Capítulo 5

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Les invito a escuchar una lista de canciones, las cuales han sido mis musas al crear esta historia.

https://open.spotify.com/user/armandoferret/playlist/4N7DY2WQx5ZCTSBBso2lUs

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Necesité darme unos momentos para respirar, todo me daba vueltas, las cosas iban muy rápido, todo parecía llegar tan rápido que sentía los golpes de ansiedad impactándome en el rostro. El mundo giraba tan rápido de pronto, necesitaba que se detuviera, aunque fuera unos instantes para tomar un respiro, necesitaba aire, mis pulmones se sentían secos como tierra.

La vista se me nublaba con cada segundo que pasaba, veía destellos de luz estallar frente a mis ojos. Tomé una vieja silla de metal que se hallaba plegada junto a un escaparate y la arrastré hacia mí con apenas algo de fuerza. El cuarto era únicamente iluminado por una vieja lámpara que titilaba con un zumbido eléctrico.

Me senté junto a una de las ventanas.

—Perdí la cordura —reí tontamente.

—¿Qué dijiste? —preguntó aquel chico a mis espaldas.

—Que perdí la cordura —respondí con el volumen más alto—, posiblemente ya la había perdido antes y hasta el día de hoy me di cuenta de cuan loco estoy realmente. Solo mira allá afuera, hay monstruos intentando matarme.

El vidrio de la ventana estaba tan sucio y manchado que lo único que lograba ver en él era un vago reflejo de mi rostro, ya ni sabía si la suciedad que veía era de la superficie de la ventana o era la de mi cara. Abrí mi mochila para sacar algún pañuelo con el cual limpiarme, pero el interior de mi mochila se veía igual o peor, había agua y lodo por todos lados; libros, libretas y bocetos se habían arruinado. Arrojé la mochila lejos de mí.

El pelinegro observaba mis movimientos desde una esquina en la que se recargaba cruzado de brazos.

—Esto no es una pesadilla, aunque quisiera que lo fuera, así que sé que no estoy dormido, los sueños no duelen —observé las heridas en mis brazos y piernas—. Lo más lógico que se me ocurre es que terminé volviéndome loco por alguna razón, tal vez los rumores de que los puerros que venden en el target están contaminados sean ciertos, pesqué una bacteria que se fue a mi cerebro

El cuarto quedó en silencio escuchándose solamente la tormenta en el exterior y el molesto ruido de la lámpara en el techo, pero de pronto aquel chico se arrancó en una risotada.

—¿Crees que estás loco? —preguntó ahogándose en las palabras—, ¿es en serio? He tratado con todo tipo de criminales y todos ellos evitan de cierta manera su arresto, ya sea a la fuerza o inventando alguna jalada —se aproximó a donde yo estaba sentado—, siempre me terminan sorprendiendo las excusas que dicen para zafarse del arresto, pero definitivamente esta es patética.

—¡Oye imbécil! Desde que me topé contigo allá afuera no he entendido nada de lo que me estás hablando. ¿Ghouls?, ¿departamento de seguridad nacional?, ¿orden de aprensión? —le miré de arriba a abajo de manera indiferente-. ¿Folklorista?, ¿qué diablos es eso?, ¿acaso esos no son los viejos que se dedican a contar historias de pueblo a niños asustadizos?, ¿por qué diablos vistes como policía?, aun qué más bien pareces un gamer o cosplayer que no encontró el camino a la convención de cómics. Además, un agente de policía no puede tener tu edad.

—¿Disculpa?

De su bolsillo trasero saco una identificación y una insignia metálica, ambas en una cartera de cuero negro. Su fotografía y nombre resaltaban en grande. La miré igual de indiferente y se la arrebaté de las manos.

PAR [normal] - Nuestras distintas fotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora