Baile, consentimiento, revelación.

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Ha sido un mes desde la guerra contra Gea, y la cabaña de Afrodita ha convencido a Quirón y al señor D para organizar un baile en la Casa Grande, para ambos campamentos, para celebrar que finalmente pueden relajarse.

Nico no quiere asistir, pero de todos modos es arrastrado a la fiesta.

La casa grande está toda arreglada. Las luces están atenuadas, una bola disco está colgando en el centro, enviando luces de colores por todas partes. Y la música... la música es tan fuerte que Nico apenas puede oírse pensar. Está parado, incómodo, junto a una esquina, observando como a su alrededor las parejas bailan: Percy y Annabeth, Jason y Piper, Frank y Hazel.

—¡Ven a bailar! ¡Luces incómodo parado en un rincón! —La voz de Reyna distrae a Nico de sus pensamientos.

—¿Qué? Oh no, yo no... —Comienza a protestar, pero Reyna ya lo está arrastrando a la pista de baile.

Nico nunca había sido un gran bailarín, sobre todo no en público, por eso solo se mece junto a la música. Reyna hace todo lo posible para que baile y enseñarle, pero en vano.

Nico exhala un suspiro de alivio cuando un conocido rubio hijo de Apolo los interrumpe. Nunca había pensado que en realidad estaría aliviado de ver a Will Solace—desde su tiempo en la enfermería había desarrollado un pequeño enamoramiento por el chico—, pero lo que sea para dejar de bailar.

—No esperaba verte aquí, Nico. No creí que los bailes fueran lo tuyo. —Will comenta.

—No lo son, —suspira—. Pero, al parecer, solo fui arrastrado.

—Bueno, me alegra que terminaras viniendo, es bueno verte levantado y socializando.

Nico hace una mueca.

—Preferiría no estar aquí. Ni siquiera bailo.

Will sonríe.

—Puedo enseñarte.

Nico está a punto de decir que eso es exactamente lo que Reyna estaba intentando hacer y no había funcionado exactamente, pero el chico que le gusta, básicamente, le había pedido bailar y, bueno, ¿Cómo podría negarse?

—Uh... bueno, seguro, supongo.

Reyna los mira a ambos, sonriendo ligeramente antes de escabullirse, pensando que ni siquiera se darían cuenta de que se había ido. No le importaba, sin embargo, estaba feliz por Nico. Después de todo, él y Will se verían muy lindos juntos.

Nico y Will bailan juntos todo el tiempo. Incluso cerca del final de la noche, cuando la música se vuelve más lenta, siguen bailando.

Al final de la antepenúltima canción de la noche, Will besa a Nico. Nico se congela, un sentimiento indescriptible retumbando su corazón cual explosión.

Will, tomando esta reacción como una negativa, se aparta, retrocediendo un paso y frotándose la nuca.

—Ah, lo siento.

Los ojos de Nico se ensanchan.

—Oh, no, no, está... está bien, yo solo... no lo esperaba, eso es todo.

—Entonces, ¿puedo hacerlo de nuevo? —pregunta Will vacilante.

—Sí, oh dioses, sí. Pero, —Nico mira a la multitud de personas que los rodea, mordiéndose el labio—, ¿Podemos ir a algún lugar un poco más privado?

Nico guía a Will fuera de la Casa Grande y por detrás de la cabaña de Hades. Y cuando Will vuelve a besar a Nico, esta vez él le corresponde el beso.

Si alguien hubiera estado observando, habría sido obvio para ellos que los dos muchachos habían estado deseando hacer esto durante mucho tiempo. Se besaban ferozmente y en cuestión de segundos Will tenía a Nico inmovilizado contra la pared, todo su cuerpo presionando contra Nico para mantenerlo allí y sus manos en las caderas del más pequeño. Nico ya tenía una mano enredada en el cabello de Will y la otra en su cintura.

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