Capítulo 9: Secretos.

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-¿Volveré a verte? -Pregunto.
-Siempre que quieras. -Dice sonriendo.
Escuchamos las sirenas de los autos de policía y nos despedimos con un par de miradas cómplices. Estoy segura de que todo salió bien.

    Aún estoy mirando por la ventana. Llevo horas así, no me he duchado, no he comido ni mucho menos dormido. Después de la cantidad de mentiras que me dijeron he sido incapaz de razonar. Me largué del cuarto de Luka mientras se bañaba  y ahora estoy aquí en mi habitación, pensando como hubiese sido tener una familia, crecer repleta de amor con una madre cariñosa que me escuchase siempre.
  Hace ya demasiado tiempo desde la última vez que me sentí realmente feliz. La taza de té está fría. Siento miedo por primera vez en mucho tiempo pero no de ellos, si no de mi. Estoy segura de que podría matarlos a golpes a todos. No quiero ver a nadie en un buen tiempo.
  Los recuerdos duelen pero en momentos así me mantienen viva, cuerda, entera.
  Escucho como el celular suena y suena. Huele a tabaco en toda la habitación he estado fumando, ¡sólo Dios sabe lo que me duele hacerlo!
-¿Hola? -Contesto con voz perdida.
-¡Gia! ¿Cariño cómo has estado? -Dice Jeff con voz tranquila.
-Bien.
-¿Quieres contarme que pasa?.
-Tengo sueño, gracias por el auto.
-De nada, segura que…
-Hasta pronto.
-Platiquemos.
-No tengo tiempo Jeff. -Digo con un nudo en la garganta.
-Cuídate.
-Es lo que siempre he hecho. - Digo con voz de reproche y cuelgo el teléfono sin darle tiempo de despedirse.

                   **********
Dos días han transcurrido desde lo sucedido, no he hablado con nadie. Luka pasó a buscarme para poder "aclarar todo", pero lo ignoré. Lo mismo ha sucedido con Didia y Cannelle a ambas las evito todo lo que puedo. Intenté pedir un cambio de habitación pero todas estás ocupadas.
Por cierto, el oficial me hizo demasiadas preguntas con respecto al profesor Mulimoni pero logró darse cuenta que ni siquiera alcancé a asistir a clases con él, además la carta confirmaba lo que yo decía.
¡Por fin logré leerla!, sentí un poco de melancolía, April me contó que Jeffrey ha estado saliendo con una mujer muy rara, que no parece para nada de Inglaterra. Ella en cambio está tomando clases de Yoga, le ayuda a controlar su adicción a las fiestas, además dijo que sin mi todo es demasiado peligroso, eso me hizo sonreír. Preferí no contestarle de forma escrita y la llamé brevemente diciéndole lo mucho que la extrañaba.
He descansado muy bien, la herida de la cabeza sigue doliendo pero no parece haberse infectado así que es un avance creo. Voy camino a clases de Filosofía, en Inglaterra esta materia ni siquiera existía, (o me la salté siempre).
Tomo asiento y respiro hondo, en todas las malditas clases tengo compañeros diferentes ¿cómo se supone que haré algún amigo?.
-Hola. -Dice la persona que está a mi lado.

   Dios te lo has tomado demasiado en serio. Sólo era una pregunta retórica. Pienso.

-Hola. -Digo con desdén.
-Vaya ese acento británico es precioso. -Dice sonriéndome.
Lo observo acomodar la mochila, se sienta erguido y es altísimo pero sin embargo lo que más me llama la atención de él  es su hermoso color de piel. Es como ver un chocolate (en todo el sentido de la palabra). Tiene el pelo largo y rizado. Es muy guapo. Y huele bien.
-Si lo compré. -Digo sonriendo un poco.
-Mmm, la señorita tiene sentido del humor. Soy Mayron Lewis de Francia. Me mudé hace poco aquí.
-Gia Black de Inglaterra, estudiante de intercambio. -Digo sonriendo abiertamente.
  Este chico es encantador.
-Entonces tenemos una linda británica que no es rubia, demasiado interesante diría yo.
-¿Intentas decir que soy una oxigenada teñida? -Digo frunciendo el ceño.
-En absoluto. -Dice mientras sonríe.
Estoy agotada no he dormido mucho así que decido no responder. Pero él insiste.
-Luces cansada. Te invito a un helado a las 5:00 pm. Te espero afuera del edificio de residencia.
-¿Y si digo que no? -Lo desafío.
-Pues, tendré que tocar las puertas de todas las habitaciones hasta dar con la tuya y luego arrastrarte conmigo.
Suelto una carcajada relajada, me cae bien este chico, es decir no es arrogante ni demasiado atrevido, es una persona normal, normal, normal.
El día está transcurriendo rápidamente, en este momento estoy en clases de Literatura Avanzada, fue la materia que escogí para rellenar espacios en el horario. Es muy lindo, desde aquí sentada puedo ver un montón de construcciones de lo más interesantes.
-Demonios y ángeles todos fueron de un mismo bando, ¿pueden creerlo? -Dice la profesora fascinada.
No entiendo en que momento empezó a hablar de ángeles y ni me di cuenta.
-Pueden retirarse jóvenes siempre es un placer compartir con ustedes esta clase tan importante.
  Tomo mis cosas y salgo corriendo.
  Una vez que estoy en la puerta del departamento busco las llaves para abrir, escucho demasiadas voces dentro. Estoy segura de que ahí están “Los ineptos seis”, así los llamo ahora.
-Deberíamos disculparnos. - Dice Nill.
Entro, tiro la puerta para que sepan que estoy aquí y también quiero que sepan que estoy harta de que todos vengan a meterse en mi espacio la mayoría de días, incluso estoy cansada de saber que Luka es un cobarde.
-Te guardé un sándwich delicioso. -Dice Cannelle
-¿No tiene veneno como el café del profesor? -Escupo sin ningún pudor.
  Todos se quedan mirándome pálidos, ¡vamos chicos, no es para tanto!. No soy ninguna imbécil. Conmigo no funcionan las mentiras. Llevo demasiado tiempo conviviendo con gente realmente mala, estos nefastos son categoría amateur. Pienso con gracia.
-¿Qué?, se les comió la lengua el ratón. -Rio con gracia. -que buenos son los secretos, lo malo es cuando los descubren ¿no? -Les guiño un ojo y me voy a mi recámara.
Todos quedan ahí mirándome con la boca abierta por el impacto de mis palabras. Escucho que alguien le mete un puñetazo a la mesa sin embargo no logro captar quien, voy a ir a cambiarme porque por primera vez en mucho tiempo voy a salir con alguien y hablaremos de cosas simples mientras comemos helados. Que bien suena eso.

EL SÉPTIMO DONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora