El sol alumbraba el sendero por el que Toph, hacia dos horas, se había ido. Sokka lo miraba con un rostro lleno de aburrimiento. Toph, con sus bromas y chistes se había ido, Aang y Katara sepa dios donde estaban, pues se habían ido a una cita que no quería imaginar y en general, las cosas estaban demasiados aburridas para él.
-¿Qué haces, Sokka?—inquirió Zuko, parándose a su lado.
-¡Nada! No hay nada que hacer.
-¿Y Suki?
-No lo sé, recorriendo el palacio, supongo.
-Mai se fue al pueblo, dizque a ver gente, claro que fue de compras.
-No comprendo la manía femenina de comprar joyas y ropa.
-¿Crees que yo sí?
Los dos rieron fuertemente.
-Ya que estamos los dos solos ¿No hacemos algo?—preguntó Zuko
-¿Qué no tienes trabajo como Señor de Fuego?
-tomé libre el día.
-Bien ¿Qué quieres que hagamos?
-No lo sé ¿Cosas de hombres?
-¿Cómo...?
Pero no pudieron hacer cosas de hombres, porque en ese momento llegó una sirvienta corriendo y con cara de angustia, inclinándose ante los dos al tiempo que pronunciaba las palabras atropelladamente.
-Señores ¡La señorita Suki ha entrado en trabajo de parto!
Tan pronto la chica dijo eso, un chip hizo click en el interior de Sokka quien corrió hacia su habitación, con Zuko tras él. Entró rápidamente el cuarto y encontró a Suki, sentada en la cama, con una mueca de dolor en su rostro y su sirvienta personal al lado.
-Señor ¡Que bueno que llega! Su esposa ha entrado en trabajo de parto—dijo la sirvienta.
-¡No me diga!—ironizó Sokka.
A grandes zancadas llegó hasta Suki y se inclinó ante ella, cogiendo sus manos y mirándola con cariño.
-¿Te sientes bien, amor? ¿Qué hago por ti?
Ella le devolvió una mirada adolorida, pero con ojos llenos de amor.
-Estoy bien, Sokka. Solo... no te separes de mí.
Zuko miró la íntima escena y opto por salir.
Suki, con su adolorido rostro, cerró fuertemente los ojos antes de sofocar un grito.
-¡Señor!—gritó la sirvienta-¡La enfermeras y doctores se han ido esta mañana a un retiro! No hay ningún personal médico en toda la ciudad ¿No sabe de alguien que pueda ayudar a su esposa? ¡Yo no se nada de partos!
-¿¡Cómo que no hay ninguna enfermera!—gritó histérico.
-ya le dije, se fueron todos y todas a un retiro médico.
-¡Manda traer alguno del pueblo!
-señor, ya le dije que se fueron TODOS.
-¡No es posible!
-¡AY!—gritó Suki.
-Recordemos lo básico—dijo la sirvienta—iré por toallas, usted, señor, vaya por agua.
-¡Ya voy!—gritó, aterrado y desesperado.
Se paró de un salto y corrió hacia la puerta.
Zuko estaba recargado en la enorme puerta de madera, tallada y pintada de color rojo con dorado, cuando ésta fue abruptamente abierta, tumbándolo y haciendo qu cayera sobre el pobre guerrero de la tribu agua.
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Avatar: La leyenda de Aang. Libro IV
FanfictionLa guerra terminó, pero no todos los conflictos. Ahora hay un nuevo problema: la restauración de un mundo destruido por cien años. Todavía hay demasiadas cosas por hacer para un avatar y sus amigos. By: Nefertari Queen