Capítulo 24. A Prueba

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  —¿Qué es este lugar? ¿Podemos estar acá?— preguntó Therón observando a los vestigios del antiguo palacio Engelson.

Nadie le respondió, estaban más ocupados acomodando el bolso con armas o sumergidos en sus pensamientos sobre la noche anterior. Todo pasaba tan rápido que parecía que habían pasado meses desde la huida de Aage, y se sentían días de lo ocurrido con Caleb cuando en verdad había sucedido no hacía veinticuatro horas.

— Ponete en posición —le gritó Norbert ubicado cerca de Valquiria. Ambos se encontraban a unos metros de Therón, y enfrentados a él. Leonardo y Newén miraban dentro del bolso de las armas, mientras Augusta y Lena observaban todo bajo la sombra de un árbol.

— ¿Qué me van a hacer?— pregunto asustado, movía su cuerpo como su quisiera sacarse el frio aunque hacia más de veinticinco grados.

— Vamos a ver qué fue lo que aprendiste —sonrió con malicia Leonardo ubicándose junto a Valquiria. Sin nadie a su alrededor, Therón estaba desamparado y frente a él, se encontraban Valquiria, Norbert, Leonardo y Newén que acababa de agarrar una espada.

— Puedes usar el arma que quieras dentro de ese bolso, te atacaremos de a uno y así mediremos tu habilidades —explicó Valquiria.

Él asintió con poca seguridad y con más ganas de salir corriendo, pero ya era tarde. Finalmente respiró hondo para intentar tranquilizarse, fue hacia el bolso agarrando solo una espada y volviendo a su lugar. Ahora era el turno de los cuatro cazadores expertos. Cruzando miradas se reunieron en un punto en común para arreglar las cosas de la manera más diplomática.

— Piedra, papel o tijera —dijeron los cuatro. La sonrisa en el rostro de Newén le advirtió a Therón que él sería el primero.

—Me presentó formalmente, Newén Belisario, un gusto —le dijo deteniéndose a unos pocos metros de él.

Therón movió su cabeza con torpeza y estiró su mano con la espada a la espera de ser atacado. Newén se concentró y corrió sigilosamente para alcanzarlo. El sonido de las espadas resonaba entre el viento y el movimiento de las hojas. La agilidad y elegancia de Newén no podían ni compararse con la torpeza de Therón, pero aún así él era bueno en ello. A medida avanzaba la pelea se veía más estable y confiado, hasta que Newén se agachó para esquivar uno de sus ataques y volviéndolo a atacar lo mareó con los tantos movimientos que hacía para finalmente sacarle la espada y apuntarle con ambas cruzadas a centímetros de su cuello.

— No lo hiciste mal —sentenció alejándose de él y devolviéndose la espada.

Therón respirada agitado, moviéndose para que su cuerpo se relajara. Frente a él, Valquiria, Norbert y Leonardo volvieron a hacer piedra, papel y tijera.

— Hola primo —exclamó sonriente Norbert mirándolo amenazantemente. Adelantándose, le dio un fuerte sacudón a su vara haciendo asustar a Therón que abrió los ojos, retrocediendo unos pasos— Aunque corras yo te encontraría —canturreó.

Corrió apenas unos pasos y salto, gracias a su vara, unos cuantos metros sobre el suelo y quedo mucho más atrás que Therón. Este se preparo con su espada y corrió hacia él. La pelea con Norbert le era dolorosa y muy difícil, este era fuerte, sádico y cruel. Tenía una gran agilidad pese a su cuerpo robusto y Theron, a comparación de él, era un niño con una espada de juguete. Intentaba desviar la vara con la espada pero le costaba demasiado. Solo corría y se agachaba. Momentos como ese le hizo recordar el por qué de abandonar la academia; era un lugar cruel, violento, siniestro.

— Norbert —la voz de Augusta le dio tranquilidad a Therón. Aburrido, Norbert lo tiró al suelo tras golpearlo en las piernas.

— Me defraudaste, creí que sería más divertido— murmuró alejándose.

Legado I: Herederos de Sangre © [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora