CHAPTER 2.

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Allison Argent.

La hora transcurre y por más que quiera evitarlo, mis ojos no dejan de mirar de soslayo el perfil suave del desconocido chico moreno. No logro sentirme tranquila hasta que el timbre suena y salgo con calma del aula, asintiendo a modo de despida hacia el maestro que nos observa con una sonrisita. El respeto ante todo y me pregunto cómo le habrá ido a tía Cordelia en su primer día de trabajo.

Sigo la letra de una canción reproducida en mi IPod, dejando colgar uno de los audífonos para no estar totalmente desconectada del exterior, pensando en qué momento sería bueno decirle a Derek que he encontrado a su chico.

—Uh, ¿hola?

Mi cuerpo da un sobresalto disimulado, mas mi rostro no hace amago de cambiar cuando volteo y me encuentro con Allison Argent mirándome tímidamente y tirando nerviosamente de su chaqueta de cuero.

— ¿Te ayudo con algo?

—Sé que ambas somos nuevas y es algo fuera de lugar teniendo en cuenta que no nos conocemos y que aparentemente nos perderemos, pero… eh… no encuentro mi casillero y creí que… bueno, ¿crees que po… podríamos buscarlos juntas?

Dudo, girando en mi dedo las llaves de mi casa y asiento, comenzando a caminar. Oigo sus botas tocar el suelo a mis espaldas, siguiéndome… no me da una buena sensación estar delante de una descendiente Argent, teniendo en cuenta su historial familiar y cuántas veces mis propias antepasadas se cruzaron con los de ella. Ningún encuentro acabó bien para una o las dos. Cuestiono si acaso ella tendrá idea de con quien está entablando conversación o si solo fue una muestra de perrito perdido que figura su rostro.

— ¿Qué número tiene tu casilla? —le pregunto, viéndola por sobre mi hombro.

Ella frunce la frente y revuelve sus bolsillos, un papel algo arrugado y en mal estado aparece desde el interior de su chaqueta. Lo lee en voz alta:

—204.

Asiento y tarareo en respuesta.

—230 —digo y se le ve desanimada. Algo en mi interior me dice que por esas casualidades del destino creyó estuviéramos a la par y no tan lejos, por ser nuevas y todo. No supe ni cuando me encontré a mí misma diciendo: —Pero hallemos el tuyo primero y luego iré por el mío. Podemos recorrer el instituto juntas para conocer el entorno —y acabo con un encogimiento de hombros para sacar la incomodidad de mi cuerpo.

Sus ojos parecen brillar y esboza una sonrisa con hoyuelos. Al final, no tardamos en encontrar el suyo y me despido cortamente antes de encontrar, a tan solo un par de metros de la pared de enfrente, el mío, con los números 230 grabados en negro. Coloco la corta combinación de la clave y la puerta se abre, no tardo en colocar los pesados libros de todas las asignaturas en la repisa, descartando aquellos que aún me faltan por pasar.

Mi cuerpo da un nuevo respingo cuando una esencia conocida hace acto de presencia junto a lo que parece ser un amigo con fetiche militar y algo geek. Ambos se hablan un momento, mientras yo trato de concentrarme en mis cosas, evitando cualquier posible contacto humano. La suave música de Coldplay haciendo lo suyo logran calmarme y vuelvo a tararear, el sonido perdiéndose entre el estruendoso bullicio de hormonales adolecentes yendo de lado a lado.

Incluso ignoro que debería estar vigilando el encargo de Derek. Me encojo de hombros y cierro la puerta de mi casillero, colocando mi bolso sobre el hombro, al mismo tiempo que una temblorosa mano me toca el brazo.

Allison me sonríe nerviosamente, enviando miradas a nuestro lado y hacia encima de su hombro. Sigo sus ojos que paran en una intrigada pareja, chica pelirroja bien vestida y arrogante postura de un muchacho con la mandíbula marcada. Arqueo una ceja cuando noto el mal oculto y extremadamente rara adoración del chico a nuestro lado sobre Allison.

Alive→Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora