levantó de la mesa y salió del lugar.

Se quedó sola.

Y le pareció apropiado.

Se levantó y se dirigió a la escalera.

Fred y Dereck estaban en la sala viendo la televisión.

Instantáneamente se dio cuenta de algo.

Fue hasta el marco de la puerta llamando la atención de sus amigos.

- Fred... yo no te pedí que vengas, que me protegieras porque tu no cometiste el error... pero yo si. Y soy la que va a protegerte.-

El susodicho estaba atónito. Brooke se acercó al sofá más cercano y tomo asiento.

Dereck no ponía atención.

- Tengo un plan. Es arriesgado y por eso necesito a los dos pase lo que pase.- anunció Brooke.

- Yo por qué? Qué hice?- preguntó Dereck al escuchar que lo incluían a el.

- Calentarle bien la cama.- respondió Fred con burla.

***

Esa misma noche abandonaron Londres a escondidas.

No llamaron a Sam y tampoco dejaron mensajes.

La paranoia acompaño a Brooke en todo momento.

Iba encapuchada con ropa deportiva en pleno aeropuerto.

- Ya estamos.- dijo Fred tendiendole un vaso descartable con café - Qué sigue?-

- Primero iremos a Albuquerque, buscaremos alguna pista. Si la encontramos iremos a Sam para que nos ayude con equipo.- explicó ella dándole un sorbo al café. Hizo una mueca. Estaba horrible.

- Funcionará?-

- No.-

Que otro muerda el polvo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora