Capítulo 1. Los Cazadores

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AUSTRIA, JUNIO 2011.

Cazadores, kamikazes, ejército de Dios, milicia celestial, guerreros alados... estos son simples sinónimos de un tipo de guerrero. Humanos dotados de características que los hacen únicos. Respetados, temidos, odiados; pueden inspirar estos y mas sentimientos. Su conocimiento va mas allá del corriente, su vida está totalmente dedicada al oficio ancestral y son personas de familias antiguas, prestigiosas o no. Dedicación, honor, lealtad, sabiduría y valentía son algunos de los tantos valores morales que predican. No son muchos en el mundo, sobre todo los de linaje primordial que son aquellos descendientes de los primeros siete cazadores que existieron. Mientras hay cazadores mas abocados al pensamiento hay otros que lo hacen a la acción. Ella tiene un gran conocimiento de todo eso, y se jacta de ser buena en las dos cosas.

El día caía. Agradecía que no hubiera personas alrededor, y así no tenía que andar tomando precauciones. En un rincón, alejado, estaba ella contra una bestia. La fuerza que él le ejercía la duplicaba pero no se rendiría fácilmente. Sabía hacer su trabajo y lidiar con la fuerza que era una de sus tareas favoritas. Se agachó y su contrincante se vio impulsado hacia adelante. Ubicándose detrás de él lo empujó, para luego sacar un cuchillo y golpearlo con el cabo con fuerza sobrehumana; dejándolo súbitamente inconsciente. El aire que la rodeaba era húmedo y templado. El sol caía lentamente haciendo que el cielo tuviera un aspecto sanguinario. Podía oír el bullicio de la ciudad, detrás de los majestuosos edificios que servían como muralla. Secando el sudor de su frente miró a la bestia de aspecto amorfo, yacer sobre el pavimento. Su apariencia lánguida y frágil contrastaba con su personalidad fiera y aguerrida.

— Bien hecho —escuchó una sombría voz detrás de su espalda.

Girándose lentamente identificó la presencia de su compañero de batalla por primera vez en un buen rato. Él descansaba a unos metros. Con una pose relajada, las piernas cruzadas y con sus manos descansando sobre estas. Sus ojos leoninos la miraban fijamente y se dibujaba en su rostro una sutil mueca de satisfacción. El viento movía ondulante su pelo oscuro y le otorgaba un aura de misterio.

— No gracias a ti —respondió con desdén deshaciendo el rodete en su cabeza.

Su cabello cayó sedosamente, largo, de color caramelo, y enseguida volvió a atarlo con ágil maestría. Aunque podía oírse enojada estaba agradecida. Prefería hacer las cosas ella misma y sola. Sacó de uno de los bolsillos de su pantalón unas largas cadenas y empezó a amarrar al demonio; este era grande, deforme, con garras y cuernos. No se veía para nada humano. Aunque los demonios no eran humanos, había muchos que podían llegar a parecerse a uno. Por último, le colocó un extraño dispositivo en lo que parecía ser su cuello; por medio de filosas agujas que atravesaban su piel.

— Haces tan bien tu trabajo que ni me tomé la molestia de interponerme; sabes que si hubieses estado en verdaderos problemas te hubiese ayudado —murmuró él poniéndose de pie, con un rápido movimiento, y caminando hacia ella.

Mirándolo de reojo y negó rotundamente, mientras ingresaba unos números en una especie de teléfono. Él se colocó a su lado con una pose recta y elegante, manteniendo sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón militar. Miró a la bestia con repulsión— ¿A dónde hay que enviarlo? —preguntó curioso.

— A Italia —indicó ella con poca paciencia mientras apretaba un botón rojo.

De repente el demonio se despertó y comenzó a gritar intentando librarse de las cadenas. Los dos jóvenes caminaron hacia atrás y lo observaban inexpresivos. De un minuto a otro una cegadora luz los invadió y cuando se apagó, el demonio ya no estaba. Ambos se miraron.

— Ellos sabrán encargarse de él —murmuró ella sonriendo con malicia. Sus ojos perlados brillaban por la excitación que le generaba la acción.

— Que hagan algo, que no pretendan que todo esté en nuestras manos —se quejó él gesticulando con sus manos. Su inglés era tan perfecto que tenía pocos rastros de su acento italiano.

Legado I: Herederos de Sangre © [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora