CHAPTER 8.

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Vendetta.

— ¡Strike 1! —grito, parada al lado de Stiles y con las manos apoyadas en mis rodillas—. ¡Strike 2! —exclamo, viendo la bola errar de su objetivo—. ¡Strike 3! ¡Fuera!

Escucho un quejido de Stiles y un gemido de Scott antes de que éste primero hiciera un ademán cabreado con sus manos y girara a verme, colocando una de sus manos en su cintura y haciendo una mueca con los labios. Me lo quedo viendo ladeando la cabeza.

— ¿Qué?

—Esto no es béisbol, ¿sabes? —me dice y me encojo de hombros a modo de respuesta, cambiando de posición, cruzándome de brazos y depositando el peso de mi cuerpo en mi pierna derecha.

—Béisbol o no, ¿qué importa lo que diga? Scott igual será golpeado por tu furia flacucha —replico desinteresadamente, echándole una hojeada a un acojonado Scott a como dos metros y medio de distancia, recibiendo las bolas que Stiles le lanza casi con demasiado fervor con su stick.

—De todas formas, es irritante tener que escuchar tu voz chillona a cada momento. ¿Qué simplemente no puedes quedarte callada? O mejor, ¿por qué simplemente no vas a las bancas y me dejas trabajar?

Sin poder evitarlo, lanzo un bufido sonriendo torcidamente, con la burla notándose en la expresión de mi rostro.

— ¿Trabajo, dices? Tus bolas a penas y golpean con la fuerza debida a Scott —comento, soltando una risa sardónica y jugueteando con una bola en mi mano derecha—. Por no decir que tu rabia contenida nubla la verdadera trayectoria. Observa —digo, tomando posición en dirección a un atento Scott que mira con esos ojos de cachorro regañado.

Ruedo los ojos y agudizo mi concentración, calculo la fuerza, velocidad y ángulo y, girando mi cintura, lanzo, dándole de lleno a Scott en el estómago, causando que se doblara y cayera de rodillas. Asintiendo satisfecha, miro a Stiles con las cejas alzadas a la espera de algún comentario.

Él hace un movimiento con la cabeza.

—Bien, de acuerdo, no estuvo mal. Pero pudo ser mejor.

Ruedo los ojos y me acerco hacia el pobre Scott, no podía controlar la sensación culpable que comenzaba a carcomer mi estómago. Si bien, según Stiles, era para su beneficio, no me hacía gracia aprovecharme de alguien en un estado indefenso. Y con las manos atadas con cinta adhesiva.

Pese a su naturaleza de hombre lobo neófito y los distintos escenarios que he visto este último tiempo, todavía me costaba un poco aceptar que alguien como Scott es capaz de hacer un daño tan atroz, como los otros tipos de su especie.

—Eh, Scott, ¿todo bien? —le pregunto, inclinándome frente a él y observándolo con la cabeza ligeramente ladeada.

—Sí…, todo bien —responde ahogadamente antes de, con esfuerzo, ponerse de pie y largando un hondo suspiro. Pese ser tan rápido como un flash, logre captar el brillo dorado de sus ojos que amenazaba con un cambio a hombre lobo, lo que por suerte no sucedió—. Continuemos.

— ¡Stiles! —exclamo, irguiéndome en toda mi altura (la que continuaba siendo algo humillante, si soy sincera) y girando a verlo—. ¿Cómo va el ritmo cardíaco?

Stiles se inclina sobre su mochila y toma el celular que le robó a Finstock junto al monitor de pulsaciones que tomó prestado del equipo de atletismo, viendo la pantalla y alzando su pulgar en alto.

—En perfecto estado —exclama de vuelta. Asiento y tras darle una revisada a la cinta adhesiva que mantenía las manos de Scott unidas, regreso con Stiles—. Esto, ¿él se encuentra bien? —pregunta, con un titubeante tono de voz.

Alive→Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora