Capítulo 2. El invitado indeseado

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Todas la luces de la mansión estaba encendidas y la música resonaba en ella sutilmente, creando un ambiente casi placentero. Aunque la mayoría de los presentes tenían más curiosidad por verla como era cotidianamente. La gente era tan curiosa que no tenía reparo en observar cada pieza con sumo detalle. La casona inspiraba una mezcla de horror, curiosidad y misterio. Todo en ella era una obra de arte pero también era cuna de grandes misterios. Mientras iba de un lado a otro, Valquiria se preguntaba porque era que estaba toda esa gente ahí. Era absurdo dar una bienvenida a gente que nunca habían visto en su vida y que ni siquiera había llegado recién. Solo tenía la esperanza que de su hermana se acostumbrara a vivir con ella y estar en ese lugar, con personas que poco conocía. Todo es por Lena. Se dijo a sí misma dando un suspiró justo en el instante en que uno de sus antiguos vecinos la vio. Simulando una sonrisa y una personalidad agradable, ella se acercó para hablar. Todo el mundo quería saber lo mismo: donde había estado, como había sido su vida fuera de ahí, porque volvió y como era que tenía una gran carrera a tan corta edad. No podía dejar de pensar en lo chusma que eran las personas. Les importaba más la vida de los demás que la suya propia. Así era como se metían en problemas y ellos tenían que ir en su ayuda. Pero ese era su propósito, salvaguardar a los humanos, y no podía zafarse así como así.

Con un vestido largo y dorado, ninguna de las miradas podía hacer caso omiso a ella. Poseía una gracia inalterable en cada uno de sus movimientos. Llevaba el pelo suelto, solo trenzado arriba para que los mechones de cabellos no se interpusieran en su rostro. Mientras conversaba con los presentes no dejaba de observar a su hermana y a sus amigos. Ella se veía radiante rodeada de todos aquellos que la conocían. Leonardo iba de un lado a otro, tratando de impresionar a todas las chicas con su acento italiano y sus modales tan estudiados en el pasado. La gran maraña de pelo oscuro la había atado en un impecable rodete, y hasta se había tomado el trabajo de recortar su barba. Se veía bien y actuaba como era debido, eso hizo que Valquiria no tuviese que preocuparse por sus absurdas actuaciones. Newén por su parte intentaba divertirse en la fiesta. Parecía no tener ningún problema para crear conversaciones con quien fuera. Su aura serena y culta no pasaba desapercibida, ni siquiera sus facciones y su sonrisa. Más de una mujer en esa fiesta no lograba sacar los ojos de él.

— ¡Qué hermosa que estas, Valquiria! —exclamó una mujer. Ésta abrió los brazos y se acercó a ella intentado abrazarla. Valquiria lo hizo pero sentía retención de la mayoría de muestras de cariño o de cercanía física, sobre todo si no eran sinceras.

— Me da mucho gusto que haya venido Sra. Green —murmuró Valquiria con una mueca que varios veían como una sonrisa.

— Me encanta verte —volvió a exclamar con entusiasmo— No puedo creer que te este viendo después de tantos años —agregó dispuesta a seguir conversando. Valquiria imaginaba a donde apuntaba la conversación y en su mente ya flotaban las palabras que iba a decir— Creí que con la muerte de tus padres jamás volverías. Por acá se hablar mucho de ellos...

Seguía hablando como si no tuviese filtro. Valquiria posó ligeramente su mano en su hombro como si eso la fuera a callar, y lo hizo.

— No creo que sea un lugar adecuando hablar de la muerte de mis padres —murmuró con una amenazadora tranquilidad que la mujer no captó. Solo se limitó a sonreír y a escabullirse por ahí en buscar de otra bebida. Hay que sacar el alcohol así dejan de hablar tanto; pensó inmediatamente.

Sentía retención de hablar de su vida y mucho más de la muerte de sus padres. Se giró para ir hacia la cocina donde no había nadie pero si estaban las bebidas listas para ser servidas. Tomando una botella bebió un poco y volvió a dejarla donde estaba. Mantenía sus manos firmemente agarradas al mármol de la mesada.

Legado I: Herederos de Sangre © [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora